Por Mónica Delgado
El peso mayor de Epitafio está en su interpretación libre a partir de algunas crónicas de Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, de Bernal Díaz del Castillo, cartas de Hernán Cortés y Diego de Ordás, y de un documento enviado al Vaticano por la monarquía española, ya que apunta menos a recrear un momento de la historia de la conquista, y más a proponer una lectura sobre la fe y el poder.
Como sucede en obras de Werner Herzog y el uso de temas de Popol Vuh, la música compuesta aquí para Epitafio, por Pascual Reyes y Alejandro Otaola, de la banda de rock Pascualito Rey, otorga al film de un espíritu anacrónico, y que acompaña imágenes poderosas donde los protagonistas se ven en crisis subiendo la ruta empinada hacia el volcán Popocatépetl en el año 1519. Y quizás esta opción musical, y que aparece dosificada y en momentos determinados de la subida en la montaña, permite centrarse más en la actitud y perseverancia de los personajes en medio de un proceso que cambiaría la faz de México.
Diego de Ordáz y su comitiva llegan a los pies del volcán acompañados de unos nativos, quienes a pesar de la poca comprensión de la lengua, tanto del náhuatl como del español, permite la disparidad de visiones sobre lo divino, y sobre la relación de este imaginario religioso con la invasión española y la futura conquista. Luego estos tres personajes (encarnados por los actores Xabier Coronado, Martín Román y Carlos Triviño) se alejan para subir solos y cumplir con la misión: afirmar la divinidad del mal que reflejaría el volcán desde el hallazgo del azufre demoníaco, y también encontrar la posible vía física y espiritual para la llegada a la famosa Tenochtitlán.
Los cineastas Yulene Olaizola y Rubén Imaz se centran en el seguimiento de la excursión en un terreno hostil, de frío bajo cero, y que en algunos casos es comparado por los personajes con el terreno español añorado. En esta difícil tarea, Ordáz y su equipo hallan similitudes que provocan la nostalgia, a un espacio que podría remitir a casa. Sin embargo, la mayor carga “filosófica” está en la reiterada comparación de la afrenta de la conquista con un mandato divino aliado al deseo del Rey. Hallar el azufre en Popocatépetl no solo confirmaría que se trata de la lucha contra una cultura pagana y del mal, sino la posibilidad real de proveer al ejército del insumo perfecto para las armas para la guerra.
Niebla, cenizas, humaredas, bajo una textura casi del sepia, en una fotografía que permite empequeñecer a los españoles en una ruta difícil pero no imposible. Mostrar sus miedos, su afirmación en la fe católica, la devoción al emperador, la posibilidad del triunfo es lo que logra mover y mantener esta proeza, y que permite una lectura distinta de la figura del conquistador, donde esa introspección copia la fisonomía de la naturaleza, que opaca, invade, somete.
Competencia Oficial de Ficción
Dirección y guión: Yulene Olaizola, Rubén Imaz
Producción y distribución: Malacosa Cine
Fotografía: Emiliano Fernández
Edición: Yulene Olaizola
Sonido: José Miguel Enríquez, Pablo Fernández
Música: Pascual Reyes, Alejandro Otaola
Reparto: Xabier Coronado, Martín Román, Carlos Triviño
México, 2015, 82 min