Por José Sarmiento Hinojosa
El primer programa de la competencia “Fronteras Destruidas”, dedicado al cine de vanguardia en el marco del Festival Lima Independiente, nos confronta con cinco propuestas que marcan distintas conversaciones acerca del tema del territorio, ya sea como sello de un pasado histórico (el colonialismo, el pasado comunista) que regresa al presente como herida, memoria, o marca permanente, o como testimonio de una tierra en flujo, que se ve habitada y truncada en su movilidad y que parece recordar su inevitable regreso, escapando de su móvil mitológico y arraigándose a un acontecimiento real, asociado con cierta visión del apocalipsis.
025 Sunset Red, de Laida Lertxundi, es un filme donde el espacio y la reivindicación de la memoria como herramienta para gestionar cierto tipo de nueva sensibilidad se confunden en esta pátina de rojo intenso que inunda los espacios de la tierra vasca y California, donde parece nacer una especie de actitud frente a lo presente, sobre las imágenes en found footage de su padre, un líder del partido comunista español. 025 Sunset Red es un caleidoscopio donde las imágenes políticas, territoriales, de deseo y habituales convergen en un diálogo sobre los rezagos de una revolución, un espíritu que se siente perenne en las notas disonantes de su banda sonora, o en el material orgánico y la sangre que se deposita como un sello de agua en el papel, desmitificando el rol de un color asociado con precedentes históricos.
Le debemos a Joana Pimenta Um Campo de Aviação, el mejor filme de este primer programa. La realizadora portuguesa, bajo su experiencia en el Sensory Ethnographic Lab de Harvard (laboratorio que nos ha brindado otras experiencias magníficas tales como Leviathan o Manakamana), recrea una narrativa post-apocalíptica, de la recreación lúdica de un universo urbano que afronta lo ominoso de la naturaleza, territorio-piedra que se manifiesta en los mares incandescentes de lava en Fogo, un espacio donde el hombre juega a planificador, casi en una dimensión mítica sobre un espacio que no le pertenece: la verticalidad de la montaña frente a lo horizontal del campo de aviación: estructura de concreto y espacio imposible de habitación. La propuesta sonora y visual de Pimenta es notable, convirtiendo esta exploración del espacio que derrite nuestros cuerpos lentamente, tal como documentan las primeras imágenes del filme, en una meditación sobre este “campo de aviación” imposible, sobre un “suburbio desconocido” .
Atlante 1783, de Maria Giovanna Cicciari, gravita sobre una idea similar, esta vez partiendo sobre documentos históricos que desean establecer un diálogo con el presente. Imágenes de Calabria habitan la pantalla, un pueblo al sur de Italia cuyas cicatrices luego de un milenario terremoto se manifiestan en rincones de montaña atravesadas por gigantes aberturas, en ruinas sobre las cuales crece de nuevo la civilización, en nuevas costumbres de un pueblo que se resucita a si mismo luego de cientos de años. De la misma forma por la cual una pequeña historia donde Goethe percibe la amenaza inminente que le transmite el sol y los planetas, las imágenes fantasmas que se cuelan entre las imágenes históricas, son el cosmos sobre el cual un pueblo le reza a sus dioses para detener la historia.
Ha Terra! y Aguas de Luz, una, memoria del colonialismo, y la otra, tratado de zoología de los Esteros del Iberá, son dos filmes donde se trata la frontera entre lo humano y lo animal, correspondencias que le pertenecen a los juegos de miradas del cazado y el cazador en el filme de Ana Vaz (partiendo del metraje sonoro de una película de Manoel de Oliveira), y de una narración sobre cualidades animales que se vuelven humanas y luego míticas, en el filme de Rinland. Esta correspondencia entre la mirada del ornitólogo, o del biólogo sobre el mundo animal que de pronto toma una dimensión humana, recuerda a Jewels de Sandro Aguilar, en su entomología alienígena, que en Aguas de Luz se convierte en narración documental, y en Ha Terra! en poema visual sobre la subordinación del hombre hacia otro hombre despojado de su identidad, desde un ángulo post-colonialista desde un país como es Portugal.
COMPETENCIA FRONTERAS DESTRUIDAS
025 Sunset Red, de Laida Lertxundi (EEUU, 14 min)
Um Campo de Aviação, de Joana Pimenta (Portugal, 14 min)
Atlante 1783, de Maria Giovanna Cicciari (Italia, 25 min)
Ha Terra!, de Ana Vaz (Brasil, 13 min)
Aguas de Luz, de Jessica Sarah Rinland (Argentina, 10 min)