ROTTERDAM 2023: LA PALISIADA DE PHILIP SOTNYCHENKO

ROTTERDAM 2023: LA PALISIADA DE PHILIP SOTNYCHENKO

Por Mónica Delgado

En tiempos de guerra, que un film de Ucrania aparezca en alguna competencia de festival pareciera ya una obligación o parte de un gesto simbólico ante la situación de invasión actual, mas aún en Europa. No solo por el urgente o necesario acto de solidaridad con los pueblos o de posición política ante los bandos, sino como decisión dentro de marcos institucionales en pos de visibilizar la persistencia de la creatividad o la labor de las producciones en contextos de adversidad. Y a diferencia de las respuestas iniciales de los festivales ante el rol de Rusia en el conflicto, negándose a aceptar programar películas de ese país en sus competencias, en esta edición del Festival de Cine de Rotterdam 2023 aparecieron trabajos de cineastas rusos en diversas secciones, como pasó con las obras de Alexandra Karelina, Natalya Meshchaninova o Alexander Sokurov. Por un lado, ratificar al espacio de difusión del cine como entorno de libertad y de respeto a la diversidad, y por otro, permitir también lecturas críticas sobre estos contextos desde la mirada de cineastas que buscan problematizar sus propias realidades, más allá de los temas.

La presencia de una película ucraniana en la competencia por el Tiger Award también pudo sonar al cumplimiento de una cuota o al hecho de estar a la “moda” con los temas coyunturales (como también pasa con un tipo de cine iraní, por ejemplo), sin embargo, la presencia de La palisiada, primer largometraje del joven cineasta Philip Sotnychenko, en la competencia de este festival, no respondió más que a un criterio certero: compartir una lectura potente, lúcida, de un cuidado formal; una sobresaliente reflexión sobre las formas del lenguaje cinematográfico y que pusiera en suspensión -quizás- a las otras propuestas de la competición. El mejor largometraje de esta competencia oficial.

El nombre del film es un juego de palabras que remite a “lapalissade”, un término filológico, usado en varios idiomas, que significa ‘perogrullada’, tal como afirmara el mismo cineasta en una entrevista dada a Cineuropa, y que es entendida como una obviedad, o una tautología. Sin embargo, esta idea de perogrullada va cobrando sentido hacia el final del film, cuando todo parece estar claro, y, sin embargo, el estallido de violencia, que estaba a flote también en cada plano sin ser tan elocuente, aparece en todo su estertor (sin que esto signifique que sea un subrayado).

La palisiada tiene dos partes que dialogan o se responden entre sí. La primera, un prólogo ubicado en un presente, de teléfonos celulares, fiestas  juveniles y cenas familiares, donde una pareja de jóvenes lidia con el peso de una tradición, en torno a la imposición de algunos conceptos o prácticas morales, amorosas y filiales. Luego, en la segunda parte, sabemos que esta pareja de enamorados son ahora niños, décadas atrás, y que forman parte de un nuevo relato donde ellos son casi extras, puesto que la historia se centra en dos personajes en 1996, sus propios padres, el psiquiatra forense Alexander (encarnado por el actor Andrii Zhurba) y el investigador policial Ildar (Novruz Hikmet).

La trama de la segunda parte se centra en la investigación de estos dos personajes, que deben dar con el asesino de uno de los miembros cercanos de la milicia de la que forman parte y cuyos restos se hallaron en un descampado. Así, La palisiada se desarrolla en el “backstage” de las acciones militares para identificar, interrogar y torturar sospechosos, dentro de una estrategia que se percibe como rezagos del periodo soviético en una Ucrania recientemente independizada. La sentencia de muerte es inevitable, es decir, es la única vía percibida por los personajes para cerrar el círculo de violencia: aplicar la pena, así no haya certeza de la culpabilidad del acusado. Simplemente, cumplir el procedimiento aprendido, el rezago totalitario o quizás replicar una naturaleza irremediable.

El inicio propuesto desde la mirada de los jóvenes, mostrada además desde la textura de los registros domésticos o de redes sociales de los videos producto de la cámara de los teléfonos, con uso de puntos de vista subjetivos y cámaras en mano, es retomada también en su esencia en la segunda parte: largos planos secuencia desde estas cámara en mano -esta vez desde el soporte del video analógico-, para representar no solo prácticas o ritos cotidianos, familiares y comunitarios, sino -sobre todo- registros de tipo militar. La estrategia de Philip Sotnychenko se plantea así, antes que un film sobre la violencia, en un film sobre la forma o materialización de la mirada como testigo en estos procesos. La primera pregunta que surge con el ritmo y tensión que transmite la cámara en su deambular por cuarteles, interrogatorios o requisas, es quién está mirando. Y la respuesta se vuelve ambivalente, ya que en algunos casos hay alguien abiertamente tomando el punto de vista de la cámara (un padre grabando a su hijo, aquel que registra el entierro del esposo asesinado, o aquello que plasman unos militares en una inspección), mientras en otros casos esta intención desaparece aunque como espectadores comprendemos que la única manera de adentrarse en este mundo es desde un aparato de vigilancia, de control, del cual somos parte.

Y precisamente por esta densidad o peso del acto mismo de filmar (o grabar) que plantea el cineasta, donde la cámara cumple un papel físico, incluso afectivo, ya que se involucra en los hechos siendo un actante, es que La palisiada es una obra que genera una reflexión sobre cómo se mira al pasado, dentro de una historia o cosmovisión donde la única manera de que esta memoria emerja es desde la misma participación, desde la fe, familiaridad, cercanía de sus mismos protagonistas, ya como arquetipos del poder o el autoritarismo. No hay lugar para la puesta en escena que apela a los elementos del ente omnisciente que todo lo sabe y ordena. Aquí cada escena es producto de una mirada distinta y ocasional, que participa, que asoma, y a la vez nadie conoce. Una suerte de fantasma que corroe ese entorno.

Si bien La palisiada también suma a lo que se llaman Nuevo cine ucraniano, con recientes obras de cineastas como Valentyn Vasyanovych,  Ilya Khrzhanovskiy, Ilya Permyakov, Taras Tomenko, entre otros, y se inserta rápidamente en la lógica de un cine político ( y que podría ser asociado a un modo de interpretar sobre la realidad actual), es, ante todo, un gran film que está pensando sobre la naturaleza o mecánica del mal. Puesto que existe un cineasta presto a darle fibra a un imaginario de la arbitrariedad y el miedo, que surge en el terreno de lo íntimo y familiar, y que desplaza esta ignominia a los territorios de un cuartel, el espacio secreto, encerrado y oscuro, del horror de las dictaduras o totalitarismos.

Competencia oficial Tiger Award
Dirección: Philip Sotnychenko
Guion: Philip Sotnychenko
Fotografía: Volodymyr Usyk
Productora: Valeria Sochyvets
Reparto: Novruz Hikmet, Sergiy Luzanovsky, Aleksandr Mavrits, Valeria Oleinikova, Vyacheslav Turyanytsya, Olena Mamchur, Andrii Zhurba, Stepan Barabash, Oleksandr Maleev, Oleksandr Parkhomenko
Ucrania, 100 min, 2023