Por Mónica Delgado

El film alude a las abejas, pero en toda la duración de la obra no aparece ninguna, pese a que son una suerte de figura o personaje importante en la novela de Andrey Kurkov, la cual se adapta. Las abejas están ausentes, ya como fábula o metáfora, y de ellas solo se consume su miel como producto que se vuelve de primera necesidad en contexto de guerra. Este tercer largometraje del joven cineasta ucraniano Dmytro Moiseiev, luego de Such Beautiful People (2013) y Chrysanthemums time (2017), propone partir desde los personajes de la novela, en su sequedad, ostracismo y resistencia, pero sin ese juego de espejos o de distancias que podrían tener estos sujetos con el mundo de estos insectos y sus dinámicas de comunidad, más aún en un invierno tan crudo como el de las zonas rurales de Donbass.

Presentada como parte de la selección que compite por el Tiger Award, Grey Bees (2024) se ubica, como la novela, en el contexto de enero de 2022, desde las vivencias de dos personajes, Sergiich y Pashka, únicos habitantes de un poblado que se ubica en la denominada zona gris, en pleno centro de los conflictos entre los ejércitos rusos y ucranianos. Y desde este inicio, el cineasta va describiendo las dinámicas de ambos personajes en ese pueblo, desde un punto de vista que los hace ver neutrales, más concentrados en las consecuencias del invierno, la falta de alimento y el aburrimiento. Sin embargo, cuando aparece un cadáver a unos kilómetros, la situación parece cambiar, puesto que hace que se rompa la normalidad del dúo, y se inmiscuyan sin querer en el conflicto.

Grey Bees asoma desde su propio argumento como una promesa en torno a la misma posibilidad de adaptar una obra que apela a un sentido del humor y de un tipo de simbolismo para realizar un retrato sobre estos hombres viviendo en medio de la nada y sometidos a ser parte de un núcleo donde dos bandos se juegan la vida. Sin embargo, pese a estas licencias, Dmytro Moiseiev propone un buen trabajo fotográfico, y sostiene casi todo un film desde dos fuertes actuaciones, las de Viktor Zdanov y Volodymyr Yamnenko, y también desde el tratamiento existencial inicial del film, que evoca a los films rusos (inevitable) sobre la vida rural y sus avatares. Elementos que muestran la destreza del cineasta para diferenciarse del universo de la novela, y lograr sobre todo desde los escenarios, la predominancia de la nieve y el clima de soledad un marca particular. Esto como síntoma también del buen momento que pasa en general el cine ucraniano (como la presencia de La Palisiada el año pasado en la competencia internacional del IFFR, debido a la inventiva de sus cineastas jóvenes creadores. Sin embargo, este logro de Dmytro Moiseiev se desinfla poco a poco, puesto que van asomando las intenciones hacia un clímax que hace que la película se transforme en una innecesaria propaganda.

La mención al inicio del film, en los créditos, de que Grey Bees se realizó gracias al apoyo del gobierno ucraniano, ya auguraba el contrabando de algún mensaje pro Ucrania en la guerra actual; obvio, porque no es difícil asociar a los gobiernos en estos contextos con sus políticas de propaganda, ya sea de uno u otro bando. Y hablamos de propaganda de la grandilocuencia, donde se pinta con brocha grande los colores de la bandera ucraniana, avalada por el deus ex machina, borrando cualquier tratamiento anterior dado a los personajes, a quienes les habíamos tomado cariño, gracias al tono humanista que iba ganando terreno. Pero, la guerra en todo sentido termino imponiéndose. Una lástima.

Grey Bees
Tiger competition
Director: Dmytro Moiseiev
Guion: Andriy Kurkov
Fotografía: Vadym Ilkov
Editor: Oleksii Shamin
Diseño de producción: Vladlen Odudenko
Diseño sonoro: Artem Mostovyi
Música: Andrii Ponomarov
Reparto: Viktor Zdanov, Volodymyr Yamnenko
Ucrania, 2024, 100 min