Por Aldo Padilla
La implicancia de un artista en su obra puede difuminar las barreras entre el proyecto y la realidad. El discurso que suele tratar de trasmitir a través del arte suele confundirse con el propio, lo cual lleva a una confusión respecto a su auto reconocimiento; y cuando el discurso se traslada a los hechos, la confusión suele crecer aún más.
Curiosamente Rotterdam ha profundizado en este tema tan autorreferencial, aquí desde el punto de vista teatral en dos obras de diferentes latitudes: por un lado, la coproducción brasileño portuguesa Antonio um dois treis, inspirada en Las Noches Blancas de Fedor Dostoievski, y por otro, la iraní The pot and the oak. Ambas enfrentan a los personajes tratando de llevar sus vidas a una meta obra, de las cuales no tenemos certeza, ni convencimiento en ningún momento de su existencia.
La ópera prima del brasileño Leonardo Mouramateus es, sin duda, la más rompedora con su planteamiento. En un inicio António Um Dois Três aparenta una película sobre un joven hastiado de la vida, y de repente traspone ese relato de escape del hogar y búsqueda de refugio en una extraña pieza teatral, donde el protagonista pareciera ser un espectador que ve su propio día a día dramatizado y estilizado por un indeciso director. Lo que sigue a esta dramatización es una serie de variaciones del día planteado en el inicio del film, a la cual se añade la obra de teatro como un nuevo meta ejercicio de muñecas rusas, o narración en abismo, donde una historia está envuelta dentro de otra.
El juego estructural recuerda mucho al cine de Hong Sang Soo, el cual ha indagado en la teoría del caos aplicada al cine, donde cualquier pequeño acto puede desencadenar un gran cambio en la línea temporal de la vida de alguien. Y en António Um Dois Três todos los enredos amorosos que responden a ese caos, también dada la meta teatralidad, nos da lugar a pensar en la obra de Matías Piñeiro, aunque no tenga la delicadeza y el lenguaje teatral clásico y característico del cineasta argentino. Sin duda alguna los personajes construidos por Mouramateus se adaptan a los múltiples cambios y nuevos roles que deben adoptar en cada nuevo corte, lo que hace más destacable aún a esta pequeña sorpresa de ese cine en portugués, y de la mano de un cineasta latinoamericano, que tanta frescura le ha traído al panorama cinéfilo.
Por el otro lado, el director iraní Kiarash Anvari maneja de igual forma una representación meta teatral, con flashbacks futuros que confunden el presente con lo que viene. The pot and the oak está representada en clave melodramática, tan difundida por el director iraní Asghard Farhadi, aunque Anvari no logra llegar a su intensidad y misterio tan característicos del ganador del Oscar. El desarrollo de la historia plantea la separación de una pareja debido al constante mal genio y agresiones del varón, y que ahonda más en la crisis debido a la ausencia de un hijo. Ambos se dedican al teatro, ella es actriz y él es un académico (desmotivado) y director a la vez. La puesta en escena de las partes teatrales, de a poco va mostrando una especie de montaje con tomas sueltas de la vida de ambos, que conforme avanza el metraje van entendiéndose con más claridad, y la ficción misma tiene características del teatro de cámara, por sus largos diálogos y sus espacios cerrados y claustrofóbicos.
La película no es condescendiente con el rol de la mujer en la pareja, ya que por un lado ahonda en la agresividad del hombre, pero también muestra a una esposa que decide no soportar esos maltratos y que mantiene firme sus ideas como pareja y como profesional, ya que decide retomar la actuación a pesar de la oposición de su marido. Parte de los problemas que se divisan en la obra, está en el retrato del hombre como un ser hostil, y sin un mínimo de empatía o interés en nada, lo que lo hace muy repelente a la hora del visionado, además del uso de cierto suspenso que no está bien resuelto, aunque su fortaleza está dada por la excelente combinación del desarrollo de los hechos con la obra de teatro.
Aunque con dos puntos de vista muy diferentes sobre la teatralidad de la vida, una más rompedora y la otra conservadora, las películas expuestas plantean a la vida como una pieza guionizada, con decisiones que pueden ser cambiadas como si fuera un ensayo previo a la noche de un gran estreno. Es posible que la vida sea una eterna puesta en escena, y que el único acto verdadero es esa escena de Synecdoche, New York, donde alguien se acerca a nosotros y nos susurra al oído el último acto que debemos hacer.
António Um Dois Três
Bright Future
Dirección y guión: Leonardo Mouramateus
Fotografía: Aline Belfort
Editor: Raul Domingues, Leonardo Mouramateus
Sonido: Tomás Von der Osten, Diego Martínez
Música: AEREP
Reparto: Mauro Soares, Deborah Viegas, Daniel Pizamiglio, Mariana Dias, Sandra Hung, João Fiadeiro, Carolina Thadeu.
Portugal, Brasil, 2017
The Pot and the Oak
Bright Future
Director: Kiarash Anvari
Guión: Kiarash Anvari, Sadaf Foroughi
Fotografía: Sina Kermanizadeh
Editor: Emad Khodabakhsh
Sonido: Arash Ghasemi
Reparto: Mehran Nael, Sadaf Foroughi, Banipal Shoomoon, Mahvash Afsharpanah, Bahareh Riahi, Mahan Khorshidi
Productor: Kiarash Anvari / Sweet Delight Pictures, Majid Barzegar
Productora: CompanySweet Delight Pictures
País: Irán, Canadá, 2017