NORA DE IZCUE: “YO SOY DE CORAZÓN DOCUMENTALISTA”

NORA DE IZCUE: “YO SOY DE CORAZÓN DOCUMENTALISTA”

Retrato de Nora de Izcue por Antonio Escalante, su nieto. Año 2019. Crédito: Archivo personal de Nora de Izcue.

Por Roger Neira Luzuriaga[1]

Nora de Izcue (Lima, 1934) es la primera cineasta peruana —reconocida también como “Madre del cine peruano”— y pionera en mostrar la Amazonía desde una mirada femenina, en reivindicar el idioma quechua en el cine documental, en revalorar y retratar a la mujer amazónica, y, especialmente, a la mujer afroperuana. En una época en la que el cine era dirigido solo por hombres, Nora de Izcue fue la primera cineasta en retratar al Perú profundo de la costa, la sierra y la selva, siendo pionera también dentro del llamado “Nuevo Cine Latinoamericano” que surge en los años sesenta. Asimismo, es la primera cineasta en restaurar su obra cinematográfica.

Esta entrevista* se realizó en el año 2019, durante el proceso de restauración de su obra, y pretende contribuir al estudio y la valorización del gran aporte de Nora al cine peruano. A sus 88 años, Nora se encuentra restaurando su obra digital para compartirla con las nuevas generaciones.

Roger Neira: Empezamos esta entrevista durante el trabajo de restauración de tu obra cinematográfica. En este espacio, tenemos de fondo la foto de tus cuatro hijos, que justamente son los protagonistas de tu primera obra fílmica…

Nora de Izcue: Me encanta que mi primer cortometraje Monedas Malditas se haya realizado con ellos. Fue en el año setenta y siete, y verla restaurada, luego de 52 años, es un milagro. Ellos la vieron en ese tiempo, pero no restaurada y tampoco editada. El proceso fue una maravilla. Yo quería involucrar a mis hijos en lo que yo hacía, porque tenía miedo que fuera raro que tuvieran una madre tan poco convencional. Fue un ejercicio que nos mandó el profesor de fotografía de la Escuela de Cine de Armando Robles Godoy. El profesor me prestó una camarita de 8mm, y cada uno tenía que hacer un cortito haciendo edición en cámara, haciendo un plano, cortar, pasar, cambiar de plano. Entonces, primero hablé con mis hijos y les dije: “Ustedes hacen un guion. Vamos a hacer una película.”

Wéstern, que sea wéstern, que sea…

Bueno, wéstern, perfecto.

Entonces, comenzaron a ver, “sí, yo le encañono”, “y yo te mato a ti”, “No, yo te mato a ti”. Se pelearon entre ellos, me molesté y les dije: “Bien, ¿saben qué? Mueren los cuatro.”

Entonces, en la película mueren todos, pero gozaron como locos. Estuvieron felices con la película.

Roger Neira: ¿Dónde se filmó este primer corto?

Nora de Izcue: La película se filmó en la casa donde yo vivía en esa época y cuando comencé a estudiar cine, que era toda una aventura. En las afueras de Lima, frente al Club de Golf de los Incas, que hoy en día está lleno de casas, pero en esa época todo era prácticamente sembrío. Era una casa que estaba construyendo junto con mi exmarido, y me mudé ahí con mis hijos y la casa estaba sin terminar. Tenía un jardín muy grande, eran 2300 metros de terreno, y en ese jardín es que hicieron su casita e hicimos la película.

Roger Neira: Era una casa muy grande, ¿casi como una pequeña selva era tu casa?

Nora de Izcue: Así es, era muy grande el jardín. En esa casa yo dormía con una pistola en la mesa de noche también, por medidas de seguridad, porque vivía sola con mis hijos. Por eso, está muy bien que hayamos hecho un wéstern, ahora veo la relación del wéstern y la pistola en mi mesa de noche. Bueno, y yo estudiando cine, que era algo también atípico en esa época, casi revolucionario.

Roger Neira: Cine de guerrilla entonces, le podemos llamar, en el más amplio sentido …

Nora de Izcue: Sí, (ríe)…

Nora de Izcue junto a Mary Anne Sarmiento, la protagonista de la película Encuentro, tesis de primer año en la academia de Armando Robles en 1967. Fotografía de Pedro Novak, profesor en la academia. Crédito: Archivo personal de Nora de Izcue.

Roger Neira: Bueno, vayamos a la selva. ¿Cómo nacen tus tres cortometrajes documentales El Juansito, Canción al viejo Fisga que acecha en los lagos amazónicos y Las Pirañas? ¿Cuál es tu cercanía y la necesidad de retratar temas e historias de nuestra Amazonía? Porque sabemos que no es fácil filmar en la selva.

