Por Mónica Delgado
La elección de este documental Journal de septembre (2019) del belga Éric Pauwels para inaugurar la edición online del 3° Festival Internacional de Cine de No Ficción, Frontera Sur, que se coordina este año desde Concepción, en Chile, sintetiza una apuesta estética y política por un cine estimulante, pasional e íntimo. Este film, que abre diversas secciones, se vuelve la demostración de un modus operandi, que quizás gobierne la mayoría de películas de esta programación 2020: una producción en solitario, donde el cineasta materializa (y sublima) el rol del artesano, libre, y que no tiene corsé alguno para retratar una realidad que conmueve, o que en algunos casos, confronta, desde una diversidad de recursos. Quizás, al iniciar con este trabajo de Pauwels, el festival quiso enfatizar este lado poético y familiar, toda una experiencia sensible, pero también una certeza: de la sabiduría y sencillez que los espectadores pueden hallar en discursos retadores. Además el film comienza el 1 de setiembre, el mismo día que inició esta edición. Un buen detalle.
Journal de septembre es un relato sobre cómo detener el tiempo para hacer una síntesis, una introspección que detecta la sorpresa de lo cotidiano. A modo de diario, Pauwels toma como estructura varios días del mes (que se incluso se extiende hasta días imposibles, como 35 de septiembre), que va marcado el tono episódico, de sucesos tamizados por la mirada del cineasta y por su narración en primera persona. Esta mecánica del diario, que ya plantea un orden lineal, y que podría resultar fácil o predecible, esquemático y arbitrario, un cajón de sastre de lo hogareño y amical, se enriquece con algunas elecciones del cineasta muy creativas, que dilucidan un componente racional y reflexivo sobre el acto de ver y de filmar o registrar.
Hay un momento espléndido que grafica los supuestos del universo de Pauwels en este film: el espectador (o cineasta como yo que filma) se deja llevar por la observación a través de una lupa, que a su vez nos acerca a la textura de varias hojas y flores, en planos muy cercanos. De pronto, los bordes de la lupa desaparecen y nos encontramos dentro de un encuadre que invisibiliza este tamiz. Sin embargo, la mediación de la lupa está allí presente, ayudando a captar estas fibras o superficies de estas plantas extremadamente bellas. Este recurso que plantea una permanente intervención vuelve a través de diferentes maneras: el cineasta filmándose a sí mismo en la ventana de un tren, algún reflejo en alguna laguna, el simulacro o recreación de obras pictóricas, escenas etnográficas filmadas por un amigo, la lectura de fragmentos literarios por actores y actrices en un casting o la yuxtaposición de pinturas sobre registros analógicos. Mil modos de materializar el concepto de intervención o mediación que ejercita Pauwels de modo lúdico.
Pauwels, quien se inició en el cine etnográfico de la mano de Jean Rouch, refleja aún este interés en algunos motivos de su cine reciente, como el influjo exótico de tierras extrañas, los viajes y los relatos desde pasajes remotos. Pero lo que prima más es su planteamiento visual para unir cine desde lo pictórico, desde las similitudes, las formas que se igualan o atraen, como si fueran experiencias simbióticas de artes vivos. Esta exploración documental que se relaciona intensamente con lo onírico, tiene a pesar de la estructura episódica un inicio y un final que se encuentran, desde la misma situación de observación, que adquiere un tono proustiano. Como si encontrarse con una postal, enviada por un amigo querido, abriera este cofre de los tesoros, traducido en los 80 minutos de metraje.
La música cumple un rol esencial, para mostrar no solo a su compañera Eliza Smierzchalska, y colaboradora en la producción de sus películas más recientes, en momentos más familiares, sino para darle materia a una tocada de piano, a sonidos de gaitas o canciones populares de las Islas Salomón, también en sintonía con esta idea de búsqueda del tiempo perdido.
Como pasa en su cine más reciente, un corpus con un estilo estable y particular desde Lettre d’un cineaste à sa fille (2000) y Les films rêvés (2010), en Journal de septembre confirmamos este estilo donde prima la reflexión sobre la naturaleza de lo cotidiano, donde todo parece trascendental o demasiado humano, que recuerda inevitablemente a Alain Cavalier, pero, creemos, lo supera. Citas a Jean Genet, Jorge Luis Borges o Emile Zolá para reforzar este mundo de simulacros, generados como apoyos “metaficcionales”, pero que al final de cuentas van mostrando una vez más este recurso de Pauwels, el de trasladar constantemente el punto de vista. ¿Qué tan íntima y personal es su mirada? O parafraseando la cita de Borges, que remite a Genet: la mirada de Pauwels aquí es la posibilidad de la mirada de todos los hombres. La mirada universal sobre lo mundano y cotidiano.
Film de inauguración
Dirección: Eric Pauwels
Guion: Eric Pauwels
Fotografía: Reinhart Cosaert, Olivier Dekegel, Stany Defise, Eliza Smierzchalska, Léo Pauwels, Gaspard Pauwels, Eric Pauwels
Montaje: Rudi Maerten
Sonido: Jeanne Debarsy
Producción: Eric Pauwels
Bélgica, 80 min, 2019