[S8] MOSTRA DE CINE PERIFÉRICO 2024: NARCISA HIRSCH. PROGRAMA SUITE PATAGONIA

[S8] MOSTRA DE CINE PERIFÉRICO 2024: NARCISA HIRSCH. PROGRAMA SUITE PATAGONIA

Por Mónica Delgado

El 4 de mayo de 2024 se anunció el fallecimiento de Narcisa Hirsch, una de las cineastas más importantes del cine experimental, cuyo trabajo aún es poco difundido, pese a diversas iniciativas surgidas en los últimos años a través de muestras y festivales. La relevancia de su trabajo radica en el tipo de experimentación, que al homologarla con los contextos de los procesos artísticos de otras figuras importantes del ámbito cinematográfico, resulta particular, osado al plasmar imaginarios, nuevas formas, texturas y conceptos. Es dentro de estos paralelismos históricos, de una obra hecha sobre todo durante los años setenta y ochenta, que la inventiva de Hirsch luce desbordante, pese a las claras inspiraciones o marcas de su propio tiempo.

Se puede afirmar que el universo Hirsch contempla dos tipos de espacios de innovación, uno instalado dentro de procesos de creación artística, desde la intervención, el happening o la performance, que no evitan hacer un muro ante lo autobiográfico o cotidiano, y que suelen ser presentados de una manera lúdica, poética, con una alta carga subjetiva de rebeldía política (sobre la institucionalidad artística o el orden moral). Y el segundo “espacio”, detectado en la misma materia del celuloide, en la diversidad de recursos fílmicos – no desde la experimentación fotoquímica- que van desde el uso del Super 8, el 16mm, el uso del revelado a color, de la opción del negativo o del blanco y negro, de la sobreimpresión, el flicker “lento”, el montaje rápido, el zoom conceptual o la yuxtaposición para crear nuevas formas de percepción sensorial.

Inspirando a otros personajes de su generación como Marie Louise Alemann y Walther Mejía, o de surgidos en años posteriores como Claudio Caldini o Jorge Honik, Narcisa Hirsch marcó la forma de hacer cine en Latinoamérica e inscribió su nombre dentro del panorama del cine experimental mundial. Dentro del reconocimiento a este influjo, el (S8) Mostra de Cinema Periférico en su edición N° 15, y que se realiza del 31 de mayo al 9 de junio en La Coruña, dedica un homenaje a esta gran artista argentina con la reunión de un grupo relevante de cortometrajes, fruto de un arduo trabajo de conservación y restauración. Esta labor ha sido liderada por Tomás Rautenstrauch, nieto de la artista, quien en las diversas sesiones ha comentado detalles sobre las obras. 

El programa 1, denominado Suite Patagonia, reúne una serie de trabajos que tienen como eje organizador este territorio del sur de Argentina. Algunos de los cortometrajes han sido pocas veces vistos, y plantean un acercamiento a la mirada de Hirsch a este lugar idealizado y emblemático del imaginario social, cultural y turístico del cono sur. El programa comienza con Pradera (2019), cortometraje hecho en Super 8, y que apenas dura tres minutos. Es una obra a dos manos, de alto granulado, hecha en blanco y negro, realizada entre la misma Narcisa y su nieto Tomás, quienes aparecen también en escena y son registrados por la cámara de Paulo Pécora, otro cineasta importante del experimental actual en Argentina. En el inicio del cortometrahe, tanto Narcisa como Tomás son apenas vistos desde el fragmento: manos que abren un cartucho de película que luego se carga en una cámara. Luego, vemos a ambos de espaldas a la cámara en un plano fijo, mientras ven una proyección en la sala de una casa en Bariloche, lugar donde la cineasta pasó sus últimos años. Luego el plano se reajusta a través del uso de un zoom, que desplaza de la mirada. Pasamos de observar a las dos personas que miran el pequeño écran, en un plano general, a centrarnos, debido a este acercamiento de la cámara, a lo que se proyecta en la pantalla misma: planos de plantas u hojas al viento. Pasamos del “paisaje” doméstico de una sala, a la observación dentro de la misma observación de un paisaje. Nos volvemos espectadores de aquellos que observan un registro de alguien del pasado que también miraba una porción de la pradera que da título al film. Se percibe la intención del ejercicio, pero también del homenaje, o del gesto del agradecimiento, que cierra un círculo generacional, entre espacios, miradas y hallazgos desde el presente.

