Por Mónica Delgado
Estos dos largometrajes presentados en la sección de la competencia internacional del festival de Locarno, en su edición 2021, son como dos polos opuestos. Por un lado, reflejan el espíritu ecléctico de la selección, que quiere revelarse como un panorama de obras de diversa ascendencia e intención, además teniendo en cuenta que hay un nuevo director -Giona A. Nazzaro-que quiere darle un toque particular a su gestión. Y por otro, se trata de dos experiencias que podrían graficar también dos tendencias de algunos festivales de la actualidad.
Al Naher (The river), del veterano cineasta libanés Ghassan Salhab, forma un tríptico con The Mountain (2010) y Al-wadi (The Valley, 2014), obras que tienen al territorio como determinante para el curso y clima de las historias, ya que a través de estos espacios o paisajes se define la naturaleza de las relaciones entre los personajes. Los tres films plantean una búsqueda existencial desde las formas minimalistas, o apelando a sentido del montaje nada convencional, con ligeras yuxtaposiciones que van sacando al film de cualquier realismo. Por su parte, Al Naher muestra una arista distinta en el tratamiento del espacio y tiempo, y que revela a Ghassan Salhab como un gran cineasta dedicado a expandir la experiencia cinematográfica como una oportunidad para auscultar la mente humana. Más aún si recordamos que The Valley es un film sobre un hombre amnesico que trata de recuperar pasajes de su vida desde la aspereza de los desiertos o desde la fantasmalidad de los personajes que lo rodea. O como en The Mountain, donde un viajero llega a un hotel para recomponer su vida luego de algunos sucesos violentos. Sin ser films psicológicos, el estilo claro de Ghassan Salhab plantea una extrapolación de algunas inestabilidades emocionales, dudas amorosas o existenciales, a las texturas del territorio o espacio, además añadir un ritmo distendido de planos largos.
En Al Naher complementa las perspectivas de las dos partes anteriores del tríptico en la medida que aquí hay una tensión entre los dos únicos personajes de todo el metraje. Con ecos a Antonioni, aquí asistimos al seguimiento de una pareja que apenas dialoga, que tras almorzar en un restaurante de campo, y sin mayor lógica, se van a perder a un inmenso bosque. La mujer (Yumna Marwan), que no tiene nombre, parece no estar en sintonía con Hassan (Ali Suliman). Ambos irán por su propia cuenta por diversos caminos de este bosque, y aunque se encuentran en un par de momentos, los más largos del film, debido a que conversan sobre el pasado o cómo ellos están entendiendo sus vínculos desde el plano social del país, luego retoman sus sendas distintas, para graficar sus propias desconexiones amorosas.
Desde la forma en que el cineasta Ghassan Salhab plantea a esta pareja arquetípica (cuasi fantasmales, ya alegóricos, figuras como en el universo bressoniano), el territorio también se abstrae debido a diversos factores, como algunos sonidos de aviones y helicópteros bélicos, avisos de minas, cajas de balas o armas, que dan cuenta de un país como Líbano atravesando diversas crisis de guerra. Sin embargo, el espíritu que gobierna el film es el de la historia de amor imposible, de una pareja gastada, que parece encontrarse y alejarse desde sus recuerdos en varios momentos.
Lo más interesante de Al Naher, uno de los films más llamativos de la competencia internacional además, son las correspondencias simbólicas que el cineasta va forjando para la figura femenina y la figura masculina desde los componentes de la naturaleza, como el río, las grutas (como cavidad femenina o umbral), los árboles, las hojas secas, y que van mostrando el poder de las imágenes, sin necesidad de diálogos; solo las cuidadas sugerencias.
En cambio, Soul of a beast, del suizo Lorenz Merz es un tipo de cine en clave pop, que poco a poco va cediendo ante la necesidad del aglutinamiento, de la exageración visual sin mucha destreza. Es un film histérico que aborda a personajes histéricos. Si bien se trata de una historia de amores juveniles, que pareciera por momentos querer adentrarse an algunos códigos de los romances de triángulos amorosos o del coming of age, en esta segunda película de Merz encontramos varias formulaciones para una película que parece no tener una profundidad en el tratamiento de los personajes (por eso mi alusión a lo pop, ya que hay más una idea de dar forma a la banalidad sin más ni más).
Soul of a Beast se centra en Gabriel (Pablo Caprez), un joven skater de 18 años que tiene un hijo de tres o cuatro años y que se enamora de Corey (Ella Rumpf), la novia de su mejor amigo Joel (Tonatiuh Radz). Poco a poco sabemos que Gabriel cuida solo a su hijo, y que su ex pareja, la madre del niño, es una persona en tratamiento psiquiátrico y cuya madre es una actriz famosa que solo pasa una pensión. Pero, el cineasta no centra solo la tensión del film en la relación padre e hijo, sino en el enamoramiento (amor fou) entre Gabriel y Corey, una joven distendida que quiere viajar a Sudamérica, que para ser entendido como un amor desmesurado, debe estar enfatizado desde la puesta en escena.
Si bien hay claves que pueden dar materia simbólica al título del film (en una secuencia inicial el trío de amigos entra en drogas a un zoológico para liberar a algunos pumas y demás), no queda claro este aspecto, pues el mismo protagonismo de Gabriel se va dispersando ante la aparición de nuevos personaje. Por otro lado, para materializar este universo de desparpajo juvenil, Merz utiliza una voz en off en japonés, de un narrador onmisciente, que va describiendo algunos momentos, para luego ceder ante la diversidad de idiomas que asoman entre los personajes, alemán, inglés y francés, como intención babélica o cosmopolita. Pero más allá de la anécdota sobre los idiomas, el cineasta utiliza en su montaje sobreimpresiones, filtros caleidoscópicos para escenas de trances lisérgicos, concatenaciones rápidas y bajo luces de neón para graficar un espíritu de derroche nocturno, que a la vez permiten por momentos el retorno del narrador japonés para dar un aire de anime.
Tras su primer film, Cherry Pie (2013), Merz puede que muestre interés en desarrollar algunas atmósferas caóticas, para construir esta inestabilidad juvenil, desde un cuidado trabajo fotográfico, sin embargo no logra hilvanar bien el alma de la bestia, que anuncia el film, ya que apenas aparece en su dimensión salvaje, libre y disruptiva.
Concorso internazionale: Al Naher
Director y guion: Ghassan Salhab
Reparto: Ali Suliman, Yumna Marwan
Productora: Tania El Khoury
Fotografía: Bassem Fayad
Edición:Michèle Tyan
Sonido: Karine Bacha, Rana Eid, Florent Lavallée
Música: Sharif Sehnaoui
Líbano, Francia, Alemania, Qatar, 2021, 101 mi
Concorso internazionale: Soul of a beast
Director y guion: Lorenz Merz
Fotografía: Fabian Kimoto, Lorenz Merz
Edición: Lorenz Merz, Noemi Preiswerk
Sonido: Karine Bacha, Rana Eid, Florent Lavallée
Música: Fatima Dunn, Julian Sartorius , Laszlo Ovlinsky
Productores: Simon Hesse, Lorenz Merz
Reparto: Pablo Caprez, Ella Rumpf, Art Bllaca, Luna Wedler, Tonatiuh Radzi, Lolita Chammah, Angelique La Douce
Líbano, Francia, Alemania, Qatar, 2021, 101 min
Suiza, 2021, 101 min.