Por Mónica Delgado
Jirokichi la Rata de Daisuke ito no sería una experiencia extraordinaria si no fuera por el uso de lo sonoro que impusieron los japoneses, como moda que persiste hasta hoy, ya tradición, de una narración en vivo, al compás de músicos, que acompañaron las proyecciones, evitando el silencio absoluto. El cine como espectáculo debía ofrecer una expresión de talento total, y con ello surgió el Benshi, un artista que va narrando la película, en base al uso de variaciones de ritmos, personajes, conforme va transcurriendo la historia. No solo se trataba de poner en boca de los personajes diversas expresiones y exclamaciones, sino también “comentar” la película, originando otro nivel expresivo, que aporta desde otro ángulo al discurso originario del cineasta. Esta fusión de lo teatral (recordando al Kabuki) y lo cinematográfico, que tuvo su apogeo en Japón de los años treinta del siglo pasado (algo tardío si se supone que en otros países ya hacía su ingreso con fuerza el cine sonoro) produce otro tipo de experiencia desde lo visual, puesto que el Benshi formó parte de la película de modo indisoluble. Estas películas existen hoy con esa narración, y su atractivo mayor radica en esa única voz acompañando historias de diferente calibre.
La película de Daisuke Ito es una cinta sobre un criminal que en realidad es un héroe, una suerte de Robin Hood con carisma y con gran atractivo entre las mujeres, y que pertenece a una tradición popular, y que el cineasta lleva a la pantalla de la mano de actores reconocidos. La proeza de Ito al dirigir a Denjiro Okochi (actor famoso que trabajará también en películas de Akira Kurosawa), no está en la totalidad de la puesta en escena, que sin lugar a dudas responde a una mirada ya moderna de entender la puesta en escena, en el uso de variados planos, la intención en el montaje, la apuesta por la elipsis, el detalle o el fragmento, sino en el ritmo que prodiga en los momentos de acción y pelea, que sin lugar a dudas resultan antológicos. Jirokichi es un personaje descrito por Ito desde la fascinación, como si fuera una estrella ninja, sin embargo, es un embustero, ladrón, pero crea una empatía inmediata puesto que es ese hombre único que pelea contra todos, y del cual muchas se enamoran, desde prostitutas hasta vírgenes. Por ello la película de 1931, oscila entre el drama y la acción, de acuerdo a los avatares de este personaje casi mítico.
Es interesante cómo [S8], la 5° Mostra de Cinema Periférico, recupera esta obra dentro de su selección de obras de experimental japonés de diferente factura, mostrando así un panorama abierto y flexible sobre las apuestas de estilo del cine japonés desde las épocas del silente, poniendo a la performance del Benshi, en una apuesta inusual y que establece ese punto inmediato entre el teatro tradicional y el cine como invento ya popular que se estableció desde sus orígenes. Jirokichi the Rat expresa claramente esa conjunción, del cine mismo con su entorno (puesto que el interés del filme más allá de las intenciones del cineasta, estaba en la misma calidad de la presentación del Benshi, labor que incluso ha sido parafraseada en decenas de películas (se me viene a la mente algunas de los Monthy Python o de las primeras épocas de Woody Allen). Puesto que el Benshi como “intervención” ha tenido un lugar dentro de la expansión de la expresividad del cine en sí, dejando de ser un hecho extracinematográfico, y ser parte ya de lo medular en propiciar conexiones con el espectador, sea cual fuere la índole del film.