MUTA 2019: TERROR NULLIUS DE SODA_JERK

MUTA 2019: TERROR NULLIUS DE SODA_JERK

Por Mónica Delgado

Hace una semana que culminó la III edición del Festival Internacional de Apropiación Audiovisual (MUTA), que se desarrolla cada año en Lima, y que permitió que el espectador local se pusiera en contacto con acercamientos novedosos desde el found footage, el collage o los remixes, incluyendo algunos estrenos latinoamericanos.

En su inauguración se proyectó Terror Nullius (Australia, 2018), una exploración en clave de ensayo del colectivo Soda-Jerk sobre las mitologías fílmicas que han ayudado a construir ideas sobre esa gran Australia continental. Las dos artistas, Dominique y Dan Angeloro, “remezclan” escenas de un centenar de films de toda ascendencia y género de su país, con el fin de elaborar una noción lúdica de nación extraída de estos imaginarios audiovisuales, para provocar romper paradigmas o generar algunos nuevos.

Terra nullius, expresión en latín que significa “tierra de nadie”, y que remite a la historia colonial de Australia y que “obvió” a la población indígena que ocupó el territorio por miles de años antes, es parafraseada por las Soda_Jerk pero para traducirla como sinónimo de este nuevo terreno de terror, donde un bestiario parece asomar a través de films emblemáticos. Trabajos del Ozploitation (serie B y trash australiano que tuvo bastante éxito en los setenta) pasando por films de acción, musicales y dramas épicos, son extraidos, reeditados y reensamblados en este Terror Nullius de gran sátira política y social.

Ya en Hollywood Burn (Australia, 2006), las Soda_Jerk toman decenas de films de la meca del cine para darles un nuevo sentido, pero con alma anárquica que las anima a cuestionar las políticas de derecho de autor. Y en Terror Nullius, a través de tres partes, van desgranando sensibilidades sobre esa Australia desde las marcas de su territorio. El primer capítulo se traza desde los imaginarios del desierto como espacio de fantasias postapocalípticas o sublimes road movies (las versiones de Mad Max a Priscilla, la reina del desierto), o en una segunda parte donde la selva, con su Cocodrilo Dundee o desde los míticos canguros o Babe, el cerdito valiente, adquiere la dimensión desconocida de un pasado que se asume salvaje. Y el tercer capítulo, el más político, donde las disquisiciones sobre el rezago colonialista aparece reflejado en una rebelión ecoterrorífica de ovejas asesinas, que no teme cruzarse con los crímenes de las adolescentes de Picnic at Hanging Rock.

Todos los episodios, que agrupan a films que tienen motivos en común (el desierto, los canguros, el ataque político), donde se mantiene la crítica a la cultura pop y la sátira a esa idea de Australia que se quiere preservar a través de un sistema institucional del cine (inconsciente o no), reinstalan también a personajes del star system hollywoodense, que salieron de las canteras del cine australiano, como Nicole Kidman, Cate Blanchet, Mel Gibson o Rusell Crowe, para resignificarlos en ficciones donde coexisten universos paralelos, que dotan a este film de apropiación de una atmósfera camp permanente (que recuerda a las parodias de los Monty Python), su valor más importante.