 

Luego, en el marco del ordenamiento que propone el programa, se presentó Bariloche. Fotos ByN (sin fecha) también hecho en Super 8. En este cortometraje, se muestran las imágenes  de fotografías como de paisajes de un rollo recientemente encontrado. Nuevamente aquí este lugar de referencia del entorno de Narcisa como centro de la experiencia de percepción, sin embargo, la inclusión de un grupo de fotografías dan la sensación de establecer correspondencias con otros trabajos como Taller (1974) donde el registro de imágenes fijas dentro de la imagen en movimiento, tienen una necesidad de hacer perceptible la futilidad del paso del tiempo desde la materia fílmica. Por otro lado, en Potrero (1973), Narcisa Hirsch encuentra un método para una suerte de anti “time lapse”. La cineasta dejó a lo largo de un año, una cámara en trípode en un mismo lugar, y bajo la regencia de un estanciero. Esta decisión para el registro de planos fijos, permite detectar no solo el paso de las estaciones, de invierno a primavera, de verano a otoño, para regresar nuevamente a invierno, sino para mostrar a una serie de caminantes o visitantes, desde viajeros, parientes, estancieros, niños, pero también vacas, perros y demás fauna que pasa delante, cerca o que imaginamos detrás de la cámara. En algún momento, el árbol que se vuelve el único ente que permanece -altivo ante el clima y las montañas, produce flores rojas que iluminan algunas notas de color. Al final, la misma Narcisa pone “stop” al registro.

Por otro lado, el tercer cortometraje Diarios patagónicos 2 (1973) forma un tríptico con las dos versiones inconclusas de Patagonia, la de 1973 y la de 1977, que también se incluyen en el programa. Los tres trabajos configuran un pequeño sistema de variaciones sobre un territorio revisitado. Diarios patagónicos 2 funciona como un diario de viajes, pero también como un making-of de los otros dos cortos mencionados. Rodada en 1972, vemos a Narcisa filmando, retozando o entrando al mar. Y como en el primer corto de este programa, se hace evidente el recurso del registro de otro registro, como parte de un juego metafílmico que inscribe una constante en la dinámica creativa de la cineasta. En Patagonia (versión corta, 1973), la cineasta elige un primer plano de un niño para comenzar el cortometraje en 16mm, y con ello aparece un elemento que no estaba presente en el programa, el sonido y la música. Aquí, canciones de los músicos y cantantes brasileños Caetano Veloso y de Baden Powell acompañan diversas imágenes, de paisajes, animales y personas. Hay un halo psicodélico en la atmósfera del montaje y en los planos que Narcisa elije, tanto a color como en blanco y negro. Sí llama la atención las posibles instrucciones en la filmación, y que generar extrañeza: algunos personajes locales -trabajadores, jornaleros, campesinos- miran a la cámara fijamente, ante el pedido de dejarse observar. Se percibe una mirada extranjera que cosifica o exotiza a las personas de esa Patagonia “profunda”, demanda que se contrapone al registro animal o del paisaje en sí, cuyo control radica en la forma del encuadre, o en la naturaleza innata de aquello que se quiere “extraer” o “abstraer” de ellos. Una mirada que se distingue en cómo se observan a las personas y cómo se mira a la fauna o flora.

En Patagonia (1977), la música cambia, aunque también algunas formas del montaje, donde se agregan algunas intermitencias. Aquí no hay música tropicalista -aunque sin este ritmo se repiten algunos pasajes observacionales del corto anterior- sino que se oye Equinoxe del compositor Jean Michel Jarre, donde prima el uso de sintetizadores y un clima de corte futurista o de sci-fi. La música busca darle un componente mas “actual” o cosmopolita diferente a la versión con música brasileña. Hay un tipo de variación desde la música en ambos cortos, desde el poder de estos climas sonoros para la transformación del paisaje y de los sujetos observados.

El programa se completa con un nuevo diálogo patagónico, a partir de la selección del cortometraje Úlises (1979), que evoca una presencia masculina, a partir de una trama lúdica y psicodélica, y del corto Para Virginia (1984), que evoca una ausencia femenina. Resulta interesante esta correspondencia que produce la selección curatorial del [S8], al proponer un puente imaginado entre estos dos trabajos. Por un lado, desde una optimista visión del mundo edénico, a modo de relato fundacional entre dos personajes arrojados a un entorno natural en armonía, y por otro lado, desde la visibilización de una mujer víctima de una decisión trágica: una chica de Bariloche, de 23 años, que se suicidó en Ibiza. Realizada a modo de carta fílmica, aquí Hirsch plasma un recorrido por algunas calles y parques de este lugar, para recomponer el cuerpo de la persona a quien rinde tributo: un nuevo cuerpo evocado desde grafitis, versos, escritos y recuerdos.
Este primer programa, como indica el texto curatorial, está gobernado por una mirada afectiva de la cineasta hacia este entorno, que percibimos como una búsqueda de lo natural, ya idealizado, y por momentos desde una intención etnográfica, distanciada o curiosa ante dinámicas de trabajo o de ruralidad. Y expresa también una etapa expresiva, marcada como oposición a la ciudad y a sus usuales componentes de modernidad y desarrollo.