FID MARSELLA 2020: VISIÓN NOCTURNA DE CAROLINA MOSCOSO

FID MARSELLA 2020: VISIÓN NOCTURNA DE CAROLINA MOSCOSO

Por Mónica Delgado

Lejos del film-denuncia, lo que plantea la cineasta chilena Carolina Moscoso, en su primer film, es una forma de revelación. Desde la aterradora experiencia de la violación, la cineasta compone un proceso de exhumación, pero donde no afloran certezas ni arengas combativas, sino dudas, oscilaciones, impresiones, estados de incertidumbre, sin apelar a la victimización ni a una crítica concreta. ¿Cómo describir este proceso de curación? ¿Qué posición tomar para traducir el trauma en imágenes? Es más, pareciera que Visión nocturna (Chile, 2019) apelara a mostrar una vía: pero, para sugerirla o intuirla.

Desde sus primeros minutos, Visión nocturna nos muestra a la luz como elemento temático sanador, pero también como forma sustancial para construir una “estética” de la curación, a través de tres dimensiones o valores, que la misma cineasta describe a partir de intertítulos, que evitan el monólogo o la confesión oral. La luz que encandila, la que ciega y aquella que propicia apenas indagar en la penumbra. Desde este motivo, Moscoso construye la ruta de este proceso, donde la luz se vuelve la esencia del modo de la expresión, en el sentido del testimonio y su representación. Por ello, el nombre del film, que remite literalmente a la habilidad para ver en la noche o al dispositivo que tienen algunas cámaras de video, pasa a ser el tamiz para la ubicación de la experiencia. Por un lado, es captar una realidad poco perceptible, detectar detalles que solo emergen desde esta oscuridad, y a la vez es la mirada del cazador, que busca un descuido, una señal, un gesto que invite a entrar de lleno a la escena (y a capturar una certeza). Y, el curso del film es precisamente mostrar cómo se depende o no de este artilugio, de interponer o no esta elección ante “lo real”, como una barrera ante la oportunidad de observar aquello que ya es susceptible de ser asimilado e interiorizado.

El film comienza con la descripción de los hechos antes y después de una violación, en Papudo, un balneario cerca a Valparaíso. Este preámbulo, y que sucedió muchos años atrás, condensa los recursos y tono que veremos a lo largo del documental: uso de archivo y de registros nuevos, cámara en mano, leyendas o textos para suplir a la voz en off, la intención del relato fragmentado, como si se tratara de pulsaciones de memoria. Conocemos a la cineasta a partir de este suceso, y nos acoplamos a su sensibilidad, que no busca juzgar ni escarmentar, es más, es como si de pronto compartiéramos este estadio de prueba: de encontrar algunas respuestas en lo cotidiano, en su relación con la familia, en los diálogos que se describen con el padre, en la relación con las amigas, o simplemente en el modo en que traduce esta “visión nocturna”. La marca de la violación, de la supervivencia, de la aceptación y de la interpelación no aparecen contundentes, sino como parte de un proceso de preguntas, como parte de una situación que requiere un ritmo y respuestas particulares.

Más allá del aspecto legal, del pésimo sistema de los operadores de justicia que confirma el documental, de la necesidad del grito y la denuncia, lo que plantea Visión nocturna es la relatividad del ritmo, del periodo en que las víctimas deciden el modo de obtener una respuesta, ya sea individual o colectiva. Por ejemplo, la escena del parto, más allá de la hermandad con algún aspecto de lo femenino, evoca la posibilidad de una comunidad sintonizada con una convivencia más natural, que puede ir en cuestión de minutos de la danza y el jolgorio al dolor y su consecuente felicidad. La cámara detenida en el rostro del nuevo padre en llanto podría evocar esa reconciliación con un mundo masculino hostil. Así, Moscoso nos habla de un tópico complicado, que podría conflictuar a un feminismo radical.

El valor de un film feminista como Visión nocturna está en sus formas, en su lenguaje heterogéneo para graficar también la existencia de varios feminismos, de sus modos de batalla, diversos, eclécticos, iniciales, de sus indecisiones y afirmaciones. Más allá de una terapia, lo que Moscoso propone es la posibilidad de una cura, donde no hay recetas, ni arengas ni sentencias que funcionen arbitrariamente.

Competencia internacional- Gran premio del festival
Dirección: Carolina Moscoso
Guión: Carolina Moscoso, María Paz González
Fotografía: Carolina Moscoso
Edición: Juan Eduardo Murillo
Sonido: Mercedes Gaviria
Música: Camila Moreno
Producción: Macarena Aguiló
Chile, 2019, 75 min