Por Pablo Gamba
La programación del festival Frontera Sur reúne este año las más recientes películas de las dos figuras históricas más destacadas del cine experimental argentino: Narcisa Hirsch (Berlín, 1928) y Claudio Caldini (Buenos Aires, 1952), que pertenecieron ambos al llamado “grupo del Instituto Goethe” en la década de los años setenta. Son los cortometrajes Myst, de Hirsch, y Poilean, de Caldini, grabados ambos en video.
Hay que ver Myst como una de las películas de Hirsch que dialoga con otras obras, como Come Out (1971), basada en la pieza homónima (1966) de Steve Reich, y Taller (1976-1977), que dialoga con A Casing Shelved (1970), de Michael Snow. En este caso, el vínculo es con Cómo atrapar el universo en una telaraña (2018), una exposición de Tomás Saraceno en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires.
Myst es una obra de poesía mítica, forma característica de los comienzos del cine underground estadounidense, de realizadores como Maya Deren, Kenneth Anger y Stan Brakhage. El comienzo en limbo negro plantea un diálogo entre la voz y la imagen que evoca los poemas sobre la creación del mundo. En cuanto al dialogo que establece con Sarraceno, podría decirse que Hirsch privilegia los seres por sobre las interconexiones, y de estos destaca la acción que los pone en movimiento, el avance.
El motivo central es la araña, en lo que esta película, hecha por Hirsch a los 91 años de edad, trae el recuerdo de su primer film, Marabunta (1967). Una tarántula, lógicamente, aparece en varios planos, y también imágenes cósmicas. Pero el texto no es de tono lírico: “El universo es una araña pollito… una gran y oscura araña pollito… una araña pollito que camina y teje su propio hilo”. Esto, y el cuerpo desnudo de un hombre, la armonía humana de la música, y los pasos del ascenso a una montaña nevada, de zapatos de tacón en la calle, de un atleta, de pies desnudos sobre la tierra y sobre el mundo recuerdan que los diálogos de la cineasta pueden buscar la polémica y que el humor es una forma moderna de humanizar el cosmos.
Poilean es parte de un foco dedicado a Caldini en el que dialoga con dos de sus cortos más conocidos: Ofrenda (1978) y Cuarteto (1978). Es pertinente la selección de estas otras obras, filmadas en Super 8, no solo porque las tres tienen como motivo las plantas y sus flores sino porque en Ofrenda se trabaja con la creación del tiempo, por medio de la animación, y en Cuarteto del espacio, con sobreimpresiones.
El cineasta ha dicho que Poilean es una exploración de la visión táctil, lo cual explica el uso del video por referencia a los comienzos del videoarte y su confrontación con el medio que Marshall McLuhan definió como del tacto: la televisión. La pequeña cámara, de hecho, se “posa” sobre las flores en un recorrido entre girasoles. Pero las dos películas que la acompañan llaman a reparar también en que el tiempo es aquí el del plano largo que va de un girasol a otro y a otro, aunque hay montaje, y el espacio tiene la continuidad del recorrido de la cámara por el campo bajo un sol radiante.
Esto lleva a preguntarse, entonces, por el punto de vista, que intuitivamente pareciera ser análogo al de una abeja –una curiosa interpelación a la oscura tarántula de Myst–. Sin embargo, el rango de los movimientos no es el de un insecto volador como ese sino el de un hombre que camina de una flor a otra, tratando de mirarlas y de fundirse con ellas como si fuera más que un ser humano con una cámara entre los girasoles.
Hay que volver, por tanto, a la cita de Chuang-Tzu de Cuarteto: “El propósito de las palabras es transmitir ideas. Cuando las ideas se han comprendido, las palabras se olvidan. ¿Dónde puedo encontrar un hombre que haya olvidado las palabras? Con ése me gustaría hablar”. Es la “conversación” que hay que tener después de ver Poilean.
Iluminaciones
Myst
Dirección: Narcisa Hirsch
Montaje: Clara Frías
Sonido: Nicolás Diab
Música: Claude Debussy
Argentina, 2019, 15 min.
Sesiones especiales
Poilean
Realización: Claudio Caldini
Argentina, 2020, 14 min.