Por Mónica Delgado y José Sarmiento
con textos de Lorena Cancela, Catherine Jessica Beed y Geraldine Salles Kobilanski
La tercera edición del Lima Independiente recoge un grupo de películas que han recibido el reconocimiento en diversos festivales del mundo, y que describe la fascinación, los motores y las fijaciones de las corrientes del documental y la ficción en la era del digital y de la liquidez de las fronteras expresivas. Se trata, sin lugar a dudas, de un gran acontecimiento, si tenemos en cuenta que pese a contar con un festival de cine latinoamericano en Lima desde hace más de quince años, los espectadores peruanos permanecieron vedados, frente a la versatilidad de diversos formatos y de las mismas proyecciones, a las novedades de las nuevas tendencias del cine experimental y underground en la intimidad y complicidad de una sala de cine.
La visita de Apichatpong Weerasethakul, Sylvain George al que entrevistamos aquí en el último Desistfilm yJosé Campusano, entre otros jóvenes cineastas que llegan a Lima a presentar sus películas, completan este espíritu de compromiso no solo con la proyección de los filmes en las diversas secciones, si no con una clara intención de aportar a la discusión del cine independiente desde en esta parte de la región que se mantuvo soterrada del espacio de intercambio entre directores, críticos y cinéfilos.
El 2012 (y por lo pronto parte del 2013) ha sido un gran año para el cine, y esto se refleja en parte de la programación del festival, que escoje algunas de obras más representantes del año pasado. Para muchos cinéfilos e interesados en el cine, está será una oportunidad única para encontrarse con un cine contemporáneo diferente al de las carteleras, para nosotros, una oportunidad de reencuentro con las obras que nos han fascinado tanto durante estos dos años y que revisitamos hoy.
Las recomendadas
La sección de la Competencia Oficial contiene filmes de filiación imposible. Es decir, es un tránsito entre la extensión de los metrajes, del corto al largo, y donde hay cabida para el documental crudo y sin desparpajo hasta la apuesta experimental más radical que roza la abstracción. Pero también donde aparecen cineastas de renombre y trayectoria en competencia con geniales debutantes. En Desistfilm hemos escrito sobre gran parte de ellas, y aseguramos que se trata, de películas de visión obligatoria. A continuación, las reseñas de las películas (con fragmentos de textos ya publicados en nuestro web log) a modo de recuento.
P3nd3j05 de Raúl Perrone.
Todos coinciden en que se trata de una película enorme, no solo por sus casi tres horas de duración, si no porque el cineasta de Ytuzaingó le pone toda su pasión a esta historia de adolescentes en la provincia argentina bajo el influjo de Dreyer, la cumbiópera y demás ritmos de la desazón. Como señalara Lorena Cancela en su texto para Desistfilm, «P3nd3j5s es una película sorprendente. Es más, creo que después de este “último” trabajo (¡el Nº 30!) a Perrone deberían dejar de llamarlo “El Perro” y rebautizarlo “la Bestia”. Porque si bien la película vuelve sobre algunos temas que en los últimos años han sido objeto de su interés (los pibes en tránsito, el skate) la forma en que son abordados es complemente diferente: a través del formato 4:3 en blanco y negro, en tres actos, una coda y una duración de 2 horas y media aproximadamente. (…) P3nd3jo5 es entonces una rara avis dentro de la filmografía de Perrone».
Lea la nota completa de Lorena Cancela que realizó en el marco del pasado BAFICI aquí.
White epilepsy de Philippe Grandrieux.
