Por Mónica Delgado
¿Cómo se conjugan imágenes de un hecho histórico sangriento de 1985 y una sesión espiritista que invoca al alma de Simón Bolívar? ¿Cuál es el punto de encuentro entre sucesos tangibles de la memoria colectiva con imaginarios fantasmagóricos de las comunidades? En Bicentenario, el cineasta colombiano Pablo Álvarez-Mesa juega con la idea de una sesión espiritista para nombrar a entes que ya no quieren volver (o están forzados a no hacerlo). En la metáfora histórica que plantea el cineasta, la figura del libertador Simón Bolívar cruza diversas dimensiones de lo social y político, pero percibida como parte de relatos míticos, supersticiosos y composiciones sonoras desde una posición intermedia, en un “entre”, que convive entre un mundo de vivos y muertos.
En este mediometraje, Álvarez-Mesa parte de material de archivo de la toma del Palacio de Justicia, en Bogotá, en 1985, a cargo de 35 guerrilleros del M-19, en el gobierno de Belisario Betancur. Este inicio, que arranca con tomas de apariencia televisiva, marca la evidencia de un suceso sin resolución, ya que hasta la fecha no existe algún tipo de justicia política o histórica, sobre el papel que cumplieron las fuerzas armadas, y que podría graficar este proceso al Bicentenario donde antes que celebración se busca una interpelación y un estado de cuentas de los propósitos que movilizaron el ideal de la independencia en América Latina.
Este tópico del deber y mística militar es retomado a lo largo del documental desde diversas maneras, pero, sobre todo, desde la memorabilia o la renuncia iconoclasta, que va desde el culto a la personalidad como a la importancia dada a los códigos intangibles de la vida militarizada. Desde este inicio, el cineasta propone establecer una correspondencia, o una disidencia, sobre aquello que persiste de la ruta libertadora, no solo como mapa geográfico (que viene en la segunda parte del film, por así decirlo) sino como una retórica de misticismo político en la construcción de esta idea de “nación”, donde el centro es el caos con su poderío militar, mientras que la periferia o aquello que se ve forzado a descentrarse, es el terreno de la especulación, del intento de contacto con los fantasmas del pasado, mediante ritos e invocaciones espiritistas.
Luego de las escenas de esta operación de aniquilamiento y del incendio del Palacio de Justicia como ejemplo sobre las violencias contra las memorias preservadas, el cineasta cambia de tono y de dispositivo: pasa de la compilación de archivo digital, a un registro en celuloide en los campos y pueblos de Boyacá, donde aún quedan vestigios de los caminos de herradura, por los cuales anduvo Bolívar hace doscientos años. Desde este espacio se establece una conexión con el ente del libertador, desde un modo literal, a partir de la voz en off de una mujer que dirige una sesión paranormal, que invoca y pide contacto: Bolívar, ¿dónde estás? Este pedido, que propone un toque performativo a aquello que no vemos pero intuimos, parece no tener respuestas, como las almas invocadas en sucesos de violencia de la historia colombiana reciente.
En esta segunda parte, Álvarez-Mesa visita y registra, de un modo que escapa al naturalismo, “los lugares exactos por los que pasó Bolívar en los días exactos de su presencia hace 200 años” (como indica la sinopsis). Si la astróloga o curandera intenta establecer este puente con Bolívar sin éxito, lo que la cámara logra es materializar de todas formas esta presencia, actualizando la mirada en una Colombia de provincia que parece distante a los sucesos de 1985. O quizás está por allí navegando esta semilla del horror, escondida, ante invocaciones infructuosas. Por ello, los sucesos de 1985 vuelven en algunos momentos posteriores para crear una disrupción en estas operaciones “espirituales”.
En Bicentenario, vista en la 22° Muestra Internacional Documental de Bogotá y en estreno colombiano, el trabajo sonoro recurre a técnicas para capturar psicofonías, lo que permite crear una capa etérea mientras este Bolívar revivido por la cámara, que observa estos nuevos espacios (a través del punto de vista que establece el cineasta), luce igual de huidizo, inasible, imperceptible. El ideal bolivariano desaparecido (o borrado) totalmente.
Sección nacional Visiones del conflicto
Dirección, edición, fotografía, sonido: Pablo Álvarez-Mesa
Colombia, 2020, 43 min