Por Mónica Delgado
Es inevitable que la carga discursiva de El estudiante, el anterior film de Santiago Mitre, dote también a La Patota de una lectura desde lo político. Es más, es lo que une y desune a los personajes, en su modo de entender el mundo: está en el diálogo inicial, en la despedida, en las motivaciones de la protagonista de clase media para cambiar de trabajo y lanzarse a vivir a un poblado de la periferia donde enseñará formación cívica a jóvenes pobres. ¿Pero es sobre la convicción en lo político de lo que realmente trata La Patota? Me parece que esta línea de despegue argumental no es el centro de la película, que más bien tiene una apuesta clara que encarna totalmente Dolores Fonzi. La clave de la película está en el modo en que está narrada, en su puesta en escena de una sola capa que se va desagregando en recuerdos, para luego dar ingreso a un nuevo punto de vista que no se completa del todo, en lo que pudo ser, pero que no se plasma sino que se intuye. Es Dolores Fonzi la que va contando su trauma en tono seco a una terapeuta, y es este recuento de los daños que se vuelve el eje total del film, en el balance de esta interioridad medida, contenida, infranqueable, que más que una expiación política, de sus causas o filiaciones, es una recuperación de un estado psicológico en apariencia inescrutable.
La Patota (Argentina, Brasil, Francia, 2015) también tiene que ver con el acto mismo de contar y escuchar entre dos mujeres. Una, víctima que se niega a esa condición, y otra, oyente cuasi pasiva, invisibilizada, que va preguntando apenas sobre algunos detalles o sinuosidades que van apareciendo en el testimonio. Este personaje que solo oye es como nosotros, que atento sigue el curso de esas imágenes que van desnudando a este personaje por el cual no llegamos a sentir una empatía total. Lo que propone Paulina con su cuerpo, dentro de la narración de su experiencia, con su terquedad y silencio, es precisamente la contención, que se le es revelada como espejo también en algún momento en que vemos al padre rechazarle un abrazo. Paulina está encadenada a una decisión más que a una convicción, y que responde a un vínculo fuerte con el padre que queda ya para imaginar.
Hay una pista que permite dilucidar mejor este retrato de Paulina (me gusta más el nombre como este título con el que fue estrenado en La Semana de la Crítica en Cannes), y está en la conversación con la tía, que va describiendo con algo de rencor a su madre, ser ausente, y que fue copado en el imaginario familiar por un padre dador y atento. Por ello, esta relación con todo lo que significa este patriarcado algo sublimado, que no llega a ser ni enteramente castrador ni totalizador es el único referente permanente que nos puede remitir a esta Paulina indubitable y terca.
Por otro lado, el contexto de donde emerge la patota, y que es mostrado por primera vez a los ojos del espectador desde un paneo que tiene tufillo de amenaza (ya como lugar común de diversos filmes de suspenso donde se quiere transmitir el peso de una pandilla como peligro), apenas si aparece hostil luego. El problema no está en el contexto, ni en el guaraní que se oye como lengua alterna en clase, ni en un rollo de clase entre los habitantes de un pueblo que apenas es dibujado en reuniones barriales y en el accionar de algunos vecinos. El mismo guión da las pistas suficientes para descartar una lectura solitaria y abarcativa desde lo social o político, porque este tamiz de los ojos de Paulina, de su modo especial de intentar resolver los problemas, es el principal eje del drama. Paulina, como dice el padre, es una víctima que se niega aceptar la acusación de un delito, pero su hidalguía radica precisamente en ir en el polo opuesto, de ese símbolo enorme, al que llama Fernando, y casi nunca papá.
Dirección: Santiago Mitre
Producción: Agustina Llambi-Campbell, Fernando Brom, Santiago Mitre, Lita Stantic, Axel Kuschevatzky, Walter Salles
Guion: Santiago Mitre, Mariano Llinás, Eduardo Borrás
Protagonistas: Dolores Fonzi, Esteban Lamothe, Oscar Martínez
Países:Argentina, Brasil, Francia
Año: 2015
Productora: La Unión de los Ríos, Lita Stantic Producciones, Telefé,Story Lab, Full House,VideoFilmes