Esta es una película que parece un punto aparte o un punto final dentro del universo del francés Philippe Grandrieux. A pesar que maneja con rigor una puesta en escena que roza lo radical de la instalación, la performance o el videoarte, el cineasta aún osa mantenerse dentro de su más grande obsesión: las posibilidades del cuerpo y su estallido. Como en Sombre o en La vie nouvelle, Grandrieux nuevamente va a centrarse en lo corporal, ya como prisión o simplemente como lo irremediable, como una cápsula de cuyo interior asoma la animalidad en estado original o arcaico, y en el extremo, la indiferencia del insecto (incluso un episodio de White Epilepsy recuerda el rito de una mantis religiosa en plena barbarie o la simple pasividad de la víctima, lo que también remite a la escena antológica de La vie Nouvelle, donde el personaje de Anna Mouglalis muta en una suerte de animal en cautiverio, o a los protagonistas de Sombre o Un lac). Pero lo que diferencia a este reciente film de las obras anteriores del cineasta francés es precisamente su carácter permeable en la forma en que expresa este tratado del cuerpo: ¿es solo videoarte? ¿es una película? ¿porqué el formato del screen vertical en la exhibición de una sala de cine? ¿qué hay más allá del registro de cuerpos en performance?
Lea el texto completo sobre esta película aquí.
Leviathan de Véréna Paravel y Lucien Castaing-Taylor.
Bajo los preceptos del registro etnográfico y con la textura y agilidad de videocámaras de deportes extremos es que esta pareja de amigos cineastas de Inglaterra y Francia ingresa a la jornada laboral de unos marineros en los mares de New Bedford, en Massachusetts. El mar golpea la cámara ubicada en lugares insospechados del barco pesquero, mutando la mirada de pez a molusco, de marinero a bestia de profundidades.
Lo más sorprendente de este documental es la capacidad de abstracción que se logra ante un evento industrial de poca relevancia, ante la faena de marineros haciendo destajo de pulpos, ostras y pescados, dentro de un entorno masculino, de machos fornidos que apenas conversan, donde lo femenino es solo evocado a través de tatuajes de sirenas en brazos o pechos. Leviathan, poblada de planos ondulantes o viajeros, deconstruye el espacio marítimo, rudo y hostil, en una analogía de la desintegración de la mirada y del ojo que filma, que despierta en una noche de pesca y desfallece tomado por el Leviatán bajo la retórica a lo Melville. El ojo de Moby Dick.
Bestiaire, de Denis Côté (Canadá-Francia, 2012).
En la secuencia que abre Bestiaire, tres artistas dibujan un ciervo, al que después descubrimos embalsamado y muerto. Las distintas formas en que los dibujos se producen, una línea, un superposición de de la estructura táctil sobre la forma, inicialmente nos lleva a una profunda introspección: que cada uno de nosotros en un momento viendo la misma cosa, siempre tendremos diferencias entre lo que estamos viendo, en el énfasis que le damos a ciertas cosas y en nuestra percepción de ellas. Un mantra que muchos artistas usan es «dibuja lo que ves, no lo que crees que estás viendo». Las dos formas de ver pueden ser las mismas pero igualmente divergentes. Este mantra abre un insight interesante sobre la película de Coté, con respecto a nuestras experiencias de percepción y la forma en la que vemos las cosas, y en establecer que nosotros, como voyeurs, viendo a otros seres humanos contemplar el cuerpo de un animal es al mismo tiempo conflictivo e incómodo. ¿Qué pensamos que estamos viendo y que vemos realmente?. Quizá Coté ingresa a explorar esa pregunta con respecto a nuestra relación, encuentros y conexiones con animales.
Lea el texto completo sobre esta película (en inglés) aquí.
The act of killing de Joshua Oppenheimer
Obra mastodóntica, donde brota el espíritu aguerrido del cineasta por mimetizarse e ingresar de lleno al corazón de asesinos en una Indonesia de dictaduras y genocidios. Este documental, quizás uno de los mejores de la década que cursa, consiste en registrar las simulaciones y recreaciones de los asesinatos cometidos por estos gángsters a mediados de los años sesenta, cuyos crímenes ya prescribieron, a través de una película encargada a Oppenheimer, pero que deriva en este registro del rodaje y la producción, de cómo estos personajes analizan las escenas que se han grabado, de su impasibilidad ante el pasado y la culpa, y sobre todo, de esa mirada terrorífica, de fascismo y crimen que vive la Indonesia hoy, sin culpables.