Nora de Izcue: Lo que pasa es que la selva es algo que me toca de una manera muy profunda. Filmar allí no es nada sencillo; además, me di cuenta que la Amazonía era la región menos conocida de nuestro país. Se ha hecho mucho cine andino, por ejemplo; pero amazónico, muy escaso. Yo termino de estudiar cine y me asocio con Armando Robles Godoy. Formamos una empresa y en ella se filman los largometrajes La Muralla Verde y Espejismo. Fui asistente de dirección en las dos películas, pero, en el medio de las dos, mientras se filmó La Muralla Verde y se estaba preparando Espejismo, me contrató el doctor Oscar Ríos, psiquiatra peruano que enseñaba en una universidad de Canadá, y me invitó para que fuera con él a documentar los rituales del Ayahuasca.

Me asusté mucho cuando me dijeron que eran unas sesiones que sucedían a medianoche, en una balsa en medio del Amazonas. Yo no había ido a esa parte… y me preocupé mucho. Además, íbamos a filmar en material infrarrojo. Jorge Suárez —que estaba estudiando en el taller de cine conmigo— iba a ser la cámara, entonces acepté y me fui a la selva y ahí filmamos en 16mm, con tres chamanes del Ayahuasca. Luego, ya cuando regresé a Lima, la película nunca se terminó. El doctor se llevó un material buenísimo, se lo llevó a Canadá y nunca más supe de ese material. A mí me agarró la selva desde ese momento.

Y me alegra mucho haber hecho una película sobre el Ayahuasca. Cada vez que podía, en medio de otros trabajos, me iba a la selva, y así es como hice estas tres películas seguidas. El Juansito y Canción al viejo Fisgalas hice en un solo viaje. En esa época enseñaba en la Universidad de Lima. Fui con Daniel Pacheco, que me hizo la cámara, y fuimos con dos alumnos de la universidad. Y ya había investigado antes, había viajado antes varias veces, entonces en Tamshiyacu, por ejemplo, había un director de la escuelita que se hizo muy amigo mío. Él me contó la historia del regatón.

Roger Neira: ¿Qué temas abordas en El Juansito?

Nora de Izcue: En El Juansito, comienzo con el tema de la injusta cadena de comercialización de productos de los campesinos ribereños de los ríos amazónicos. Entonces, muestro la serie de intermediarios que no permitían que los campesinos pudieran tener ganancias por sus productos. El regatón era el primero en la cadena: es el comerciante que iba a las comunidades a vender cosas a los pobladores, objetos que no les servían para nada, como una radio vieja, zapatos con tacos, qué sé yo… y, además, los endeudaba con baratijas, muchas veces emborrachaba a sus víctimas y les compraba sus productos a muy bajo precio. Los regatoneros son simpáticos. Solamente las esposas de los pobladores, sin capacidad de decisión, expresaban con sus miradas toda la impotencia y rebeldía ante tanta injusticia y marginación. Pero el regatón tampoco es independiente, el regatón tiene —en la ciudad, en Iquitos— al que se llama “el habilitador”, quien es la persona que da el dinero para que él pueda hacer estos negocios. Entonces, cada uno depende del otro. Es una cadena larga, pero en el intermedio hay un fenómeno muy curioso. Ese es un poco el tema de la película El Juansito: mostrar un poco la metáfora del capitalismo, tema que quise ahondar también en mi documental Las Pirañas.

La película Las Pirañas es posterior a la película El Juansito. Cuando una vez viajaba por Iquitos, me llamo la atención cómo los campesinos de las aldeas se acercan con sus canoas a los puertos de la ciudad, pero antes de llegar al puerto, hay personas que yo los llamaba “las pirañas”, porque dan vueltas, esperando a ver a un campesino con sus productos, y se abalanzan y empiezan a arrancharles sus productos y le dan unas monedas. Estas personas que retrato existen en la selva, y es un hecho que realmente te desgarra, te descarna y por eso los comparé con las pirañas.

Roger Neira: ¿En qué te inspiraste para filmar Canción al viejo Fisga…?

Nora de Izcue: Esa película fue inspirada por un poema de Roger Rumrrill, que es un poeta loretano. El poema es precioso. El Fisga es el pescador del paiche de la Amazonía. No es fácil encontrar al paiche. Nos tuvimos que ir a la zona reservada del río Pacaya. Tuvimos el apoyo de los militares que nos mandaron un bote hasta la zona reservada y nos dejaron en una casa muy grande que tenían ellos sobre el río. Y ahí nos quedamos más de una semana, porque conocimos a Roberto Pacaya, el fisga que vivía ahí, pero teníamos que seguirlo, acompañarlo y esperar a que encuentre el paiche. Para hacer cine se requiere mucha paciencia y tenacidad. Por fin, logramos filmar la persecución del paiche. No fue nada fácil e incluso se nos pasaban los días y nos estábamos quedando sin comida, y me acuerdo que los últimos días comíamos paiche hervido, porque ni sal teníamos.

