Por Malena Martínez Cabrera
“Elegir para cada escena el encuadre preciso”, con esta premisa el cineasta ítalo-estadounidense Gianfranco Rosi concentra el esfuerzo de su trabajo cinematográfico documental, ya que es desde esos frames desde donde contará toda su historia. En Notturno (Italia, Francia, Alemania, 2020), Gianfranco Rosi elige a las personas que reflejan toda la intensidad del momento, predice el mejor momento del día, la luz necesaria, la esquina precisa donde se ubicará la cámara. En sus propias manos recaen tanto el registro de la imagen como el del sonido, pues Rosi trabaja como one-man-crew.
Su estética y dispositivos cinematográficos los encontró Rosi para sí durante sus primeras películas. En cada obra posterior ha afianzado esta búsqueda. En 2010 realizó El Sicario, room 164, que consiste en un solo movimiento de cámara que logra un poderoso relato oral ininterrumpido, y que causó gran impresión. Rosi lo considera su film favorito. En 2013 su obra Sacro GRA fue el primer documental en obtener un León de Oro en la historia del Festival de cine de Venecia. Y en 2016, con su extraordinaria Fuoccoamare (Fire at sea) ganó el European Film Award al mejor documental y el Oso de Oro de la Berlinale.
En 2020, año de la pandemia, Rosi nos presenta Notturno, una película realizada en cuatro países, en un proceso de tres años durante los cuales filmó 80 horas de material que se destilaron en 100 minutos de cine. El área donde Rosi decidió situar su cámara esta vez fueron las zonas de frontera de cuatro países del Medio Oriente en conflicto y ocupación: Siria, el Líbano, Irak y Kurdistán; lugares desde donde además proviene gran parte de los nuevos inmigrantes que llegan hoy a Europa. Tuvimos la suerte de apreciar su película en la pantalla gigante durante la Viennale 2020, que conservó el espíritu del evento cinematográfico real hasta un día antes del segundo lockdown (encierro antipandémico) de Austria, y con azar, unos días antes del acto terrorista islamista que acaba de ensombrecer el centro de la ciudad de Viena, que es donde se encuentran la mayoría de los cines del festival.
“Mi trabajo comienza donde los breaking news terminan”
Notturno inicia con un breve texto sobre las poblaciones civiles de Líbano, Irak y Kurdistán que “pagan las consecuencias de las codicias y la ambición de poder que desencadenaron en un círculo vicioso de golpes militares, gobiernos corruptos, líderes autoritarios, intervenciones extranjeras” y terrorismo. Pero, en este film., Rosi no filma la guerra y no intenta cubrir ni profundizar en la información periodística. Lo contrario, se detiene en espacios cotidianos rodeados de signos de violencia, destrucción y tragedia, y nos da un panorama de cómo continúan sus vidas las personas de aquellos países. Notturno intenta ser “una película de luz sobre la oscuridad de la guerra”.
El contenido común inevitable: el estado de alerta permanente en las fronteras y las permanentes heridas psicológicas en los pueblos, expresados a través de escenas donde el tema de la espera y la inminencia devienen en un ostinato en medio de la pulsión tranquila o del esfuerzo para seguir viviendo. Pocas conversaciones, alguna de dos enamorados felices, mucho silencio humano y muchos bombardeos. Un intenso escenario acústico conformado por ruidos de metales, sonidos militares, de motores y de guerra.
La gama de estados de luz contenida en los paisajes abiertos – amaneceres, atardeceres, noches, cielos nublados- permite la cadencia del notturno que se busca a través del film, a través de los espacios habitables y no habitables que vemos. Desde la comodidad de nuestros asientos vemos los cuerpos de guerra, los soldados, las tropas, los guardias de frontera, a las madres que recitan responsos en las casas de torturas de sus hijos, cazadores de aves, a Alí, un adolescente que debe salir de casa y asumir responsabilidades de padre, oímos a los pequeños traumatizados y vemos sus dibujan impregnados de los uniformes de los sanguinarios terroristas de quienes lograron escapar. Los pacientes psiquiátricos adultos practican una obra de teatro sobre la historia política de su patria Siria:”Primavera de guerra”. Los presos, con traje naranja encendido, descansan en un galpón superpoblado. Una madre oye por fin juntos todos los mensajes que le dejó en secreto su hija secuestrada por el Daesh.
“Transformar lo que tienes al frente. Transformar esa realidad en algo más, eso es cine“.
“Registrar la realidad filmándolo todo, moviendo la cámara de aquí para allá, tiene más de ‘marcar territorio’ que de cine.