Oppenheimer graba al Pancasila Youth, grupo paramilitar de jóvenes fanáticos desde dentro, y hace memoria teatral de las ejecuciones, a través de los relatos de Anwar Congo, un tipo septuagenario, de apariencia común y que se jacta de haber asesinado a más de mil comunistas en tiempos de Suharto, y de su grupo de amigos, que más que gángsters, parecen yacuzas extravagantes. El filme contiene escenas de la película que se rueda, de espíritu camp y trash, evocando, por qué no, a los musicales de Tsai Ming Liang, o a la Divine de John Waters, resignificando y banalizando el genocidio como acto de patriotismo y fidelidad al régimen. Los gángsters de Oppenheimer parecen surgidos de una extraña película de horror surreal, a tal punto que deseamos que lo que vemos no tenga nada que ver con la realidad. Sin embargo, Oppeheimmer nos mete de lleno a la psique criminal por medio de actos cotidianos, hasta provocar la náusea y una culposa compasión.
Mapa de Elías León Siminiani.
Pertenece a un tipo de películas que viene cobrando atención tanto de cineastas como espectadores: el diario personal e íntimo, la autobiografía. Si bien Mapa tiene virtudes que parten de la capacidad de ironizar con la idea de la falta de creatividad (no sé cuántas películas haya sobre un cineasta que no sabe qué filmar, qué hacer, qué decidir), este punto también puede ser, paradójicamente su defecto, para quienes estamos acostumbrados a afrentas menos sinceras sobre esa carencia. Tomar el acto de hacer cine como el proceso de tener un lienzo al frente y hacer oficio de descartes, borrones, posibilidades resulta una buena comedia, pero que reprime el otro lado del cine, el de la emergencia de sucesos, del mismo acto de filmar dentro de lo no planificado (como sucede en un polo opuesto con Los Ilusos de Jonás Trueba).
Lea un texto sobre esta película aquí.
Avanti popolo de Michael Warhmann.
Esta película es una crítica a la nostalgia de la izquierda, a su decadencia, y que el cineasta asocia a espacios, arquitecturas o home movies que evocan tiempos que definitivamente no volverán. Un padre anciano y apático, un hijo cuarentón y divorciado de regreso a casa, y el fantasma de un hijo/hermano desaparecido son las únicas fuerzas dentro de un espacio íntimo entristecido, donde la música ocupa un lugar expresivo importante. El prólogo es antológico: un taxista en plano subjetivo escucha un programa radial con canciones emblemáticas de esa izquierda vital, herida y creativa: entre Quilapayún yDaniel Viglietti, para terminar detenido ante el protagonista, encarnado por el teórico e historiador de cine, André Gatti. Avanti Popolo es un debut interesante, hay mucho de memorabilia, de guiños políticos y melómanos, y que incluso tiene a Carlos Reichebach en el papel del padre, multiplicando así los homenajes y esa ficción desde lo político como utopía difícil de alcanzar y de olvidar.
La leggenda di Kaspar Hauser de Davide Manuli
Al pensar en definiciones tan excéntricas de un género tales como «electro spaghetti western cowboy dance experimental» probablemente nada nos vendrá a la mente, salvo el último trabajo del prodigio italiano Davide Manuli. La leggenda di Kaspar Hauser abre con un misterioso personaje (The Pusher) recibiendo a un grupo de naves alienígenas (una escena fantástica musicalizada por el electro dance de Vitalic) quien procederá a llevar al joven Kaspar Hauser al desierto. Kaspar será luego rescatado por el sheriff del pueblo (Vincent Gallo en un doble rol delirante), quién le enseñará el lenguaje secreto del baile.
