PANORAMA: DOS BESOS DE FRANCISCO LOMBARDI

PANORAMA: DOS BESOS DE FRANCISCO LOMBARDI

Por Mónica Delgado

Hay algo nuevo en Dos Besos (Perú, 2015) con respecto a los films anteriores de Francisco Lombardi, y esto tiene que ver con la narración confiada a la estética de lo episódico o fragmentado. El director establece su puesta en escena a partir de una seguidilla de planos o escenas separados por fade out o el fundido en negro. Este recurso se ubica de modo coherente con la partición del relato en tres, separados según las intenciones de los personajes de un triángulo amoroso, mas no desde sus puntos de vista, ya que hay un imaginario totalizador que impide ubicarse desde la subjetividad de cada experiencia. La lograda primera parte (Paola) será gobernada por la intriga, la segunda (Max), por la oscilación o duda, y la tercera (Nancy), lamentablemente irregular y abrupta, marcada por el determinismo. Sin embargo, el film mantendrá su ritmo de fundidos que van hilando una progresión hacia el desenlace sin regodeos.

La intro de la película es central para definir la naturaleza de lo que veremos: una productora de televisión (encarnada por una estilizada y de apariencia sofisticada Wendy Vásquez), tras la emisión de una entrevista sobre los celos, ve despertar sus dudas hacia su marido, un rutinario docente universitario y poeta (Javier Valdéz), quien mantiene una amistad con una alumna y actriz (Mayela Lloclla), mucho menor que él. Lo interesante de esta intro, es que el nacimiento de la duda era hasta ese momento un asunto impensable para una mujer a todas luces segura de sí misma. Este quiebre dentro de una estabilidad marital es lo que despierta el surgimiento de otra mujer: insegura, mimética y calculadora.

Pero a Lombardi no le interesa centrarse solo en un drama de infidelidad, o de vampirización entre las dos mujeres en sospecha, sino que otorga características y detalles a sus personajes para establecer con ellos distancias sociales encarnadas en la figura de una muchacha provinciana de clase baja que incursiona en los terrenos en la actuación, en la inacción de un docente poeta y en una esposa temeraria descrita como vacía y frívola, ambos de clase media alta. Y aquí menciono el tema de clases porque es un asunto que sí se percibe de modo marcado en el film y hay una escena clave que permite esta lectura: cuando Paola lee en un libro que un indicio de infidelidad es encontrar una prenda inusual en el closet del marido, corre al armario a hurgar entre las ropas y encuentra un bolso pequeño de confección artesanal y de clara ascendencia andina. Una prenda que no podría identificar a su marido jamás. No solo se trata de una infidelidad sino de otro tipo de acercamiento más allá de lo amoroso y que apunta a una lectura de lejanías sociales.

Como en algunas películas de Claude Chabrol, un relato desde lo íntimo, en este caso sobre una crisis propiciada por los celos y la infidelidad, se vuelve analogía de un problema social soterrado, y aquí, la trama se orienta a desagregar las desavenencias de un amor convencional formado desde la imposición social: lograr una familia como institución a preservar a como dé lugar. Así, en Dos Besos aparece una clara crítica a la familia desde lo “burgués”, y que pareciera estar imbuida en aquella vieja premisa marxista de que “Toda la historia de la sociedad humana, hasta el día de hoy, es una historia de lucha de clases”. Y la historia de celos y de presuntos infieles no podía quedar al margen.

De alguna manera hay en la película esta idea de preservar un determinado orden ideológico y social, basado en este estamento infranqueable del matrimonio, que ni la muerte separará. Pero lo más curioso es que esta idea de la sacrosanta familia no viene de ninguno de los personajes, sino de una omnipresencia que todo lo ve y juzga, que castiga y procura un orden que garantice la existencia de determinados “valores”. La familia como reproductora de desigualdad, donde los pobres y en desventaja social (en esta caso de una actriz idealista y “emprendedora” que actúa en obras de Chéjov) tienen las de perder. Por ello quizás el aire anacrónico del film, en ahondar en una Lima detenida en el tiempo, para enfatizar más en las diferencias entre los protagonistas. Sin embargo, esta premisa moral significativa aflora de modo contundente al final, como síntoma cínico de un entorno social en decadencia. Por ello no extraña que el título inicial del film fuera Troika (luego cambiado por motivos comerciales a Dos Besos): una sutil ironía para una historia de amor y desencuentros entre clases sociales.

Guión: Augusto Cabada
Fotografía: Mario Bassino
Edición: Eric Williams
Sonido: Edgar Lostanau, David Romero
Música: Karin Zielinsky
Dirección de arte: Marichi Palacios
Producció: La Soga Producciones, Sobras
Intérpretes: Wendy Vásquez, Javier Valdés, Mayella Lloclla, Diego Lombardi