Por Mónica Delgado
Hasta el 10 de julio se realiza en Lima la edición 18° del Festival Internacional de Cine LGBT+, el OutfestPerú, que llega al público en una versión online. A diferencia de años anteriores, se percibe una mayor selección de películas latinoamericanas en su competencia oficial, así como de cortometrajes, lo que permite situar los trabajos en una dimensión territorial y de estado de la cuestión en torno a las sensibilidades y motivaciones de los y las cinestas. Como parte de su posición activista, el Outfest remarca esta necesidad de poner en diálogo a las películas desde México, Chile, Argentina, por ejemplo, aunque llama la atención la escasez de largometrajes peruanos, lo que nos habla de algunas consecuencias propias de la pandemia y de la reducidas posibilidades de poder hacer cine en años recientes; aunque en la sección cortos sí aparecen varios trabajos locales, algunos en calidad de estreno.
De la selección oficial elegí un par de largos documentales que son retratos narrados con perspectivas de interés, en la medida que rompen con roles fijos o posibles estereotipos sobre lo trans en el cine, tanto de ficción o documental.
En El viaje de Monalisa (2019), la cineasta Nicole Costa va describiendo un reencuentro con un compañero de universidad. Se trata de Iván Monalisa, un artista, performer, escritor y dramaturgo, que abandonó Chile por diversas razones, entre ellas la poca libertad para ser él mismo y vivir su identidad y sexualidad en una sociedad conservadora. La cineasta lo busca en Nueva York y esta visita se va planteando de a pocos, sobre todo a partir de la escucha de mensajes en un teléfono que van permitiendo conocer bajo qué circuntancias, de afinidad y afectos, se va acercando la realizadora al autor/personaje. Esta mirada de Costa se completa con insertos de material de archivo, de algunos collages de fotos y frases, de textos en fondo negro, cuyas formas audiovisuales van materializando el aire irreverente e incontenible de Monalisa. Desde estos recursos Costa va dando forma al espíritu del personaje, libre, autónomo, quien en algunos momentos va afirmando una posición en torno a la prostitución por ejemplo, labor que ejerció muchos años en Nueva York, y que le sirve como materia creativa para sus obras literarias, performances y bailes.
Iván Monalisa vive hace veinte años en el Bronx, y es así que también esta zona de la ciudad va a ir acompañando este proceso de conocerlo: Acosta sigue a Monalisa, ataviada de modo elegante y con una larga trenza que a modo de cola va dejando huella de su paso por calles y parques. La ciudad luce cómplice, y se va dibujando también así desde los relatos que Monalisa hace de sus encueentros amorosos y sexuales. Como autor de los libros La misma nota, forever (2014) y Las biuty queens (2019), que lo puede asociar al influjo de la generación Lemebel, lo que este film refleja más allá de toda vinculación artística o literaria, es la complejidad de un personaje que se resiste a la etiqueta, a la moda o corrección política.
Iván Monalisa se autoidentifica como“two spirits”, identidad hombre-mujer (que se inspira en imaginarios amerindios). Esta denominación permite precisamente mostrar al personaje en la convivencia de esa dualidad lúdica, viva, plena de picardía y deseo, de mostrarse ondulante, resistente a la concreción o definición absoluta. Así, vemos a Iván Monalisa desde esta visión de hombre-mujer en un mismo cuerpo, y que Costa plasma acertadamente a lo largo de su film.
Por otro lado, la cineasta rosarina Cecilia del Valle encuentra un persona de imflujo similar para su primer film, y que va a pasar quizás por los mismos dilemas que Iván Monalisa, en esa posibilidad simbólica de los dos espíritus en un mismos cuerpo. Pero, a diferencia del personaje chileno, Canela luce por momentos libre pero también insegura, en tránsito, buscando su lugar.
Canela (2020) tiene como protagonista a una arquitecta trans de Santa Fe, quien decidió su transición a los 47 años. Como espectadores asistimos a una parte de este proceso, pero no necesariamente a la parte “médica”, sino a través del seguimiento que hace Del Valle a los espacios laborales, académicos y amicales en los cuales Canela Grandi se desenvuelve de modo muy alegre, fresco y que por ratos podrían rozar lo pintoresco (evocando a decenas de personajes del cine en clave almodovariana o toque Divine). La cineasta muestra en este documental esta cotidianedidad o normalidad, pero contrastada con otros espacios donde la protagonista indaga sobre los cambios hormonales que vive, con sus dudas, preguntas y posibles certezas. Conversaciones con amigas, terapeutas y médicos sobre la transición, sobre las operaciones de reasignación secual, la relación con el entorno luego de esto, la calidad de las relaciones sexuales y el cambio físico son tópicos que se van repitiendo, y que van mostrando una diferencia con la seguridad con la que Canela realiza observaciones técnicas en las obras de su trabajo o en las clases de la universidad.
Con la llegada de una ex pareja trans, que vivía con la versión masculina de Canela, es que se introduce el “conflicto”, ya que la protagonista se hace la pregunta de si puede volver a enamorarse de un amor de su época cis. Y esta nueva problemática, que más bien es el retorno al amor o la afirmación de una identidad más allá de una operación, logra que aflore una dimensión distinta a la Canela que se ha ido dibujando a lo largo del documental. Y es con esta duda que el film cierra, logrando transmitir esta sutil incertidumbre como salida de libertad y autoafirmación.
Competencia Internacional
El viaje de Monalisa
Dirección: Nicole Costa
Producción ejecutiva: Gregory Costa
Sonido: Sonia Li, Pelao Carrasco, Francisca Molina, Nicole Costa
Producción: Daniela Camino
Edición: Melisa Miranda
Música: Kato Hideki
Argentina, 2019, 98 min
Canela
Dirección: Cecilia del Valle
Guion: Cecilia del Valle
Música: Juani Favre
Fotografía: Lucas Pérez
Argentina, 2020, 70 min