Por Mónica Delgado
Hay tragedia pero no es necesario el ornamento del drama para que Raúl Perrone transmita ese sentimiento de orfandad y autoalejamiento en las dos horas y media que transcurren en el Ituzaingó adolescente de P3nd3j05. Dividida en tres actos y una coda, P3nd3j05 es un filme donde el cineasta sublima, a través de un blanco y negro por momentos saturado, el entorno de skaters y muchachas convertidos en fantasmas forzados por un devenir atrevido, insolente, donde apenas hay espacio para la cordura adulta.
A través de intertítulos, sin voces, y siguiendo un estilo de ralentis (la inversión de la velocidad de los 16 cuadros por segundo del cine silente que prima en gran parte de la película), Perrone establece un mundo para la interpretación del encierro emocional de sus personajes, de la mano de una narrativa de lo musical, que si bien huye del virtuosismo se apodera de sus elementos en una «cumbiópera» de la desazón y el infortunio.
El formato 4:3, que remite a la limitación técnica del cine de los primeros años, propicia la apropiación de sus motivos, más allá de las secuencias rápidas, y que se empodera en la fijación de los rostros de estos muchachos con expectativas inconclusas, con sueños rotos, con esa necesidad de lo individual que queda reflejado en ese nuevo siamés de hombre-skate. Por eso la inclusión de un par de planos de La Pasión de Juana de Arco de Dreyer, el filme mudo cumbre de la gracia divina, que deja de ser un simple homenaje (en un plano donde también aparece Artaud), lo que podría resultar gratuito si no fuera por la cuidada filiación que Perrone demuestra en la apuesta por la gestualidad y el detalle.
Un filme mudo no existe sin aquello que se impuso para el deleite de las masas y su entretenimiento, en su necesidad de conservar aún el lazo con las demás artes que primaron en el siglo XIX y en el tránsito a la modernidad del cine de comienzos del 1900 (y que duró hasta su muerte hasta fines de los años veinte): la música. Y es así que Perrone conjuga las imágenes de la práctica del skate, del lenguaje corporal y sensorial que despliegan estos personajes ante la ausencia de la palabra oral, con una banda sonora que suple perfectamente la narrativa convencional. Es a partir de la música que sabemos las distancias, las sorpresas, el temor y la huida, pero también la celebración o liberación.
Un poema de Pasolini, que remite a la pasión de Cristo, en la coda, vuelve a la idea ya explícita en la secuencia con la Juana de Arco de Dreyer, pero completar una metáfora de heridos y muertos provocados por una indiferencia social brutal y que se abstrae en la idea de la redención. No solo Dreyer, si no también Bresson, quien con su Mouchette o su Balthasar, por ejemplo, elaboró una galería de pequeños cristos modernos, desolados, cercanos a una humanidad perdida.
P3nd3j05 es una película que se vive como resurrección, tanto por la utilización de los recursos del cine mudo bajo una óptica depurada como por la experimentación desde las posibilidades del digital. Aquí hay otro tipo de pasión, en cada plano, en el uso de la cumbia más Händel, en la completa mirada de Perrone sobre su interpretación del sentimiento adolescente.
Director: Raúl Perrone
País: Argentina
Año: 2013
Formato: DM
Duración: 150 minutos
Color: Blanco y negro
Reparto: Mariano Blanco, Cabito, Yenien Teves, Eugenia Juárez, Fernando Daniel.
Música: Nomenombresway
Productor: Pablo Ratto