La reelaboración de esta conocida historia traída a la pantalla por Werner Herzog es única en su aproximación, y los nuevos elementos que Manuli trae a esta vieja leyenda hacen inevitable trazar una línea entre la película del italiano y el alemán. La historia de Herzog (como en mucho de sus mejores films) trata de la alienación humana desde el punto de vista de estos extraños personajes que posteriormente descubrirán lo oculto en las obsesiones, debilidades y tribulaciones humanas, mucho más que lo que un hombre regular podría lograr (Aguirre, Fitzcarraldo, Woyzeck, Strozek, Cobra Verde, están entre esos grandes personajes). Manuli, quien ha estado inmerso en el universo del dance music desde sus primeros films experimentales, parece más preocupado en expresar esta cultura dance como un elemento básico de su deliberadamente oscuro film y como expresión máxima de la libertad humana. Kaspar Hauser es una especie de presencia mesiánica de otro mundo cuya presencia simbólica reconfigura la arquitectura fílmica del mito del alemán, y que será trabajada también por Alberto Gracia. Sin duda, Kaspar Hauser fue el personaje fílmico del 2012.
El texto completo (en inglés) en el siguiente link.
O Quinto Evanxeo de Gaspar Hauser de Alberto Gracia.
Es inevitable disociar la propuesta del gallego Alberto Gracia de la figura “histórica” del Gaspar Hauser de Werner Herzog o de la reciente versión bizarra de Davide Manuli, protagonizada por Vincent Gallo, sus dos más cercanas y directas referencias cinematográficas. Para empezar, O quinto evanxeo de Gaspar Hauser no busca una interpretación del supuesto hecho histórico en sí ni mucho menos hacer una versión contemporánea del personaje arrojado al mundo luego de haber estado en enclaustrado de por vida desde su nacimiento (datos que son mencionados en el comienzo de la película a través del texto o narración: Gaspar Hauser como leyenda y su identidad como enigma). Alberto Gracia propone, a partir del mito que ya se conoce, ir mostrando cómo sería ese descubrimiento del mundo sin lenguaje, no sin humor o acidez, o al menos de la mano del único lenguaje probable en pleno siglo XXI, el de la imagen y su construcción o disrupción.
El texto completo en el siguiente link.
Walker, de Tsai Ming-liang (Hong Kong, 2012)
Los 28 minutos de Walker pueden resumirse en una frase: Un monje budista camina a paso obligadamente lento por las bulliciosas calles de Hong Kong, hasta llegar a su destino y comer pausadamente lo que parece ser un sandwich de queso. Walker nos reencuentra con el trabajo del taiwanés Tsai Ming-Liang después de su última obra maestra , Visage (2010), película comisionada por el Museo de Louvre y el primer encuentro del director con Francia. En contraste con su anterior trabajo, en Walker destaca el minimalismo de puesta en escena y de hilo narrativo: Un Tsai desnudado de todo elemento simbólico, coreografías musicales, escenas homosexuales, interludios repentinos y todos aquellos elementos que han hecho memorables películas como The Wayward Cloud, The Hole, I Don’t Want to Sleep Alone, What Time is it There, entre otras.
Lo que permanece en Tsai, y que esta vez se asocia con una fijación denotada en el budismo, es la experiencia de la alienación humana, la meditación sobre los espacios urbanos y la búsqueda humana de espiritualidad, no enfocada quizá en la desesperada búsqueda de afectividad que marcaban las escenas de El Sabor de la Sandía, sino orientada al sam?dhi budista: La concentración, meditación y la conciencia del mundo exterior que se despliega fuera de uno mismo.
El texto completo en el siguiente link.
Retrospectivas y secciones paralelas
Pero el III Lima Independiente no solo tiene películas imprescindibles en su sección de competencia internacional, sino en los Focos y secciones paralelas. Uno de los invitados más importantes es el documentalista del exilio y la migración, el francés Sylvain George, ganador en BAFICI 201o, y quien llega a Lima para un masterclass. En suma, ver todas sus películas es una misión impostergable: N’entre Pas Sans Violence Dans La Nuit (2005-2008), No Border (Aspettavo Che Scendesse Sa Sera). (2005-2008), L’Impossible – Pages Arrachées (2009), Ils Nous Tueront Tous… (2009), Qu’ils réposent en révolte (Des Figures de Guerres I) (2010), Les Éclats (ma gueule, ma révolte, mon nom) (2011), Les Nuées (My black mama’s face) (2012) y Vers Madrid (The Burning Bright!) (2012).
