FICUNAM 2020: DEMONIC, GHOST STRATA Y LONELY RIVERS

FICUNAM 2020: DEMONIC, GHOST STRATA Y LONELY RIVERS

Por Mónica Delgado

En el programa 3 de cortos y mediometrajes, de la sección Atlas del Festival Internacional de Cine de la UNAM (Ficunam), se pudo ver en panorama cuatro trabajos de Ben Rivers, Pia Borg, Maureen Fazendeiro y Mauro Herce. Ya el film de Fazendeiro, Sol negro, ha sido reseñado en Desisfilm, pero comentaremos cómo luce insertado al lado de los otros tres cortos, como parte de una decisión curatorial.

En Ghost Strata (2019), Ben Rivers materializa un diario de viajes, divivido en doce meses. Establece una mapa sentimental, guiado por un espíritu supraterreno, es decir, por las fuerzas del azar. En alguno de los pasajes, Rivers se contacta con el geólogo británico Jan Zalasiewicz, quien ante un paisame rocoso, va explicando el concepto que da título al mediometraje: erosiones que provocaron espacios invisibles, que en la actualidad nos permiten imaginar a la roca compacta. Marcas de tiempos remotos. Ese intersticio de la imaginación sobre aquello que observamos. Desde esta revelación -o aclaración- es que todo lo que vemos tiene la presencia de este concepto, donde nos sometemos a indagar en las imágenes de nuevos lugares, de viajes y paisajes, estos estratos fantasmas. Y es allí que cobra sentido el inicio, de una lectura del tarot que va mostrando las posibilidades del destino, pero también de todo lo invisible a los ojos y que el montaje que emplea Rivers intenta hacer emerger.

De todas formas, pese a este espíritu “parapsicológico”, hay un efectoi de alguna manera acumulativo, que Rivers disgrega en estos meses, pero que puede percibirse como arbitrario o fácil. Organizar el corto a modo de meses, como una bitácora antojadiza, le quita algo de sorpresa y libertad.

Luego de esta sesión “espiritual y espiritista” de la mano de Rivers, caemos en las fauces de una propuesta estilizada, a partir de un documental extraño bajo el ojo de la australiana Pia Borg. La cineasta explora en Demonic (2019) la histeria colectiva a partir de los sucesos de un caso judicial, sucedido en los años ochenta. Recoge material de archivo, sobre todo de reportajes televisivos, donde se dan pistas del caso McMartin, sobre una denuncia a una guardería por abuso sexual satánico en California, EE.UU. Borg va mostrando fragmentos de estas denuncias por abuso sexual de 360 niños y de ritos satánicos, desde el rol que asumió la televisión y de cómo actuó al inicio el poder judicial. También, apela a posar el foco de su corto en la principal testigo, una paciente psiquiátrica que a la vez fue protagonista de un libro, “Michelle recuerda: una historia verídica de satanismo“, del psiquiatra canadiense Lawrence Pazder.

Más allá del tema, sobresale la forma en que Pia Borg elige para narrar esta suerte de documental terrorífico, donde las escenas de CGI que evocan espacios reales, transmiten la frialdad o atmósfera enrarecida para un trabajo de este tipo. También Borg apela al docudrama, al utilizar actores que dan vida a los sucesos descritos en el libro del psiquiatra Pazder. Pero lo que más le interesa a Borg es probar su tesis, de las probables formas que adquiere la memoria para hacer pasar por reales hechos que nunca sucedieron. Demonic es un film sobre la sugestión y la intimidad para fabular hechos con verosimilitud. Juega a un tipo de fantasmagoría más allá de las imágenes, donde como espectadores asumimos como hechos reales y que poco a poco la cineasta va desbaratando, a partir de un lugar común, el efecto de los medios para crear realidades. La forma de la histeria.

Cuando aparece Lonely rivers (2019), sentimos que el espíritu de los cortos anteriores se esfumó.(incluyendo el de Maureen Fazendeiro). Es decir, en este trabajo del cineasta y reconocido director de fotografía Mauro Herce, no estamos frente a nada que parezca un fenómeno fantasmagórico ni sobrenatural. Es más, nos arroja a la realidad de un único espacio, donde un grupo de hombres pasa momentos de ocio. Dentro del programa 3, este corto de Herce aparece como un reverso, donde estos estratos fantasmas parecen difuminarse en otro tipo de estética y perspectiva.

Un gusto por la música de Elvis Prestley y la afición al karaoke como herramienta de cohesión, para disipar la soledad, son elementos sencillos que Herce va articulando para mostrar una comunidad masculina. Alcohol y letras muy bien entonadas como vehículos que nos permiten imaginar un mundo fuera de campo: ¿dónde estamos?, ¿qué une a estos hombres? Si se conoce el largometraje Dead slow ahead (2015), de Herce, es evidente que estamos dentro de un ámbito conocido. Dentro de una cabina destinada para el esparcimiento, mientras afuera el mundo laboral duro, queda detenido.

Poco a poco descubrimos que estamos en un barco inmenso, donde viven por largas temporadas estos trabajadores filipinos, que no tienen más que este karaoke y algunas canciones para rememorar, recordar tierra firme y soñar con el retorno a los seres queridos. A través de una cámara que sabe moverse en este espacio reducido, y desde planos que detallan ventanas que miran al mar, o de mesas que se limpian tras noches contiguas de cigarrillos y cervezas, es que Herce va liberando a estos marineros de su claustro. Y así, Herce logra que estas interpretaciones, que por rato adquieren la fascinación del musical, en la medida que las letras y gestos, o performances en la ebriedad, van evocando situaciones, o sentimientos, y que en suma permiten esta fuga en altamar, para hacerle frente al malestar de la marea o al desarraigo.