Por Carlota Moseguí
Dos décadas atrás, el director israelí Samuel Maoz pidió a su hija que cogiera un autobús para ahorrarse el coste de un taxi. Horas más tarde, el cineasta vio en las noticias que dicha línea de autobús había sufrido un ataque terrorista sin supervivientes. Afortunadamente la pequeña no llegó a subirse al vehículo atentado. Sin embargo, durante horas, Maoz dio por muerta a su hija, y pensó en castigarse de por vida por ser la persona que le sugirió que tomara el transporte público. Pese a tratarse de un perverso equívoco, el director nunca se recuperó del trauma que le hubiese provocado la posibilidad de haber mandado a su hija hacia la muerte, como tampoco se ha olvidado de su pasado sirviendo al país como soldado al mando de un tanque de guerra. De sus anécdotas biográficas más traumáticas surgen dos de las películas de mayor trascendencia que ha dado el cine israelí en los últimos años: Foxtrot y Líbano (ganadora del León de Oro de Venecia en 2009).
El segundo largometraje de Samuel Maoz es una sátira sociopolítica que radiografía los demonios de la sociedad israelí. El primero de los tres capítulos tendrá lugar en Tel Aviv; concretamente en el apartamento donde viven los padres y la hermana menor de un joven que ha ingresado en el ejército. El film arranca con la aparición de dos compañeros del soldado que comunicarán el fallecimiento de éste a sus familiares. En este episodio el director reproduce el impacto emocional, el sinsentido, la negación, la culpa y la ira que él vivió, en primera persona, ante una situación parecida.
El siguiente acto nos traslada a un campamento militar, situado en medio de la nada, donde cuatro soldados israelíes combaten el aburrimiento, la desidia y la monotonía jugando a videojuegos, contando historias o bailando foxtrots con sus fusiles. En este episodio el film revela su apariencia surrealista. Se trata de una elección arriesgada que su autor toma, y justifica, con la intención de dar forma a una crítica sobre el estado de paranoia compartida en el que vive la sociedad a la que pertenece. A pesar de la gravedad del tema tratado en primer plano –la guerra, la muerte y el luto–, Foxtrot es una comedia, tan absurda como oscura, que se refugia en el humor surrealista para no mirar de frente al Horror.
Sección: Festival of Festivals
Dirección: Samuel Maoz
Guion: Samuel Maoz
Música: Ophir Leibovitch, Amit Poznansky
Fotografía: Giora Bejach
Reparto: Lior Ashkenazi, Sarah Adler, Yonaton Shiray
Productora: Spiro Films, Bord Cadre, Pola Pandora Fimproduktions, ASAP Films, KNM
Israel, Alemania, Francia, Suiza, 2017, 114 minutos