Por Enrique Méndez
¿Y si el Tercer Reich se hubiera desatado en Latinoamérica? No es que sea lo mismo, pero es probable que a más de uno se le ocurra vincular el apelativo con alguna de las dictaduras acontecidas en la región y esa sería una tentativa de respuesta. Como ejemplo, seguramente a José Agrippino de Paula se le atraviesa esta inferencia durante la gestión suscitada en Brasil alrededor de los años sesenta, haciéndola ese pellizco de motivación para realizar una película y a la vez tratar de remecer los estándares de una corriente cinematográfica como la del Cinema Novo.
Primera lectura: una parodia al presidente de turno y a su contexto ubicado en un país considerado por los historiadores como parte del Tercer Mundo. Uno en el que llega todo con retraso, por eso el régimen establecido aquí se desarrolla varios años después de que el verdadero Adolf Hitler terminara su gobierno y el periodo nazi se despidiera de Alemania.
Ahora vamos con el personaje. El que tenemos aquí es un Führer vacilante, desborda un grado de torpeza y de partida se va estableciendo el contrato de la sátira. Su estado de mando es reproducido de forma intempestiva y se pretende dar cuenta de un panorama en el que lo caótico prima por sobre todas las cosas. ¿Quiénes son sus subordinados? Una milicia numerosa de soldados obtusos, un científico dedicado a la experimentación bélica y cierto androide asesino que participa de las Waffen-SS. Su despertar durante los minutos iniciales, seguramente es una advertencia y es la que abre camino al desencadenamiento de más problemas en el entorno.
No obstante, hay una serie de personajes que se encuentran alrededor, moviéndose a través del espacio y su presencia va cambiando un poco la perspectiva de todo esto. Vemos a un Samurái muy gordo, casi fantasmal y va caminando por diferentes lugares desatando su sed de castigo. También está La Mole, sí, el de Los 4 Fantásticos, algo desorientado y trata de integrarse a la sociedad. Por último, hay un artesano que trabaja con ilustraciones de íconos pop del comic norteamericano y cierto falo de dos pies que se asoma de vez en cuando. Todos provenientes de un continente distinto, dispersos, surreales y ejecutan acciones que se anteponen al modelo de lo políticamente correcto.
Segunda lectura, una mirada sobre la globalización y la representación de una sociedad considerada como tercermundista durante aquella época. El escenario en el que se sucede todo es salvaje, incierto y los actantes se encuentran en medio del subdesarrollo. Aquí nuevamente se manifiesta el sarcasmo de Agrippino de Paula, asimismo cuestiona la forma de cómo su país es visto, tanto por su propio entrono como por el resto del mundo y es lo que podría poner a prueba en este proyecto. Además, el rodaje se hizo casi de forma clandestina y por lo mismo hay una cuota de documental insertada en esta ficción. Los intérpretes fueron dispuestos mayoritariamente en locaciones reales, entonces su interacción frente a las personas y las reacciones de estas también lo eran. Un riesgo por asumir desde esa etapa hasta la exhibición, vale la pena recordar que la película es hecha en 1969 y debido a la censura no ve la luz hasta 1984. A esto se suma una imperfección estética, el onirismo de un sonido extradiegético insertado durante gran parte del metraje y cierto montaje no lineal que hace mucho más desconcertante la propuesta.
Pero, finalmente ¿Qué es Hitler Terceiro Mundo? ¿Un acto subversivo? ¿Un relato bizarro? o ¿la exploración sobre una nación en etapa de debacle? Quizá sea un poco de todo lo mencionado. Obra de culto imprescindible e inédita dentro del cine latino. Una película que interroga, hecha a modo de arrebato y recuerda como el cine ha sido agitador en este hemisferio desde hace varias décadas atrás.