PANORAMA: BRANCO SAI, PRETO FICA DE ADIRLEY QUEIRÓS

PANORAMA: BRANCO SAI, PRETO FICA DE ADIRLEY QUEIRÓS

Por Mónica Delgado

Branco Sai, Preto Fica tiene todos los elementos para simular ser una fantasía distópica. Este mundo actual de Ceilandia, en las periferias obreras y marginales de Brasilia, podría ser efecto de alguna guerra post apocalítica, con sus hombres aferrados de por vida a sillas de ruedas o a piernas biónicas, viviendo en zonas apenas habitadas, con mujeres ausentes y al margen de una normalidad social.  El hip hop, rap y funk y el dibujo va a uniendo a los personajes en su soledad y modo de inserción o reencuentro con el pasado que los ha condenado a esa vida de movilidad asistida: en el año 86, en un ataque policial represivo en una discoteca marginal, donde los blancos se podían largar y los negros se quedaban dentro, los dos jóvenes, en esa época bailarines de rap, se convirtieron en presa fácil de la violencia y fascismo estatal. Uno, un DJ que deviene en un juglar de lo popular, y otro, un tipo sin pierna que recupera piezas ortopédicas para potros hombres como él. Entre los dos, la figura de un ente simbólico, un hombre venido del futuro, del año 2073, que vive en un container que a la vez es una nave espacial, y que se vuelve en aquellos que los dos hombres heridos anhelan, el viaje en extremo.

Adirley Queirós asume en este filme una puesta en escena de oscilación, entre el documental (el recurso de la voz en off de los personajes que narran sus recuerdos e impresiones, pero sobre todo el hecho atroz de aquella noche en que la policía los atacó), la ciencia ficción (el futuro distópico en este caso desde el ascetismo y «estallidos» de efectos minimales) y el drama político, con momentos de musical, que en realidad provienen de las acciones mismas del personaje de Marquim do Tropa y sus grabaciones o salidas al aire del programa que tiene y que irradia desde su casa en Ceilandia).

A partir de una concepción clara entre movimiento y espacio, y también desde sus analogías o contrarios, es que Adirley Queirós establece el entorno físico que prima en Branco Sai, Preto Fica, su segundo filme y primer largo de ficción. Ante la mediación del movimiento que requieren los dos hombres con discapacidad física (las vías o ascensores artesanales, o la pierna ortopédica), aparecen los motivos del tránsito, trenes, autos, la cámara que viaja por autopistas, pero también en un lado opuesto o quizás complementario, los arrabales, los descampados que revelan indicios de un sitio con pocos deseos de ser poblado. En el barrio de Marquim do Tropa, él parece ser el único habitante, entre casas hechas de latón, entre pasajes solitarios, donde apenas se ve a lo lejos alguna carretera o pista. Lo mismo pasa con el personaje de Sartana, quien observa a lo lejos cada noche el curso de la ciudad, al parecer desde la cima de un barrio ubicado en una loma o cerro.

Dimas, el tercer personaje, es el que aterriza o eleva el relato de atisbos documentales hacia el lado más bizarro de la ciencia ficción, interponiendo entre el drama de los dos protagonistas una oportunidad de lo mágico o irreal. Dimas llega del futuro gobernado por la vanguadia cristiana, y está en busca del mentor de un atentado en Brasilia, pero esta búsqueda apenas es mostrada en su real misión, sino que prima un halo de indefinición, convirtiendo a Dimas en una posible elucubración y goce de los dos protagonistas.

Los primeros minutos de Branco Sai, Preto Fica son claves para incorporar los motivos de Adirley Queirós, el movimiento, los espacios abiertos, los travelling verticales, los planos fijos siguiendo el ritmo de la oralidad, esta vez desde el hip hop que se vuelve el narrador de los hechos, y que van a definir el horizonte de dos personajes y su liberación.

Sin duda, este filme marca un hito dentro de la permeabilidad en las fronteras entre géneros y en el canon existente en el cine brasileño sobre cómo filmar lo marginal y la herencia de las favelas (sobre todo si pensamos en las manidas Tropa de Élite o Ciudad de Dios). Hay un sentido del humor extraño, agridulce, como el contexto de horror de antaño de la frase que da título al filme, más de veinte años después, subvirtiendo los mundos de afuera y adentro en una abstracción, pero también en una revancha social, contra la opresión y la condena a la marginalidad, como esa barrera vencible entre la comedia y la ruptura, que queda evidente en la nueva versión de la canción del «baile del burro», subvertida, destruida y vuelta cosa nueva a manos del personaje del DJ Jamaica. El código de la transformación y la rebelión.

 

White Out Black In – Blanco fuera negro dentro
Director: Adirley Queirós
Guión: Adirley Queirós
Fotografía:Leonardo Feliciano
Edición: Guille Martins
Dirección de Arte: Denise Vieira
Sonido: Francisco Craesmeyer
Música: Marquim do Tropa
Producción: S. Gonçalves, A. Queirós
Reparto: Marquim do Tropa, Shockito, Dilmar Durães, DJ Jamaika, Gleide Firmino
País: Brasil
Año: 2014