Por Mónica Delgado
El concepto de miniaturas cósmicas ya ha sido usado por el escritor y cineasta alemán Alexander Kluge en algunos textos y conversaciones en torno a reflexiones sobre la persistencia de un universo visual y filosófico entre bizarro y popular sobre el cosmos y sus misterios. Y la estética ensayística naive, al utilizar solo diapositivas o fotografías, intertítulos desde una colorida fuente comic sands, y diversos pasajes sonoros, que van desde música clásica a música electrónica actual, también ha sido parte de obras previas como Die poetische Kraft der Theorie (2007), y que en este nuevo film explaya.
La presencia de un film como Cosmic miniatures, en la sección Harbour del festival de Rotterdam, no solo significó un homenaje (y que iba a contar con la participación misma del cineasta, y que al final se canceló) o un acercamiento a los trabajos recientes de Kluge, de corte más experimental, sino también una oportunidad para mostrar una forma distinta de la reflexión filosófica, desde la contemplación de imágenes y el uso del IA para la creación de mundos anodinos. Y, sobre todo, la fortuna de que aún podamos asistir al estreno de una obra de un autor vital, nacido en Halberstadt, en 1932, y que obtuvo reconocimiento mundial debido al impulso formal y político del llamado Nuevo Cine Alemán en los años sesenta, a través del manifiesto de Oberhausen. Hasta la fecha, Kluge ha dirigido más de una veintena de films, entre cortos y largos, entre ficciones y documentales, y también ha publicado una serie de obras literarias, que obtuvieron premios nacionales. Aunque Kluge no pudo asistir, envió un video de presentación de su nuevo trabajo, aludiendo a la existencia humana como parte de este orden cósmico y estelar.
Cosmic miniatures es una exploración sobre los modos en que desde distintas épocas se plasmaron diversas imaginerías o fantasías en torno a un espacio exterior desconocido. Kluge nos vuelve cosmonautas por casi dos horas, de universos plenos de bestiarios y mitologías desde imágenes fijas, que oscilan entre fábulas de siglo XVIII hasta viajes interespaciales a Ganímedes u Orion. Hay ficción y poesía, pero también la intención de recuperar estos actos de imaginación desde el uso de la inteligencia artificial, que reanima estas fantasías de viejos hombres y mujeres más allá del planeta tierra. Por ello, en este film hay imágenes de bestias intergalácticas, algunas de diseño ingenuo y amigable, aunque también se incluyen algunas escenas de material de archivo de documentales en honor a Laika, la perra que se convirtió en el primer ser vivo en cruzar la órbita de la tierra, o sobre los experimentos científicos que se hicieron con gatos para probar su idoneidad en el espacio (Kluge coloca imágenes en fílmico de Félicette, la gata que fue objeto de estudios del Centro Francés de Educación e Investigación en Medicina de Aviación). Así, Kluge completa un bestiario que pasó de la mitología de viejos relatos medievales a la especificidad y materialidad científica del siglo XX.
Si bien la fórmula de Cosmic miniatures es sencilla y se sostiene a lo largo de todo el metraje, debido a su ludismo y a un inteligente sentido del humor producto de la concatenación de imágenes fijas, IA, texto y música, hacia el final Kluge realiza un quiebre. Toma un pasaje de una de las películas que conforma Heimat, de Edgar Reitz, a quien le dedica el film, y propone desde esta inclusión un sentido nuevo en torno a la atracción por lo desconocido y por la necesidad de fabular sobre esta dimensión extraña de astros, planetas y otras deidades, y donde los seres humanos también forman parte de estas miniaturas cósmicas, inevitablemente.
Sección Harbour
Cosmic Miniatures
Dirección, guion, editor: Alexander Kluge
Alemania, 2024, 90 min