Después de seguir inmigrantes ilegales por tres años en Calais, Francia, el trabajo de Sylvain George sería altamente considerado entre críticos de cine: De hecho, su díptico Qu’ils Reposent En Révolte (Des Figures De Guerre) y Les Éclats (Ma Gueule, Ma Révolte, Mon Nom), dos filmes mejor entendidos como un trabajo solo e individual, fueron trabajos esenciales del factor humano representado por estos ciudadanos indocumentados, el asunto de la inmigración puesto debajo del ojo de la lupa. Su opción estética, en el cual un blanco y negro altamente contrastado enfatizaba las caras y gestos de esta gente, se volvió casi un manifiesto. En realidad fue un manifiesto, desde el mismo nombre de su productora, Noir (Negro) Production, hasta la representación que escogió tomar en sus sujetos de estudio.
Con Vers Madrid (The Burning Bright!), George nuevamente decide apostar por este estilo particular. Pero ya no estamos más confrontados a la realidad dura de los inmigrantes, que quemaban sus huellas digitales para permanecer anónimos frente a la policía, frente a otras atrocidades que se mostraban desnudas al ojo y que representaban realidad claras, enfáticas y terribles. Vers Madrid maniobra con otro caso menos en foco: las manifestaciones pacíficas de la juventud española de Mayo del 2011, movimiento que fue después conocido como el 15M. Uno puede sentir los tonos políticos de este trabajo: Sylvain George deja de ser un simple observador de una realidad cruda que es descrita con talento y compromiso por la verdad; aquí, el director se compromete con el movimiento alrededor suyo. Y así como el movimiento de la revuelta fluye, así fluye el film de casi dos horas y media.
Lea el texto completo sobre Vers Madrid, aquí.
En la sección paralela Fronteras destruidas hay una película magnífica: Vikingland de Xurxo Chirro. Luis, un marinero gallego en un ferry en mares nórdicos, se registra a sí mismo y a los compañeros de la tripulación, de la mano de una cámara casera, entre 1993 y 1994. Tomas de lo cotidiano, del día laboral, del ingreso y salida de pasajeros y mercancías, y de ocio son capturados desde lo que se podría llamar un acto primigenio, y que encuentra una analogía perfecta en el juego del niño que por primera vez descubre su reflejo en el espejo, un símil del hallazgo del artefacto tecnológico con el estadio lacaniano, una celebración del encuentro del yo a través de la imagen. Y esto es lo que parece suceder con este nuevo niño que encarna Luis, quien a través de la cámara, a la que obedece, ausculta y modela, conocemos el interior de este ferry, puente entre Dinamarca y Alemania, pero también el espacio elegido en medio del mar y en su frontera para dar fisicalidad al el acto de saberse filmado.
El material revelado, como bien señala Xurxo Chirro, está lleno de estos actos primigenios sobre el hecho de verse filmado. Personajes/personas filmadas que se muestran como desnudos ante el ojo que los registra, esa suerte de ingenuidad o pérdida de inocencia convierten al filme en la recuperación de una sensibilidad perdida, nostalgia de los primeros años del cine, quizás, es decir, el documento de una fascinación por esa tecnología que se descubre.
Montada a través de varios episodios que siguen el viaje de modo cronológico, Xurxo Chirro manipula este material encontrado en VHS, para proponer una película sobre el acto de filmar, pero tambiñen para dar cuenta del transcurso del tiempo, de la trayectoria de un material perdido, y hoy sacado a la luz con otro significado.
Entrevista a Xurxo Chirro en la edición 003 de Desistfilm, aquí.
No perder el foco a Lois Patiño y el homenaje a Chris Marker.