Por Mónica Delgado
El cine en las entrañas (Páginas de Hablemos de Cine)
Isaac León Frías
Argos Productos Editoriales, Lima, 2016.
652 páginas
El reciente libro del crítico peruano Isaac León Frías recupera sus textos en Hablemos de cine, emblemática publicación especializada, en un periodo de casi tres décadas, que permite acercar esta experiencia de cinefilia y crítica a nuevas generaciones de lectores. Hasta la fecha Hablemos de Cine no ha sido reeditada, ni mucho menos estudiada a cabalidad, por lo que esta iniciativa de León Frías permite un paso adelante, ya que se anuncia para los próximos meses una reedición y un estudio más analítico.
Dividido en cinco partes (o secuencias), en El cine en las entrañas Isaac León ordena una serie de artículos, la mayoría breves, que van a dar luces sobre todo de una sensibilidad generacional sobre el estado del cine, desde mediados de años sesenta, en pleno apogeo de la Nouvelle Vague y desde la influencia de revistas como Cahiers du Cinema, hasta mediados de los años ochenta, donde aterriza ya en una crisis local de la exhibición de cine antes del cierre de la revista.
Lo interesante de una publicación como El cine en las entrañas es que arroja luces sobre el contexto en que un grupo de críticos peruanos apostaba por una revista de llegada continental. Por otro lado permite valorar fobias y filias, y que el mismo León Frías desentraña al final de cada secuencia a modo de apostillas, donde aclara, enfatiza o polemiza sobre sus propios textos. Por ejemplo, en el primer capítulo sobre Cine-Cine, León Frías rescata aquellos textos que subrayan no solo su propia visión del cine a mediados de los sesenta, sino la mirada del colectivo sobre un “deber ser” del cine, donde se desestima apuestas estéticas más arriesgadas o experimentales. Aparece una adherencia por el cine de realidad observada, al que denominan como “cine-cine”: “películas que realmente se acercan a una realidad, sin falsearla, restituyendo a la imagen en su totalidad objetiva; las películas que logran ese cometido de forma plena son las obras de arte del cine; es el caso de Hatari de Howard Hawks, de Ugetsu Monogatari de Kenji Mizoguchi, de Viaje a Italia de Roberto Rossellini y El Cid de Anthony Mann, entre otras”. Allí el valor documental de un libro como este, que permite un panorama más certero sobre las motivaciones, inspiraciones y ambivalencias al momento de valorar un film.
Algunas impresiones de los años sesenta de Isaac León Frías me recuerdan las lecturas imanentistas que gobernaron la crítica literaria y que luego fueron dejadas de lado por las teorías estructuralistas. Y esta recopilación permite ver esta influencia en el entorno de la crítica fílmica, y una evolución clara del pensamiento crítico: “El tono era normativo (el “debe” se repite más de lo “debido”) y se intentaba espigar todos los posibles contaminantes de la puesta en escena, con lo cual el guión, la literatura, el teatro, resultaban los enemigos a destruir. La “ilustración de un guión” era uno de los elementos para desacreditar una película”, indica León Frías en un comentario que añade en 2014 a un texto de 1965, para aclarar algunos juicios que denomina como “programáticos” o de “defensa cerrada” y que de alguna manera pueden resistir el paso del tiempo. Pero lo más importante es ese diálogo que Frías establece con sus opiniones, en una suerte de dialéctica de pasado y presente del cine.
El cine en las entrañas, no busca ser una experiencia visceral como podría sugerir el título, sino más bien se trata del rescate de la pasión cinéfila del mismo León Frías, en sus afirmaciones y contradicciones, aspecto ya no muy común por estos días.