Por Mónica Delgado
El inicio de Navios de Terra (Land Vessels) posee una peculiar belleza cinemática, debido a que el mar y las olas adquieren un tono abstracto debido al color ocre de las costas. Mar y tierra casi compuestos de irrealidad, en un paisaje poco usual que tiñe de rojos y variaciones, composición de un mineral terroso que sirve de preludio mágico (sobre todo debido a la magnífica fotografía de Matheus Antunes) para el viaje que emprende el protagonista, un obrero que se va de una mina abandonada a un buque con destino a China.
La mirada de la debutante Simone Cortezão se puede asociar a trabajos de Mauro Herce y de Xurxo Chirro (sobre todo por los trajes naranjas en altamar y las conversaciones en comedores y camarotes de los marineros, que podrían remitir al espíritu de Vikingland), incluso hay una intención de construir el paisaje marítimo desde la mediación del barco que recuerda a algunos episodios de los trabajos de Peter Hutton, sin embargo, la cineasta propone más bien detenernos en un personaje que tiene interés en conectarse con sus compañeros de trabajo y lograr un deseo al llegar a tierra. Así el paisaje, el mar y su observación estan supeditados a la visión de este protagonista, en tránsito.
La tierra, tanto al inicio como al final del film, va tejiendo una posibilidad de relato circular, en la medida que el personaje parte y llega a tierra firme con una finalidad de crecimiento interior, de renovación espiritual, por lo tanto el viaje adquiere la calidad de alegoría. Pareciera que Cortezão estuviera concentrada en mostrar más la estabilidad o aplomo de este personaje en sus anhelos, que en el balanceo propio de los viajes transoceánicos, es decir si bien es un film que en la mayor parte del metraje se desarrolla dentro de un barco, no existe la intención de hacer de esta experiencia algo separado de la introspección y fijaciones del personaje.
Luego el film se divide en dos partes, a partir de que el protagonista (Romulo Braga) baja del barco y llega a Taipei como turista, mostrándose “perdido en la traducción”, pero con la meta de llegar a unas montañas, que se vuelven el sueño que confronta al mar. En esta parte se perciben momentos artificiales o provocados, rompiendo con la espontaneidad del tono de no ficción que se había manejado hasta esas escenas. Sin embargo, no afecta la propuesta general, que se propone como un seguimiento a un personaje dentro de esta ruta laboral y personal, en una unidad difuminada.
Con estreno latinoamericano en la sección competiviva de largos de Olhar de Cinema, Navios de Terra es un auspicioso debut pese a que hay un aire a deja vu en el film, en las evocaciones a otras películas recientes que tienen al entorno de puertos, pesca y marineros como metáfora de viaje y transformación.
Sección Competición de largometrajes
Director: Simone Cortezão
Guión: Simone Cortezão
Fotografía: Matheus Antunes
Reparto: Romulo Braga, Shima, George Chein
Productora: Centro O Oito Filmes
Brasil, Taiwán, 2017