Por José Sarmiento Hinojosa
Cuestiones de exilio, identidad y sexualidad, una triada de elementos que se conjugan en el personaje de Ramin, migrante Iraní que desembarca en el puerto de Veracruz, lugar de transferencia/tránsito/transición para un personaje que no solo escapa de sus propios demonios, sino de la problemática de la realidad de ser homosexual en el medio oriente, la búsqueda de la adopción de una identidad que acoja su verdadero yo. En medio del lost in translation, el lenguaje parece ser un elemento más de la territorialidad inhóspita que lo recibe en México, una tropopausa entre la tierra del sacrificio y el sueño americano.
Este aparato complejo de relaciones y contactos humanos en la tierra del tránsito, cobra una dimensión extraña, como si la tierra que acogiera a Ramin de pronto lo tragara en sus entrañas para expulsarlo luego con una violencia inusitada, con el súbito reconocimiento que el colapso de la empatía no le es ajena a distintos hemisferios, que atraviesa océanos, que se encuentra en la tierra de Moctezuma y de Jomeini, en la de Roosevelt y De Gaulle. Los personajes que circulan alrededor de la vida del joven Ramin, también son perseguidos, víctimas de sus propios traumas, abuso, desamor, amor tóxico, xenofobia, homofobia y demás crisis humanas que cohabitan en distintos círculos de nuestro infierno terrestre.
Luciérnagas es tan un aparato de resistencia como otros filmes de Khoshnudi (como The Silent Majority Speaks, estrenada en Lima por Desistfilm en el ciclo Mujeres en la Resistencia) , pero en esta ficción la preocupación aparece por desnudar las complejidades humanas que resultan en la ruptura del dispositivo social. Es una visión lúcida de la violencia, pero también de la vida interior de un personaje que parece no encontrarse nunca en ninguna parte del globo y divaga entre situaciones que poco a poco lo envuelven en una compleja red de desencuentros emocionales. Si la luz al final del túnel está presente en Khoshnudi, es de una forma intermitente, o etérea: la duda sobre cómo escapar al destino trágico del eterno tránsito entre la búsqueda de la realización personal y la felicidad está siempre presente, como lo está en este momento en el mundo en el que vivimos.
Un retrato del mundo actual que pasa amargo y con dificultad, con una sensación de sosiego e incertidumbre que no nos termina de tranquilizar.