FICUNAM 2020: CEMETERY DE CARLOS CASAS

FICUNAM 2020: CEMETERY DE CARLOS CASAS

Por Carlos Rgó

La película de Carlos Casas cuenta el mítico viaje de un elefante hacia su muerte y el de un mahout hacia el cementerio de elefantes. El camino compartido por ambos personajes transita de una realidad concreta hasta llegar a la fuente del pensamiento imaginario, al encuentro sagrado para sentir la muerte.

El viaje de los personajes impulsa al espectador a iniciar un camino sensorial. En este último punto, Carlos Casas es enfático, el recorrido es dúplice, en el sentido de cuestionar las formas que ocupa el espectador frente al audiovisual mientras se cuenta un mito. El cineasta busca detonar cómo los espectadores tienen la posibilidad de reflexionar sobre su experiencia estética como si fuera el inicio de un viaje al interior de una jungla, con la película y sus elementos.

El sonido permite al espectador viajar, le describe y ayuda a proyectar su propio cementerio o lugar de enfrentamiento para luchar contra su voluntad. La transformación natural del movimiento humano, a través de una jungla, está enraizada con la atmósfera sonora. Cuando el proyecto empezó a exhibirse en museos había una espacialización con diversos canales de audio para provocar la inmersión del visitante, en cambio, en la sala de cine, la dirección de la historia se potencializa hacia el misterio de su final: para los personajes, el encuentro con la muerte; para el espectador, la oportunidad de encontrar en la imaginación un fundamento de la existencia, y no un estado inmóvil inventor de imágenes.

Hay un tipo de analogía en la oscuridad, en la que nos sumergimos al iniciar una película, y con el acto de cerrar los ojos: una situación precine, en la preparación de la imaginación para dejar de lado el intelecto –como sugería Ingmar Bergman–, es decir, el encuentro con una visualidad de segundo orden gracias a los vehículos sonoros que en la película son proporcionados por Chris Watson y el mexicano Ariel Guzik. El desafío fue doble: por un lado, la creación de una narración sonora simultánea al descubrimiento del personaje y del cementerio, al mismo tiempo, contribuir a la formación de un espacio interior para movilizar las expectativas visuales o sonoras de los espectadores.

Uno de los puntos de inserción del proyecto son las aventuras clásicas, como la de Tarzán, que obsesionan al director desde su infancia. Cemetery le ayuda a examinar qué tanto ha cambiado el paisaje de referencias cuando el relato encuentra un lugar en Occidente. El viaje del mahout y el elefante también narra la madurez del cineasta como espectador de narraciones clásicas hasta llegar al cine experimental. Esto puede comprobarse, de algún modo, en los agradecimientos finales, al citar una pléyade de artistas: Rudyard Kipling, Michael Snow, Guy Debord, Stanley Kubrick, Frank Capra, HP Lovecraft, Mark Rothko, René Daumat o Arthur Conan Doyle, entre muchos más.

Termino con unas líneas sobre la película escritas por Sonia Rangel, incluidas en el catálogo del festival: “Un filme sensorial que propone un viaje interior, una forma de meditación u oración. Ecología aural que en el silencio hace perceptible la vibración originaria y nos recuerda que al principio fue el sonido, y que cuando hayamos desaparecido, la música de la naturaleza, esa especie de bajo continuo que en su armonía sostiene todo, emergerá de nuevo.”

Sección Atlas
Director y guionista: Carlos Casas
Productor: Krzysztof Dabrowski, Saodat Ismailova. Elena Hill, Olivier Marboeuf
Dirección de arte: Meth Nuwan
Fotografía: Benjamín Echazarreta
Edición: Felipe Guerrero
Compañía productora: Map Productions, Ami Artist Moving Image, Spectre Productions, La Fabrique Phantom, Etnograf
Música: Ariel Guofzik, Sebastian Escet
Sonido: Chris Watson, Tony Myatt, Marc Parazon
Francia, Reino Unido, Polonia, Uzbekistán, 2019, 85 min