Pero fue muy lindo, porque el sitio es mágico. Me acuerdo que en las noches yo oía gritar al mono coto. ¿Has escuchado a un mono coto? Parece como si fuera un vendaval, como si fuera una tormenta y era el mono coto que andaba libre en esta zona reservada.

Nora de Izcue durante la filmación de La Muralla Verde de Armando Robles Godoy, en 1970 en Tingo María. Crédito: Archivo personal de Nora de Izcue.

Roger Neira: Continuamos, de una manera, viajando con tu cine a los diferentes mundos de la Amazonía, y te lanzaste a realizar la primera película de ficción a nivel mundial sobre los rituales del Ayahuasca: El viento del Ayahuasca.

Nora de Izcue: Así es, estuve alrededor de diez años investigando acerca del Ayahuasca. El viento del Ayahuasca recién la hicimos en el año ochenta y dos. Durante todo ese lapso, cada vez que iba a la Amazonía me hacía muy amiga de la familia de José Delgado, que era el mejor maestro que había en la época en Iquitos. Sus sesiones eran preciosas, y seguí investigando. Y cuando tuve que filmarla, ya don José había fallecido.

Entonces, hice la película con su señora, Alicia Delgado, y con su hijo. Y es una película que, en realidad, se me hizo una mezcla de ficción con documental; porque yo soy documentalista, de corazón documentalista, de esencia documentalista. Un buen documental es aquella obra que te descubre lo que está detrás de lo visible, y sobre todo te descubre al ser humano. Se trata de mostrar la humanidad, es vital. Y entonces, a pesar de ser ficción, muchas de las escenas son documentales, como las sesiones. También hay actores naturales. Fue muy interesante, e importante, que ellos me permitieran entrar y filmar, porque incluso el guion lo hice con ellos.

Me metí a la selva virgen con Melitón, el hijo de don José. Viajamos en canoa a la chacra donde vivía doña Alicia, y ahí me quedé como quince o veinte días, escribiendo el guion con ellos: “Entonces, ¿a usted qué le parece?”, ”…¿debería hacer esto?”. Y ellos me decían que trate de respetar al máximo sus rituales, ya que estaba creando un mundo y que, al fin y al cabo, era el mundo de ellos. Respeté mucho las cosas que ellos me relataban. Entonces, yo creo que la película es muy verídica.

Roger Neira: ¿Qué cambios internos produjo en ti el Ayahuasca?

Confieso que no mucho. Hay personas a las que le trae muchos cambios; para mí —con todo el respeto que le tengo, tomé muchísimas veces— pero, personalmente, te diré, el único cambio que pude ver es que me hiciera respetar y comprender mucho más ese mundo donde casi cualquier cosa puede suceder. Antes de ingresar a ese mundo, yo a veces iba a la Amazonía y no sabía que había un pensamiento mágico, un mundo invisible. Me decía: “me están tomando el pelo”, ”esto no existe”, “no puede ser”… El Ayahuasca me ayudó a comprender más este mundo sagrado, un mundo que existe y que quizás muchas personas no pueden ver o comprender. También, posiblemente, mi experiencia con el Ayahuasca fue un punto de quiebre que, de alguna manera, me independizó del núcleo que formábamos con Armando y los amigos de la Academia, llevándome incluso a descubrir otras realidades de mi país, realidades que intuitivamente quería seguir conociendo y plasmando en las pantallas.

Roger Neira: Ahora, de la selva nos vamos a El Guayabo, escenario de dos películas que estás restaurando: Guitarras sin Cuerdas y Color de Mujer. Ambas son obras de épocas diferentes, pero en una misma locación. ¿Cuál consideras son las convergencias y divergencias entre estas dos películas?