¿Cómo logró acceder a espacios y momentos tan íntimos de sus personajes? Rosi se dedicó ocho meses a conocer las zonas y a la gente. Cuando volvió, esta vez con su cámara, ya se había construido una base de confianza mutua y los personajes le abrieron sus puertas con naturalidad. Rosi confiesa, sin embargo, que filmar es un momento incómodo para él, porque la cámara transforma la sensación de estar rozando con ella momentos de verdad, lo reconforta, pero en general no se puede decir que disfrute aunque ponga en él todo su ser.
A propósito de su película El sicario, room 164, en una entrevista anterior, ya nos había expresado hace 10 años que: “Lo que puede borrar el límite entre el documental y la ficción es el trabajo de confianza establecido con el personaje”. Manejar con maestría esa delgada línea entre ficción y documental, continúa siendo su desafío estético: “Sí, en este proyecto continúo trabajando sobre aquella delgada línea entre documental y ficción, usando el lenguaje del cine con la autoridad del documental, es decir con la consciencia de tener frente a mí el peso de la realidad, y no una ficcionalización”.
Para Notturno, Rosi tuvo un productor de campo en cada país, así como un asistente – traductor – guía, en quien deposita toda su confianza para moverse en la zona, sin embargo todo el trabajo de registro de imagen y sonoro se concentra en sus propias manos.
Desistfilm: ¿Tienes un asistente que se ocupe del sonido mientras tú filmas?
Gianfranco Rosi: No, para mí sonidos e imágenes son una pieza, yo no los separo y lo hago todo. Cuando filmo debo tener mis audífonos puestos y así es un todo con la cámara.
Desistfilm: También, ¿registras aparte solo el sonido como un sonidista?
Gianfranco Rosi: Sí. Siempre he sido one-man-crew. Para mí son un todo los elementos que forman parte de la narración: imagen, sonido y dirección. Luego, durante la edición, trabajo el sonido como en una película de ficción, el sonido de este film me tomó cinco meses, es muy importante para mí.
Desistfilm: ¿Cómo eliges la luz? El tiempo del día que eliges en este film han sido a menudo el del amanecer y el atardecer.
Gianfranco Rosi: La luz es para mí esencial cuando trabajo. Al iniciar esta película yo quería filmar todo durante la noche, porque me sentía protegido por la luz. Luego, poco a poco, empecé a abrir la escena a más dimensiones, a los crepúsculos e incluso a la luz exterior. Pero, afuera no quería filmar con luz dura ni con cielo azul, porque sino todo se iba a convertir en otra cosa, así que siempre estuve esperando que lleguen las nubes, la lluvia. De ese modo, sí me fue posible ubicar la cámara exactamente donde yo quisiera. Por ejemplo, para una vista que tengo de 360 grados, y encontrar la distancia correcta para filmar. Hacer esto es fundamental para mí y es donde el storytelling comienza, cuando todos los elementos, luz, sonido, cámara, y todo lo que el lenguaje del cine nos brinda se ponen al servicio de la realidad que se está filmando. Yo no acepto el hecho de que filmar la realidad tenga que ser en bruto. ¿Por qué mover la cámara sería más real? Eso es algo a lo que siempre me opuse. Pienso que al elegir un encuadre y poner a la gente entrando a ese frame, uno crea una identificación con lo que se está viendo. Uno no necesita siempre atravesar el movimiento de cámara para ser más verdadero. Desde joven siempre busqué un acercamiento cinemático y busqué ser capaz de contar la historia dentro de ese encuadre, y tener una estructura, siempre. Ese es el gran desafío. Eso exige paciencia y espera, esperar mucho.
Desistfilm: Claro, para ello primero debes entender las dinámicas de tus personajes.
Gianfranco Rosi: Exacto, tienes que anticiparlas.
Desistfilm: Cuando no las conoce mucho, al contrario, es necesario danzar más con la cámara. En todo caso, tú has elegido la opción de esperar…
Gianfranco Rosi: Una parte inmensa de mi trabajo consiste en esperar. Y de algún modo esto refleja también lo que yo encontré allí. En Notturno notas que la sensación de espera es enorme, parece que todos están esperando, al enemigo, lo desconocido, al futuro, a las decisiones políticas, incluso los estadounidenses están esperando, movilizándose o esperando para movilizarse. Y eso es parte del storytelling.
Desistfilm: Parece que todos estuvieran haciendo guardia en sus fronteras. Hay un cazador en el lago…
Gianfranco Rosi: Sí, también el guardia que está cazando está esperando por las aves, y no hace un solo disparo, es una espera constante.
Desistfilm: Esta vez apreciamos que en Notturno hay mucho silencio, en el sentido de que hay ausencia de diálogos. ¿Es porque eran países donde no conocías el idioma o por otros motivos?
Gianfranco Rosi: Bueno, probablemente eso es parte de ello. Pero, esta vez sentí que este film debía ser como la música. Sentí la fuerte necesidad de incluir espacios entre las notas. El silencio es tan importante como las notas en sí mismas, porque marca separaciones en las composiciones musicales. Entonces, entre personajes, exploré bastante la sensación del silencio y blancura, eso de algún modo me ayudó a tener una zona de reconforte allí en el silencio.
