Por Mónica Delgado
The old child, el reciente cortometraje del cineasta peruano Felipe Esparza, bajo la producción de Le Fresnoy, es de todas formas un reencuentro con algunas motivaciones ya expresadas en sus trabajos previos, en la relación de las personas con el sentido de la religiosidad, la naturaleza, los mitos y dioses. Sin embargo, Esparza da un paso más adelante, y ubica su relato mítico en China, ya que si bien aborda estos elementos de su cine anterior, este nuevo territorio le permite otro acercamiento, de la mano de dos personajes y de la inclusión de realidad virtual.
Como dijera Esparza en una entrevista reciente a Desistfilm, utiliza el cuento El sueño de la mariposa del filósofo chino Zhuang Zhou “que sirve como parábola para pensar sobre la realidad y el sueño, y lo conecté con la idea de que en un futuro no muy lejano no sabremos donde comenzó lo que llamamos realidad, y estaremos inmersos en un loop de realidades digitales que se van transformando”. En este sentido, la médula de The old child es alegórica. Tanto porque recupera la sensibilidad de este relato taoísta del siglo IV, donde el monje describe una relación simbiótica e imperceptible con la naturaleza: encuentra una mariposa que también puede ser él: “Ahora no sé si yo era entonces un hombre soñando que era una mariposa, o si ahora soy una mariposa, soñando que soy un hombre”. Esta premisa que enfatiza la muerte del ego y la completa entrega y difuminación del ser y la naturaleza, es planteada por Esparza desde la mirada de dos personajes, un monje budista (caucásico) y un aprendiz, un niño chino.
Esta relación de maestro y aprendiz en este corto hace recordar algunas fórmulas del cine asiático de todos los tiempos, de artes marciales y aprendizajes morales en torno a la lealtad, la fortaleza y la humildad. Pero, más allá de profundizar en la relación de estos dos personajes desde esta interacción, que luce casi anecdótica o sumamente puntual, Esparza explora el papel de la tecnología dentro de rutinas budistas y de meditación, en un contexto no determinado, casi sin citas a tradiciones o ritos milenarios. La mediación que materializa la realidad virtual, a partir de un sistema de programación, que por momentos recuerda a las formas de los paisajes y terrenos del videojuego No Man’s Sky, es ahora la herramienta de conexión con este mundo entre onírico y espiritual, que permite a los personajes transitar de este mundo real a este espacio artificial de tonalidades fucsias, turquesas y rosadas.
En las primeras escenas de The old child, el niño pasea y disfruta del entorno natural, está casi solitario en un edén, donde la naturaleza le da algunas señas, como sutiles mensajes de una posible conexión, a través de la brisa, del viento, del rebote de una piedra sobre el lago. Sin embargo, luego Esparza agrega algunas escenas en 3D que introducen el componente onírico, hasta que el plano siguiente nos indica que se trata de una visión de una experiencia inmersiva desde unas gafas VR que usa el niño. Estas imágenes de un mundo ficcional confrontadas con el otro plano de lo real, de mantras -cibernéticos-del monje, de la madera crepitando en la oscuridad, de pequeños gestos de amistad (el lavado de un cuerpo, con inevitable asociación crística) hacen que estos dos entornos coexistan en armonía. Pero, no para suscribir totalmente la parábola taoísta, sino para sugerir que esta mediación modela la percepción sobre esta mariposa, que se posa y vuela sobre un elefante durmiente. El personaje, subsumido en esta dimensión artificiosa, no atrapa esta corporeidad imaginaria y que quedará totalmente en el mundo de los sueños. ¿No es acaso una fisonomía acorde con la materia misma de una alegoría? ¿Cómo asir un relato? ¿Qué es real?, parecen preguntarse estos personajes, o Esparza, en esta posibilidad de alcanzar la gratificación desde el simulacro y desde la certeza de ser solo un individuo imaginando este diálogo meditativo con el mundo.
Sección de cortos y mediometrajes
Dirección, fotografía, edición, guion: Felipe Esparza Pérez
Productores: Jie Min, Estelle Benazet
Compañía productora: Le Fresnoy – Studio national des arts contemporains, New Asian Filmakers collective
Francia, 16 min, 2021