Por Mónica Delgado
Péter Lichter es un cineasta húngaro que ha centrado su experiencia en el cine experimental, vía el found footage, la apropiación y el collage. Lleva más de quince años realizando diversos cortometrajes, entre ellos los interesantes Look inside the ghost machine (2012), Rimbaud (2014) y Polaroids (2015). A diferencia de sus trabajos de montaje, muchos de ellos plenos de un peculiar sentido del humor, en Frozen May, su primer largometraje, Lichter recurre a algunos tópicos del cine de terror, incluso logrando evocar en una primera capa superficial, a The Blair With Project, en la medida en que recurre a la cámara subjetiva como puente entre el espectador y el registro sin “cineasta”, pero la comparación termina allí.
Lo que Lichter logra en su primer largometraje es una ficción sobre un hombre atrapado en un bosque junto una serie de habitantes fantasmagóricos, cuyo único nexo con lo real es una computadora vieja en una casona abandonada, que lo comunica con una mujer a quien describe su día a día a modo de diario. La puesta en escena de aparente metraje encontrado se va disipando poco a poco debido a que la ilusión de lo que vemos no corresponde a un algún registro hecho por el hombre en el bosque, sino más bien a su completa mirada subjetiva: como espectadores asistimos a lo que el personaje ve, explora, sigue, así que la elección del punto de vista del protagonista responde más al uso de un recurso del videojuego en la tensión y suspenso (más cerca de films recientes como Hardcore de Ilya Naishuller, 2016, que en La dama del lago de Robert Montgomery, 1947).
Una vez que Lichter nos entrega a la mirada del personaje, en esta pesadilla que lo atrapa en un bosque, estamos pendientes de su búsqueda entre los árboles, en medio de la noche, cuando descubre cadáveres de desconocidos o se siente perseguido en medio de la bruma. Pero Lichter no se conforma con esta visión de arraigo documental, de transmitir meros hechos de un personaje que deambula, paranoico, perseguido y que parece no tener norte. El cineasta comparte este registro con extractos de lo que se supone el personaje escribe en la computadora, a modo de breves mensajes de Internet, en onda con algún cine cyber punk, que se van deformando, pixeleando y mostrando una alternativa virtual a ese mundo materializado en el bosque. Y también, afiliado a su apuesta experimental, Lichter apuesta por transformar el paisaje, a punta de la iluminación de las linternas, del montaje que permite una extensión mayor, logrando un clima gótico moderno, pero también debido a un trabajo de sonidos que convierte en posibles fantamas o entes todo lo que susurra, llora o grita.
Frozen May, que tuvo su estreno mundial en el 7° Festival de Lima Independiente, es un paso distinto en la carrera de Lichter, y que a pesar del uso de algunos lugares comunes del género del terror (golpes de suspenso), logra crear una atmósfera verosímil desde el fuera de campo, hurgando en un espacio bucólico y atractivo para las alegorías del horror, como los invernales bosques mágicos que hechizan, como metáfora física de la naturaleza del miedo.
Sección Diálogos
Título original: Fagoytt Május
Director: Péter Lichter
Guion: Imre Bartók, Roger Deutsch, Péter Lichter
Música: Ádám Márton Horváth
Fotografía: Dávid Gerencsér
Reparto: Hanna Pálos, Benjámin Lichter
Productora: Boddah / Otto Films
Hungría, 72 min, 2017