PANORAMA: FICCIÓN PRIVADA DE ANDRÉS DI TELLA

PANORAMA: FICCIÓN PRIVADA DE ANDRÉS DI TELLA

Por Pablo Gamba

Ficción privada (Argentina, 2019) se estrenó el año pasado en San Sebastián y llegó directamente a la plataforma Cine.ar de Argentina por la pandemia del COVID-19. La más reciente película de Andrés di Tella es un documental, y el título es significativo, ya que remite a la posición del cineasta con respecto a este formato. Fue seleccionado para Zabaltegi, una sección competitiva de San Sebastián abierta a este tipo de películas, y participó también, fuera de competencia, en el Festival Internacional de Documentales de Ámsterdam (IDFA) y en la competencia latinoamericana de Mar del Plata.

Después de dos documentales de encuentro, Hachazos (2011), con la figura emblemática del cine experimental argentino Claudio Caldini, y 327 cuadernos (2015), con el escritor Ricardo Piglia –además de otros dos largometrajes sobre artistas que son como “excursos” en su obra–, Di Tella regresa aquí a la autobiografía de Fotografías (2007) y de su película más conocida, La televisión y yo (2002). El dispositivo principal de Ficción privada es la lectura dramatizada de cartas que intercambiaron sus difuntos padres, el sociólogo argentino Torcuato di Tella, y la psicóloga y militante socialista de la India, Kamala Apparao. Está a cargo de dos actores jóvenes, que interpretan una trama secundaria en la que ellos también son pareja.

No es original este recurso. Recientemente, lo usó Ruth Beckermann en The Dreamed Ones (Austria, 2016) para hacer una puesta en escena –que el cineasta argentino replica– de la lectura de las cartas de los poetas Paul Celan e Ingeborg Bachmann, y que también incluye la relación fuera del estudio de grabación. Pero la característica principal del documentalismo de Di Tella es la interrogación de todos los dispositivos. Eso aquí lo lleva, por ejemplo, a pasar de la lectura a un rap a dos voces que crea, con las cartas leídas, matices de expresión más allá del sentido, análogos al trazo de la letra manuscrita.

La autocrítica del documental se convierte, por tanto, en la clave de su acercamiento al “tema”. Hay que poner la palabra entre comillas, porque el consecuente despliegue de dispositivos alternativos a la lectura constituye el argumento de Ficción privada, de manera similar a como el relato de la investigación es la trama de La televisión y yo y de Fotografías. De allí, también, el porqué de la palabra “ficción” en el título: hace referencia a que todo intento de acercamiento a lo real en el cine exige inventiva del realizador y que el espectador participe con su imaginación. Andrés di Tella pone esta carta sobre la mesa al comienzo de la película con referencia a las fotografías.

La selección de Ficción privada para ser estrenada en un festival como el de San Sebastián, que no se caracteriza por su espíritu de ruptura experimental, representa la coronación de la búsqueda de un documentalismo reflexivo y performativo, como lo exige la autoconciencia actual del formato, pero que a la vez sea amable y accesible para el público, lo que Di Tella consigue con su voz. Es una audacia para el cine que aspira a ser considerado con seriedad porque se coloca en la vereda de enfrente de los que optan por el prestigio vanguardista de lo enigmático o por la ferocidad de la trasgresión, como es el caso emblemático de las películas de Albertina Carri en el cine argentino.

El otro punto es que este documentalismo afable, que ni siquiera llega a ser violento en Hachazos, a pesar del título y de los “choques” con Caldini, tiene como correlato aquí cierta estabilidad del mundo privado del cineasta que no existía de esta manera en sus anteriores películas. Esto puede parecer una paradoja, puesto que Ficción privada es una película sobre padres que han muerto, pero de lo que se trata es de la prolongación, más allá de la muerte, de la familia, que el sentido común sigue considerando la “célula” de la sociedad.

Si los dispositivos del documental son cuestionados en las películas de Di Tella, no ocurre lo mismo aquí con la familia, como sí sucedía en la búsqueda de sus parientes en la India en Fotografías. En consecuencia, hay una afirmación de la identidad, con respecto al padre, a la madre y a su hija Lola, que también contrasta con esa otra película y con la diferencia entre los personajes de Fotografías y La televisión y yo. Por tanto, Ficción privada no solo es un llamado a la imaginación. Lo es, además, a la sospecha ante esta aparente seguridad en torno a lo que no es únicamente lazos de sangre y sentimientos entre los vivos y los muertos sino también una institución social. “Privada” no es un adjetivo que se pueda dejar pasar sin hacerse preguntas.

Dirección y guion: Andrés di Tella
Producción: Francisco Novick
Fotografía: Juan Renau
Montaje: Valeria Racioppi
Música: Sami Bucella
Interpretación: Denise Groesman, Julián Larquier, Edgardo Cozarinsky, Lola di Tella, Andrés di Tella
Argentina, 2019