Por Mónica Delgado
Bajo el ojo de una cámara que sigue a los personajes desde la inmediatez y la textura del digital, Bill Mousoulis apuesta por una ficción enmarcada en la actual crisis económica griega, y más que un telón de fondo se convierte en el “spleen” del protagonista, un viejo cineasta italiano a la manera de los héroes del registro y la crítica social, atraído por el caos político y los disturbios en Atenas, alejado de la familia y demás lazos de filiación.
La película abre con Giulio, interpretado por Alessandro Figurelli, respondiendo a la cámara (e increpando o revelándose al espectador) como un desencantado de su presente, un hombre de ninguna parte, un italiano viviendo en Grecia, fijando un panorama crítico al mundo del capital, deshumanizado, violentado, al que habría que dislocar. Así, Mousoulis, a través del soliloquio de Giulio, entabla algo indispensable en la propuesta de su filme: el cineasta como devenir tanto político como personal, un ser indisociable, una suma extraña, o ya venida a menos del artista-hombre, en una lógica coherente que encaja en aquello que los teóricos de las vanguardias del siglo pasado denominaron como arte-vida.
Wild and Precious (Australia, Grecia, 2012) está filmada tanto en Italia como en Grecia, mostrando así dos polos de oscilación en la vida reciente de Giulio. En Milán está su esposa Irene, quien vive con su hija Andrea, de nueve años, a quien apenas conoce. En Atenas, la necesidad del registro de un momento histórico, las respuestas de los atenienses ante la falta de empleo y la crisis, pero también algo esencial, el trabajo a partir del contacto con una pareja de reporteros australianos. Y así como la figura del realizador-trabajador-artesano aparece como retrato abarcador de dos contextos (el sublime e íntimo de Milán y el abierto y conflictuado de Atenas) también resulta interesante cómo es que Mousoulis va a construir a este personaje desde una dicotomía o paradoja elocuente: Giulio increpa en los primeros minutos de la película sobre el temor a deshacernos de la tecnología, a modo de perorata post hippie o de crítica industrial, sin embargo, a lo largo de Wild and Precious somos espectadores de su real figura como hombre y su extensión, la máquina, o el ojo mecánico del que no se separa. El cineasta que todo lo registra y que no se deshace de su otro ojo artificial, a través del cual percibe y construye el mundo.
Si bien Wild and Precious tiene clara su indefinición de puente entre lo real y simulado, no hay una intención por hacer un retrato de la crisis en Grecia ni de adentrarse en el drama de un personaje forzado a la soledad, sino de ir a atrapar los detalles que hacen de este proceso un cúmulo de momentos sublimados: los graffitis, el perro en las manifestaciones, el clima de rechazo, en comparación con la tranquilidad y vida aburrida en Milán. Aunque hay unas subtramas del argumento que no pegan del todo (como los episodios de la movida punk en Italia a partir de un personaje que surge a mitad del metraje), Wild and Precious logra un retrato contundente de las convicciones de un cineasta, y que fácilmente podría ser el esbozo del alter ego de muchos realizadores que hoy anteponen el cine por sobre toda las cosas.
Director: Bill Mousoulis
Guión: Bill Mousoulis, Alessandro Figurelli, Alan Maglio
Cast: Alessandro Figurelli, Jennifer Levy and Emanuela Zocco
Grecia, Australia, Italia
2012