Por Valentina Giraldo Sanchez
La pirogeografía es el estudio de la distribución de los incendios forestales, involucrando su factor temporal. Los incendios forestales ocurren en condiciones determinadas teniendo una biogeografía propia, a su vez que un patrón en el espacio y el tiempo.
Pienso y siento: las películas son como incendios y su producción distribuida en un pasado, presente y futuro tiene una biogeografía.
Dos cosas:
1.De pronto pienso que las películas son como incendios porque el cine es producto de una modernidad fósil y las luces encandilantes de eso que llaman “grandes producciones” queman, no solo los ojos, sino también el planeta.
1.1 O no sé, de pronto es esa idea de que el fuego industrial ha buscado mantenerlo dentro de las máquinas.
y entonces la extracción
y entonces las sofisticadas cámaras
y entonces los huecos en la tierra y las minas de multinacionales
1.1.1 Bueno, de pronto es que ese fuego no se ha quedado solo en las máquinas sino que trastoca y agita ecosistemas.
1.1.2 ¿Cómo es eso que escribe Levi-Strauss? La civilización es una inmensa máquina de destrucción cósmica.
2. De pronto pienso en eso de las películas como incendios porque el fuego siempre ha sido parte del paisaje. Y porque todos los días le prendo una vela a mis madres. Porque el fuego es ritual y depuración, y también porque ilumina.
2.1 También porque escribir sobre películas es una especie de ceremonia del fuego, en donde el ardor de la película y su luz escala a un ardor corporal y de pensamiento. Escribir es algo así como ser una vestal.
2.1.2 Eso que dice Stephen J. Pyne, el fuego está volviendo a la mente.
Esta es la entrada a una especie de pirogeografía por algunas de las películas latinoamericanas (largos y cortos) que están siendo presentadas en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata este año.
Lo cierto es que algo pasa con el ensamble tierra-fuego. Pienso en las películas como una posibilidad de cultivar relaciones diferentes con este. Pienso que las películas nos revelan cosas, y pienso que esas formas de revelar se agitan y tiemblan en el cine latinoamericano.
Estos días leí en un poema de Yaxkin Melchy que remorir y revivir es cantar soplando llamas. Pienso en eso que dice mi amigo Carlos Velandia sobre vivir (¿sobrevivir?) en una realidad en llamas. Vuelvo y vuelvo a pensar, y es que se queman hectáreas enteras de tierra para poner muchas cabezas de ganado y para promover monocultivos industrializados. Existen disputas sociopolíticas que permean y delimitan determinadas relaciones con la biosfera y eso que llaman “naturaleza”. ¿Cómo transitar esta relación con el fuego? en tiempos de extracción y agotamiento de recursos, ¿que tendrá por mostrarnos el fuego del cine?
si entonces la extracción
si entonces las sofisticadas cámaras
si entonces los huecos en la tierra y las minas de multinacionales
Si entonces una realidad en llamas, ¿cómo generar una simbiosis con el fuego a través de las películas? ¿cómo modular un territorio con el cine? Habrá que inventarse con este una pirogeografía abierta a formas colaborativas de la vida, quizá. Huyéndole un poco a esa fuerza extractiva y sus mecanismos técnicos de reproducción del capitalismo. En estos tiempos, el fuego es como una lingua franca, las películas: un fuego que crepita.
La lengua
esa parte móvil de la tripa
esa parte móvil de la tripa ardiente
algo habrá de gritarnos
algo habrá de decirnos esta lengua común, que nos reúne a ver las llamas de un cine que está siendo (y haciendo) presente.