IFFR ROTTERDAM 2024: LA PARRA DE ALBERTO GRACIA

IFFR ROTTERDAM 2024: LA PARRA DE ALBERTO GRACIA

Por Mónica Delgado

La Parra, tercer largo del cineasta español Alberto Gracia, comienza con una cita, a modo de epígrafe, del escritor guatemalteco Augusto Monterroso, que hace referencia a la hegemonía temática en los relatos: “Hay tres temas: el amor, la muerte y las moscas”. Pero vale la pena extender aquí la cita del autor para completar el universo al que estamos invitados desde la mirada de Gracia: “Hay tres temas: el amor, la muerte y las moscas. Desde que el hombre existe, ese sentimiento, ese temor, esas presencias lo han acompañado siempre. Traten otros los dos primeros. Yo me ocupo de las moscas, que son mejores que los hombres…”. La Parra no habla del amor, menos de la muerte -temas que podrían ser ya un lugar común en la historia de las narraciones (o guiones)- a pesar que hay al menos un par de desapariciones dentro de la trama. Alberto Gracia se detiene en las moscas, comprendidas como un malestar, como aquello inasible y opaco que persigue la conciencia de los hombres, como lo inesperado, despreciado y martilleante. Pero parece que Alberto Gracia no comienza el film con este epígrafe para una simple asociación temática o argumental en torno a este concepto, sino para dar pie a un tipo de estética. Si Monterroso habla de frases mosca, de dolor mosca, Gracia nos lleva a la posibilidad de una imagen-mosca, que contiene elipsis enrarecidas, que busca un efecto no realista en el desarrollo de los personajes, primeros planos y fundidos que abstraen la atmósfera del entorno elegido en una cuasi pesadilla.

Damián (el actor Alfonso Míguez) es un sujeto anodino, sin trabajo y algo ido que participa en un programa televisivo, tipo concurso de buscapalabras. Luego, lo vemos viviendo como desclasado ante la falta de trabajo, sin euros ni centavos, hasta que recibe la noticia de la muerte de su padre. Esta situación – y la carencia- lo lleva a regresar al pueblo del padre, a Ferrol, en Galicia, un lugar que aparece decadente y solitario, atrapado en alguna fase del pasado, aunque aún hay ánimo para que algunos cantantes del barrio rindan amablemente odas a viejos tiempos y tradiciones. El paso del presente, encarnado por la realidad televisiva y la presencia del protagonista inmerso en estas imágenes, hacia un mundo extraño encarnado por Ferrol -que como dijera el cineasta en el Q&A es un lugar que refleja la decadencia de la modernidad, la industrialización y el racionalismo- presenta también la forma de la imagen-mosca: apuesta narrativa que se empapa de un humor absurdo y existencial (como la extraordinaria secuencia inicial que sintetiza el espíritu del film) y desde un montaje que se quiere ver como intuitivo, a partir del punto de vista apático del protagonista, un sujeto aturdido, a veces embriagado, en duermevela, que evita estar consciente de su propia precariedad. Imágenes-mosca, que pululan de un lado a otro, que llevan información entre lugares y entre pensamientos y sentimientos, como el paso de Madrid a Ferrol, el paso del drama al thriller, el paso del supuesto realismo a un relato irreal, o el paso de la vida hacia algo que ni siquiera sabemos si es el más allá.

Lo que le espera a Damián en Ferrol parece una recreación imposible del desvarío urbano de After Hours (1985) de Martin Scorsese, mezclado con los rostros campechanos y sumamente expresivos de los ferrolanos (actores no profesionales) como parte del ADN del lugar, como suele pasar con los personajes marginados de los pueblos en las películas de Buñuel o Bruno Dumont. Primeros planos de rostros que hablan por sí mismos, como si vinieran de otras épocas, donde aún la ternura supera a la pobreza e inestabilidad. Y donde también hay lugar para un absurdo juego de dobles, donde Damián deviene en Otro por el simple capricho de alguien, como si fuera un encuentro entre los imaginarios del regreso de los muertos a lo Vértigo o desde las ensoñaciones de Lynch.

Este tercer largometraje del cineasta español Alberto Gracia opera con sensibilidad y destreza formal en diferentes niveles en torno a la tensión de presente y pasado, de la modernidad que solo pasa de lado, y que deja en el olvido pueblos que fueron dilapidados en sus recursos. Y si bien mantiene elementos particulares de sus dos anteriores films (El quinto evangelio de Kaspar Hauser y La estrella errante), hay en ellos la construcción de un universo que comparte motivos estéticos con otros cineastas de su generación, como si en La Parra fueran aparecer personajes de los mundos también en tensión creados por Velasco Broca, Chema García Ibarra o Miguel Llansó (y en cuyo polo opuesto asoman figuras extraídas de universos de Luís López Carrasco, Oliver Laxe, o Eloy Enciso). Por ello, la música de Jonay Armas en La Parra es fundamental no solo para generar esta filiación que mencionamos, sino para enlazar este Ferrol de antaño con algo del mundo contemporáneo que se cuela desde estos ritmos y letras.

Presentada en la sección competitiva internacional por el Tiger Award en el Festival de Rotterdam, La Parra es un gran viaje inmersivo en el reverso del “daddy issues”, ya que una sacada de vuelta a la usual temática de la rendición de cuentas o el luto (además que Gracia dedica el film a su padre). Funciona ingeniosamente como imagen-mosca, como sátira, como thriller absurdo, como alegoría sobre los medios, y también, como mencionó Gracia en el Q&A, como crítica social sobre aquello que hizo que Ferrol se mantuviera a lo largo del tiempo como un pueblo aislado, donde la vieja pensión La Parra, que inspira al film (con una entrañable doña Pilar como regenta), siguiera intacta, y donde los personajes viven su cotidianidad como si ese progreso y racionalismo no existiera. Solo quedan el mar y las costas, absolutamente infranqueables, y que vuelven a Ferrol en una suerte de isla de olvido, y por ende, de la vida, donde nadie piensa en el fin. Allí no hay espacio para la muerte, como esa urna que aparece de entre los muertos, en alguna escena, para recuperar su lugar.

Sección Tiger Competition
La Parra
Dirección y guion: Alberto Gracia
Fotografía: Ion de Sosa
Editor: Velasco Broca, Alberto Gracia
Diseño sonoro: Emilio García
Música: Jonay Armas
Reparto: Alfonso Míguez, Pilar Soto, Lorena Iglesias, Emilio Buale
España, 2024, 90 min