Por Mónica Delgado
La película más “política” de Eric Baudelaire forma parte de la competencia oficial del Fronteira Festival y colabora a formar un panorama más contundente de esos intersticios estéticos y conceptuales a los que se refieren los programadores en su suerte de manifiesto. No solo por la puesta en escena híbrida y de discursividad en capas, sino por el contexto de Líbano actual desde la filosofía de las cúpulas terroristas. The Ugly One (Francia, 2013) es ante todo un ensayo sobre la mística en tiempos de disidencia política y militante, y como menciona Masao Adachi en alguna parte del filme con su”Quisiera que haya más juventud militante”, es la disertación entre docudrama y ficción total de la incapacidad del compromiso a ciegas, ante una situación crítica y límite que devuelve a lo primario o esencial.
The Ugly One se basa en una historia de Masao Adachi, quien también es el narrador en off, en un japonés nostálgico que va recreando épocas pasadas de su estadía por Beirút, en tiempos en que era parte del Frente de Liberación Palestina desde el famoso movimiento Red Army junto a Koji Wakamatsu (no es casual escuchar parte de la banda sonora de Ecstasy of the Angels). Adachi describe ese Beirút caótico de los años sesenta, mientras Baudelaire lo confronta con imágenes de la ciudad actual donde al parecer poco ha cambiado, con sus barrios de refugiados y con el miedo de vivir cualquier ataque demasiado presente. Sin embargo Baudelaire desestima la idea de un documental convencional desde el inicio, puesto que estos primeros minutos sirven para poner en contexto la representación de la historia que Adachi coloca en su propia narración, como se si trata del sueño dentro del sueño, y que se va construyendo a modo de diario fílmico: la película se va “haciendo” en ese mismo instante en que Adachi presenta a los personajes y comenta las posibilidad de hacerlo desde una intención u otra, con detalles que implican acuerdos con el mismo cineasta. Esta transacción de Baudelaire como autor absoluto, por la de aquel que acompaña el pensamiento del narrador es lo que prima en el filme.
Si bien en The Anabasis of May and Fusaku Shigenobu, Masao Adachi and the 27 years without images, Baudelaire estableció esta búsqueda del pasado que el cineasta japonés sublima desde sus recuerdos en el Red Army, aquí en The Ugly One, esta memoria adquiere la posibilidad de plantear disyuntivas a ese filiación política y a la mística de aquellos tiempos, confrontada con su perdida dentro de un movimiento agrietado, lleno de prejuicios y sin muchas convicciones. Los personajes que crea Adachi, lejos de ser arquetipos se vuelven chivos expiatorios de una premisa mayor, que apunta a la naturaleza de los grupos revolucionarios y sus impulsos y reacciones ante eventos inusitados. Michel y Lili pierden a una hija en medio de un ataque terrorista, y este luto les pemite analizar su rol dentro de su propuesta política y liberadora.
The Ugly One supone una apuesta conceptual por abordar la idea de la memoria y sus posibilidades de recreación ante la imposibilidad de representarla tal cual. Como en la reciente Letters to Max (el notable trabajo a partir del intercambio epistolar con el amigo y diplomático de Abkhazia, Maxim Gvindjia), Baudelaire trasmite a partir del espacio lo que los personajes intentan decir, o que quizás los complementan en una alquimia extraña entre espacio y ser.
Competencia oficial de largometraje
Director: Eric Baudelaire
Productor: Eric Baudelaire
Guión: Eric Baudelaire, Laure Vermeersch, Masao Adachi
Reparto: Rabih Mroue, Juliette Navis, Masao Adachi, Manal Khader
Fotografía: Claire Mathon
Editor Stéphane Elmadjian, Cécile Frey
Diseño de sonido: Jean Holtzmann
Música: Julius Eastman
Duración: 101 minutos
Francia, 2013