Desistfilm: La situación es tan dura que la gente no habla mucho en tales circunstancias, quizá, por ejemplo cuando las mujeres soldado se alistan en la habitación y vuelven a salir.
Gianfranco Rosi: Bueno, estas mujeres están viniendo de un combate, de arriesgar sus vidas, no están precisamente en onda de fiesta. El silencio es parte de la sensación de estar suspendido del film, de no querer hablar, hay más introversión y un dolor que no se quiere compartir con todo el mundo. Muchas veces sentí que el dolor era una parte fuerte de la vida diaria, el silencio con el eco a la distancia de la guerra, constantemente.
Desistfilm: En el discurso que proviene del cine documental muchos autores repiten: “no quiero ser informativo”.
Gianfranco Rosi: Sí, porque vivimos en medio de demasiada información en este mundo. Solo vas a internet y ya la tienes. Para mí, el cine documental debe convertirse en algo más emocional. Quiero impactar a la audiencia de una forma emocional. No quiero dar una respuesta. A cada pregunta que tenga, cada audiencia debe responderse a sí misma, eso es muy importante para mí y ese es mi desafío al hacer documental. Es lo mismo que buscó Flaherty con Nanook, no querían darte respuestas sino algo más emocional. También se usa la palabra “poético”, cuando hay una sensación de suspensión. Es la misma diferencia que hay entre leer prosa o un ensayo, y leer poesía. En la poesía uno debe leer entre palabras; en un ensayo sigues con exactitud un proceso de escritura.
Desistfilm: ¿Podemos decir que tú eliges la poesía?
Gianfranco Rosi: No quisiera decir eso porque es un poco reductivo pero sí me gusta transformar las cosas en algo más, darle una sensación de suspensión a lo que veo. Transformar la realidad. Porque la realidad en sí no es interesante, ¿sabes?.
Desistfilm: ¿No lo es?
Gianfranco Rosi: No siempre.
Desistfilm: Te cuento que en el Perú nosotros no tenemos escuela de cine, incluso no tenemos registro de nuestra propia historia o hechos del presente, en ese sentido sí tenemos, como en Europa, demasiada información pero no acerca de nuestra propia historia. ¿Cómo evitamos caer en el esnobismo cuando hablamos de cine en términos de calidad frente a la precariedad de otras sociedades o cineastas que filman diferente? A veces cuando pienso acerca del cine peruano, temo que cuando desde Europa se habla mucho de que solo dejar la cámara quieta, observar, “solo eso es cine y el resto no lo es, es reportaje”, puede sonar despectivo. En nuestra sociedad lidiamos con la precariedad, incluyendo la del tiempo, yo pienso que tener tiempo es un lujo. El quality time es también al final un criterio occidental.
Gianfranco Rosi: Cuando yo pongo mi tiempo, termino de hacer la película y no tengo nada de dinero. No es que me paguen por tres años de trabajo. Me pagan para hacer un film y el presupuesto para documental no es muy grande. Tengo un budget, pero lo invierto en tiempo. Mientras más tiempo pongo, menos dinero veo. Para mí no es un asunto de ser pobre o rico o privilegiado. Yo soy un cineasta y el asunto es encontrar el lenguaje cinematográfico correcto para mí. Cuando yo era estudiante hice Boatman (1993) en la India, sin dinero, y me tomó cinco años. No fui privilegiado, fue cuestión de obsesión. No se trata de ser de alguna clase social sino de encontrar tu manera de decir la historia. Below sea level (2008) me tomó tres años, y en medio tuve que hacer otros trabajos. Entonces, no creo que ponerlo como algo snob sea lo correcto, son decisiones que toman los individuos sin llorar porque otros sean privilegiados y uno no. Puedes hacer un film que tome diez años y en medio trabajas, haces otras cosas. Mis tres primeros filmes tuvieron cero budget y costaron solo tiempo. Estuve trabajando haciéndolo todo, pero estaba obsesionado con sacar de allí una idea de hacer cine. O sea no se trata de ser del Este, del Oeste, ni rico ni pobre. Se trata de una elección artística e individual.
Desistfilm: ¿Puede que la otra opción sea una elección “histórica”, entonces, la de filmar a pesar de la precariedad y de la cámara inestable?
Gianfranco Rosi: Bueno, ahora todos pueden hacer films con el teléfono, ya no se trata de budget sino de lo que tú ves y la historia que quieres contar. Se trata de cómo un individuo ve la realidad y la filma y no del país a donde pertenece.
Entrevista realizada por Malena Martínez Cabrera, en Vienna, el 31 de octubre de 2020.