Por Mónica Delgado
El cine del brasileño Marcos Bertoni no tiene antecedentes en América Latina. De un estilo que evoca al cine trash y camp, y desde las posibilidades que permite el Super 8, Bertoni ha construido a lo largo de sus más de veinte trabajos, un imaginario personal de ciencia ficción y fantasía desde la precariedad de recursos. Fundar y ser el único miembro conocido del movimiento “Dogma 2002”, en clara respuesta al manifiesto danés, donde la premisa “Prohibido filmar. Se permite reciclar, montar, doblar. Siempre en Super 8” se vuelve en condición urgente.
En Bertoni, el acto mismo de filmar y reciclar se vuelve objeto de fascinación, como si se tratara de piezas en permanente transformación, maleables, físicas y reversibles. Si en Cleopatra (1979) se responde con sarcasmo al modo de producción de las grandes épicas hollywoodenses desde la farsa y la imitación, en Cocô Preto (2003), el remontaje con materiales descartados se vuelve estallido puro. Si hay alguien que sabe darle sentido a imágenes de desecho, ese es Bertoni, pero sobre todo porque sus películas insuflan un aire de rebeldía, o de resistencia a la muerte de aquellos fotogramas a la espera de la resurrección.
Cleopatra es una película que refleja el modo en que Bertoni asume las posibilidades de hacer cine con recursos mínimos. Dentro de la parodia a la Cleopatra de Cecil B. DeMille, y que incluso un narrador omnisciente, de voz muy grave, menciona al inicio, el cineasta paulista reinventa un vía para representar lo épico desde lo grotesco y lo camp. Bertoni encarna a varios personajes, entre ellos a la misma Cleopatra, lo que le permite no solo un ludismo desde la actuación (pero no en la vena de un Blake Edwards o Jerry Lewis, quienes asumían varios personajes a la vez dentro de un mismo film con afán de lucimiento o duelo interpretativo) sino que alude más significativamente a esa necesidad de hacerlo todo con una simpleza de recursos extremos. Bertoni actúa, edita, filma, compone.
Es probable que el cine de Bertoni, en su desvarío y creatividad, logre despertar algunas reminiscencias a algunas películas de los Monty Python, pero ojo que solo desde una motivación en relación a la cómico, porque la propuesta de Bertoni está muy hermanada con el soporte mismo, en el dinamismo del Super 8, el found footage, la re sonorización, y la irrupción de lo fantástico e irreverente, desde la ilusión pura, sin efectos.
En Cleopatra, Bertoni traza ya lo que vendría a ser su marca de estilo que fusiona comedia y la ciencia ficción más absurda, desde un sentido del humor libre y pleno. Propone una historia melodramática y la tuerce hasta el nonsense, sobre un amor fou que tiene como telón de fondo un río Nilo imaginado desde insertos de tomas documentales de fauna del lugar o una nueva concepción del “cartón piedra”. También conviven varias capas, desde la ilusión de la parodia, de la burla sobre modos de producción millonarios, la relación entre la ficción y el metarelato, del montaje yuxtapuesto que permite imaginar a los personajes dentro de una épica de ambiciones y lujos geográficos, de tomas de batallas de películas en blanco y negro que se adhieren a este collage desquiciado para construir un relato de amor extraño y rebelde.
En el cine de Bertoni hay extraterrestres, hay plantas nucleares amenazantes, masas de harina, de ascendencia a lo Svankmajer, que se tragan a fascistas, como en A Revolucao das Massas (1983), y se vuelve un espacio donde pueden convivir imágenes de Clint Eastwood, John Wayne y Ava Gardner, y una canción de Beyoncé.
¿Derechos de autor? El cine de Bertoni se inscribe ya en la tradición, aunque intente escapar de cualquier etiqueta, del remontaje y la apropiación de imágenes que Craig Baldwin, otro gran exponente de este ejercicio libre y de intención política, llama como un cine de «de garage. Empobrecido. Make-do». Y que [S8] Mostra de Cinema Periférico lo haya tenido como invitado especial, proyectando sus originales en Super 8, de filmes que no están digitalizados, copias únicas además, y de las cuáles no existen siquiera fotogramas para ilustrar este texto, ya de por sí es un hecho extraordinario, pues se trata de una pieza que faltaba dentro del imaginario libre, fresco y creativo dentro de la historia del cine brasileño y latinoamericano.