Por Mónica Delgado
Los estragos de la radiación tras una catástrofe natural de gran magnitud. La paranoia de los habitantes ante las consecuencias, la búsqueda de los familiares y la fortuna de la vejez en un entorno pesimista y solitario. Mientras la fisonomía de un pueblo rural se transforma en desierto, también vemos que Sion Sono se vuelve otro, ha mutado, ha dejado de lado su sentido de humanizar desde el grotesco y lo pueril a un Japón moderno, hastiado y pop. La actual Fukushima, devastada por un terremoto y por el colapso de una planta nuclear, se vuelve en la ficción Nagashima, una pequeña ciudad donde vive Yoichi con sus padres y su esposa. Lo que comienza como un relato de supervivencia y de evacuaciones, se desarrolla en clave de tragicomedia una lectura de los efectos de la radiación, logrando incluso un enfoque didáctico. Pareciera que más allá de la libertad creativa de Sion Sono ha primado un afán ético, un compromiso hacia lo que se está convirtiendo Japón desde hace algunos años, un lugar para no vivir.
Sion Sono no se detiene en buscar el lado freak de sus personajes, sino en dejarlos en estado de shock puesto que el golpe de vivir un terremoto y un tsunami los ha dejado en el lado oscuro de la existencia. Los padres de Yoichi, ancianos, deciden quedarse en el lugar contaminado y pasar los últimos días cuidando el ganado y sembrando flores. Yoichi y su esposa buscan un lugar libre de radiación para vivir y en este trayecto Izumi, su mujer, le revela que está embaraza. Izumi se vuelve una mujer «astronauta», objeto de burla por usar trajes asépticos como modo de prevención durante su gestación. Los vínculos familiares se hacen más estrechos a la distancia, generando relaciones enfermizas e infantiles y teniendo como marco de fondo este terreno muerto.
The land of hope (Japón, 2012) es una película extraña dentro de la filmografía de Sion Sono. Los que esperan un filme como los anteriores saldrán defraudados. Mas bien se trata de un drama pesimista sobre el futuro de un país postindustrializado, donde el bienestar de sus ciudadanos es un tema fuera de foco, donde lo único que queda es pensar que el amor puede ser la barrera o escudo suficiente para enfrentar los efectos radiactivos. Sion Sono aceptando una posibilidad.