FRONTERA SUR 2018: LAS CRUCES DE TERESA ARREDONDO Y CARLOS VÁSQUEZ

FRONTERA SUR 2018: LAS CRUCES DE TERESA ARREDONDO Y CARLOS VÁSQUEZ

Por Mónica Delgado

En el marco de la segunda edición del festival chileno Frontera Sur, la presencia de un film como Las Cruces, de los cineastas Carlos Vásquez Méndez y Teresa Arredondo, empató con la intención y objetivos propuestos dentro de la programación total, que tuvo al foco dedicado a los franceses Straub-Huillet como norte.

Este norte tiene que ver con una puesta en escena dialéctica, que permite describir relaciones entre realidades distintas, y que a la manera de los Straub-Huillet, la pareja de cineastas chilenos extrapola a la historia reciente con las consecuencias de la dictadura de Augusto Pinochet, desde indicios del pasado que grita ser recuperado. Este montaje dialéctico, que exhuma el pasado a partir de lecturas en off de declaraciones o testimonios de índole policial y judicial, están soportados en largos planos o travellings (a modo de devenir) de viajes en tren, visitas a una fábrica o entornos diversos que remiten al territorio del pasado de los 19 obreros de una maderera que fueron asesinados por militares unos días después de que se diera el golpe de estado en el Palacio de la Moneda. Las declaraciones de los verdugos, confesando su crimen, apenas se posan sobre ese espacio que permanece inalterable e indolente. Entonces, ¿en dónde reside la conciencia de la culpa o de la urgencia de hallar justicia?

Teresa Arredondo y Carlos Vásquez comienzan el film con escenas cotidianas de gente bañándose en un lago de Laja, la zona donde sucedió el genocidio. Esta aparente tranquilidad es dejada de lado por los sucesos que parecen querer alterar lo cotidiano. A partir de las voces de algunos familiares o personas de la comunidad, surgen estas lecturas, que van modificando el paisaje, o al menos los hacen lucir como una segunda capa subyugada por los efectos de estos testimonios que permiten al espectador generar un imaginado campo visual, el de la crudeza y el de la impunidad, fuera del plano. Así, los cineastas proponen traer al pasado a la luz del presente, pero dentro de un panorama donde no ha habido justicia, y donde al parecer costará mucho obtenerla. El montaje dialéctico adquiere su finalidad, componer desde estas dos realidades dispersas y lejanas un diálogo que no tiene final, donde surge a la vez otra interrogante, ¿a quiénes hacen dialogar en esta puesta estos cineastas?

Por otro lado, hay unos momentos que dejan entrever que hay un culto a determinados códigos de la vida militar que parecen inofensivos, como los desfiles escolares, que parecen condensar en su brevedad toda una carga cultural fuerte que sigue permaneciendo. En algún momento de Cien niños esperando un tren (1988) del documentalista Ignacio Agüero, que también se pudo ver en esta edición de Frontera Sur, un niño es entrevistadopor el cineasta, quien le pregunta qué quiere ser de grande, ante lo cual responde: quiero ser milico. Como si de pronto, esas escenas marciales de Las Cruces que quiere dar pistas de un país sometido a una atracción indisoluble por el autoritarismo, cobraran una relación con la sensibilidad del film de Agüero, a través de esa respuesta del niño que surge vigente y descarnada.

Y este montaje dialéctico, de fluido permanente, de Las Cruces se materializa con contundencia en la realidad, ya que el asesinato por parte de militares de estos 19 trabajadores aún no tiene culpables, y es probable que no los siga teniendo.

Sección nacional
Dirección: Carlos Vásquez Méndez, Teresa Arredondo
Reparto: Ernesto Fica Toledo, Erna Orellana Moya, Luis Palma Leon, Segundo, Calfulén, Osvaldo Soto Bahamondes, Jorge Leon, Eusebio Suarez Oñate, Richard Saravia Bravo
Guion: Carlos Vásquez Méndez, Teresa Arredondo
Fotografía: Carlos Vásquez Méndez
Sonido: Andrea López Millán
Edición: Martín Sappia, Carlos Vásquez Méndez
Chile, 2018, 75 minutos