Por Pablo Gamba
El segundo largometraje dirigido por Sol Berruezo Pichon-Rivière, Nuestros días más felices, se presenta como un paso de la cineasta argentina hacia un cine que se propone comunicarse con un público más amplio sin romper con la búsqueda de Mamá, mamá, mamá en torno a la figura de la madre, el miedo y la exploración de cuestiones psicológicas mediante la fantasía. La productora, Laura Mara Tablón, participa también como coguionista y la película cuenta con un elemento llamativo que puede funcionar como “gancho”: una madre anciana que se transforma en niña.
Berruezo, que tiene 25 años de edad, recibió una mención especial del jurado de la sección Generation K Plus por su ópera prima y fue la directora más joven de la Berlinale en 2020. Nuestros días más felices se hizo con el apoyo de Biennalle College y se estrenó, en consecuencia, en el Festival de Venecia este año.
Identificar géneros en este tipo de películas no suele ser fácil, pero el tema del personaje que vuelve a la infancia se remonta al clásico de la comedia Vitaminas para el amor (Monkey Business, 1952), dirigida por Howard Hawks, por ejemplo, y lo contrario ocurre en Quisiera ser grande (Big, 1988), con Tom Hanks. Otro lugar común es la apropiación en tono de burla a la que con facilidad se prestan los programas de autoayuda, sobre todo los conducidos por gurús pseudocientíficos.
La principal virtud que Sol Berruezo demuestra aquí es la capacidad de manejar el tránsito de estos lugares comunes hacia algo más profundo y cinematográficamente más interesante. Sobre todo cuando se pasa de la “cuestión madre”, planteada al comienzo, a la derrota del miedo; los personajes cambian no solo en un sentido físico, y la película avanza del “surrealismo” de esa primera parte hacia lo mismo sin comillas, incluyendo la puesta en escena y, en alguna medida, también el montaje.
Hay otra continuidad de la búsquedas de Mamá, mamá, mamá en la participación de la niña actriz Matilde Creimer, en la que puede percibirse cierto inquietante parecido físico con Sol Berruezo, y, sobre todo, en lo que se perfila como un interés en retomar caminos del viejo indie estadounidense, que se anunciaba en las referencia a Las vírgenes suicidas (The Virgin Suicides, 1999), de Sofia Coppola. Sin embargo, no hay una construcción tan elaborada del punto de vista en Nuestros días más felices.
Piedra noche, dirigida por Iván Fund, puede traerse a colación con relación a la película de Sol Berruezo por varias razones, además de que las dos compiten en Mar del Plata. Una es que también es una producción de Laura Mara Tablón (Rita Cine), con el mismo director de fotografía, Gustavo Schiaffino y la misma montajista, Lorena Moriconi. Se filmó en locaciones playeras similares, lo que lleva a pensar, incluso, en rodajes paralelos. Es una película de lo fantástico, que puede inscribirse en la vertiente latinoamericana de cine “de arte”, pero de monstruos, la de La región salvaje (2016), de Amat Escalante, y Muere, monstruo, muere (2018), de Alejandro Fadel. Hay que agregar que tampoco es la primera película de este género de Fund, puesto que también hay monstruo en Vendrán lluvias suaves (2018), que es como un reflejo invertido de Piedra noche por lo relativo a los padres y los niños
El título hace referencia a los videojuegos de Pokemon (1996-2017) y a la serie de anime homónima (1997-2002). Hay un niño que aparece, al comienzo, jugando un juego que tiene un monstruo creado por él mismo. El asombro que esto causa en el padre en esa escena es una de las claves de la historia. Ese niño desaparecerá.
La participación de Alfredo Castro en uno de los papeles principales de Piedra noche ubica a esta película en una escala de producción superior a Nuestros días más felices. Lo más interesante es que se inscribe en un trabajo con las expectativas que se va formando el público con referencia a los personajes oscuros que le han dado fama al actor chileno desde Tony Manero (2008), de Pablo Larraín. Incluye este juego la música de referencias hollywoodenses que comienza a escucharse desde el comienzo, así como el nombre de la localidad, Linda Bay, recuerda la Bodega Bay de Los pájaros (The Birds, 1963), de Alfred Hitchcock, lo que le da al conflicto en torno a una plataforma petrolera un cierto aire de apocalipsis ambientalista. Otra referencia que se identifica con facilidad es Tiburón (Jaws, 1975), de Steven Spielberg.
El motivo del monstruo tiene un perfil claramente psicológico aquí, lo que es otro aspecto que tienen en común Piedra noche y Nuestros días más felices. El problema es que el trauma de los padres por la desaparición de su único hijo deviene una problemática fascinación por lo sobrenatural. Se confronta, además, de una manera muy cruda con el pragmatismo del negociante inmobiliario que interpreta Castro, y se pasa de la cuestión realista del medioambiente a lo fantástico sin atender lo suficiente al peso que, por sí misma, tiene esta otra problemática, en particular en la actualidad.
Si bien todo esto es expresión de la intención de apartarse del acercamiento predominantemente social y político a la figura del monstruo, camino reabierto hace algunos años de forma magistral por The Host (2006), de Bong Joon-ho, por ejemplo, la exploración psicológica alternativa no logra desarrollarse lo suficientemente para que resulte verosímil. En consecuencia, el comportamiento de los padres, en particular del hombre, termina siendo parecido a como actúan los personajes de Encuentros cercanos del tercer tipo (Close Encounters of the Third Kind, 1977), de Spielberg, después de su primera experiencia con los extraterrestres.
Competencia argentina (fuera de competencia)
Nuestros días más felices
Dirección: Sol Berruezo Pichon-Rivière
Guion: Sol Berruezo Pichon-Rivière, Laura Mara Tablón
Producción: Laura Mara Tablón
Arte: Ángeles Frinchaboy
Fotografía: Gustavo Schiaffino
Montaje: Lorena Moriconi
Sonido: Mercedes Gaviria Jaramillo, Marcos Canosa
Música: Leo Ghernetti
Interpretación: Matilde Creimer Chiabrando, Lide Uranga, Antonella Saldicco, Cristián Jensen, Claudio Martínez Bel
Argentina, 2021, 100 min.
Competencia latinoamericana
Piedra noche
Dirección: Iván Fund
Guion: Santiago Loza, Iván Fund, Martín F. Castagnet
Producción: Laura Mara Tablón
Arte: Adrián Suárez
Fotografía: Gustavo Schiaffino
Montaje: Lorena Moriconi, Iván Fund
Sonido: Leandro Loredo
Música: Francisco Cerda
Interpretación: Maricel Álvarez, Mara Bestelli, Alfredo Castro, Marcelo Subiotto, Jeremías Kuharo
Argentina-Chile-España, 2021, 87 min.