Nora de Izcue: Es curioso, tú me haces dar cuenta que mis películas son como secuencias, agarro un tema y le doy otro testamento. Casi todas mis películas han surgido por amistades. Primero, he sido amiga de las personas con quienes he creado mis películas. Fue el poeta César Calvo quien me presentó a Miguelito, y fue él quien me llevó a El Guayabo y me presentó a su madre “Chicha”, Cecilia Cartagena. Y me iba a pasar muchos fines de semana, a veces me quedaba una semana entera, viviendo en casa de Cecilia. Me encantaba, nos hicimos muy amigas, y con todas las mujeres, con las personas del Guayabo. En esos tiempos estaba dándose la reforma educativa del general Juan Velasco. Augusto Salazar Bondy dirigió el grupo que estaba con Leopoldo Chiappo, quienes estaban trabajando en una reforma educativa maravillosa. Desgraciadamente, cuando cayó Velasco también desarmaron esa reforma educativa, donde había toda una serie de programas de educación por el arte y el cine. Dentro de ese programa es que realizamos mi película Guitarra sin Cuerdas con los niños, para que ellos puedan preguntarse: ¿De dónde vinieron los negros de Perú? ¿Qué pasó? ¿Cómo sufrieron? ¿Qué importancia tiene su trabajo de campo? Entonces, este es un poco el mensaje que hicimos con los niños. Y Color de Mujer habla de Cecilia, quien tenía mucho que enseñar. Era una mujer que ha luchado sola con varios hijos, y sola los ha sacado adelante, trabajando en el campo, primero como peón de hacienda, luego como cooperativista. Encontré en ella una humanidad genuina, que tenía que ser mostrada, y decidí hacer una película sobre mi amiga “Chicha”. Entonces, hice Color de Mujer y me gusta mucho el nombre —porque yo me preocupo mucho por el nombre de las películas—, y en Perú se usa muy peyorativamente “esa es una mujer de color”. ¿No? La mujer de color, “Ah, es una negra”. Claro, yo lo cambié al revés y puse Color de Mujer, que le da mayor poder, le da su lugar histórico, pues no es una mujer de color, es COLOR DE MUJER con mayúsculas. Entonces, me gustó mucho jugar así con las palabras, y creo que va muy bien con la película, ¿no?

Fotograma del documental Color de Mujer de Nora de Izcue. La persona que aparece en el fotograma es Cecilia Cartagena, más conocida como “Chicha”, protagonista del documental que fue rodado en 1990 en la comunidad de El Guayabo, Chincha.

Roger Neira: ¿Qué es lo que te ha dado el cine?

Nora de Izcue: El cine cambió mi vida, amplió mis horizontes y me permitió conocer a personas, conocer a grupos humanos, culturas, realidades y esa ha sido mi labor: mostrar ese Perú maravilloso, con una riqueza impresionante. No podría vivir en otro lado. En cada película que he hecho me he involucrado totalmente, y uno va dejando muchos quereres en el camino, en Chincha, en la selva, en la sierra… Es un poco esta vida itinerante, dejando amores en todas partes y dejando también el corazón en cada historia. Nunca dejaré de agradecer a Armando Robles Godoy por haberme enseñado a amar al cine, por haberme enseñado a realizarlo, por haberme mostrado que el cine no es solamente un acto creativo, sino que había que luchar por el desarrollo del cine peruano de manera integral. Considero que es muy importante que se recupere nuestro patrimonio audiovisual, porque la memoria es muy frágil. Hay memoria y, sobre todo, nuestra memoria audiovisual, que se tiene que guardar, conservar de la mejor forma, y compartir.

Roger Neira: ¿Qué es lo que te falta hacer en tu vida?

Nora de Izcue: A estas alturas de mi vida, lo que tiene importancia son las cosas bellas. Lo único que quiero es que quede en registro, que quede en archivos, que quede un testimonio para el futuro. A eso me estoy dedicando.

Roger Neira: ¿Eres feliz?

Nora de Izcue: Sí, sí soy feliz (ríe)…

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* La presente entrevista fue desarrollada en el marco del Primer Concurso Nacional de Artículos sobre Mujeres en la Cinematografía Peruana, organizado por WikiAcción Perú, y fue acreedora al premio de la categoría Mejor Entrevista. La plataforma Desistfilm acoge su publicación como aliado estratégico en la visibilización de los aportes de las mujeres peruanas al campo cinematográfico. Más información en https://wikiaccionperu.org/. Licencia del texto: Creative Commons Atribución – No comercial – No derivadas 4.0 Internacional (CC-BY-NC-ND 4.0)

[1] Cineasta, poeta, guionista, gestor cultural y conservacionista de áreas naturales, y de archivos cinematográficos. Ha sido editor y director durante 7 años de la revista de arte, erotismo y espíritu: Las Sumas Voces. Ha escrito y dirigido 7 cortometrajes documentales, y 3 cortometrajes de ficción que han ganado varios premios nacionales e internacionales, y han sido adquiridos por televisoras públicas en Europa y Latinoamérica. Ganador del Concurso de Desarrollo de Proyectos de Largometrajes del Ministerio de Cultura del Perú, DAFO 2017, con su proyecto “Nora de Izcue: Madre del cine peruano”. Ha concluido la dirección del proyecto de Digitalización de la Obra Cinematográfica de Nora de Izcue, proyecto Ganador del Concurso Nacional de Proyectos de Preservación Audiovisual, DAFO 2018.Es Director Ejecutivo de La Asociación Patrimonio Fílmico Peruano, y fundador de la Escuela de Cine Indígena del Perú. piedraazulfilms@gmail.com