Por Pablo Gamba
Un programa de cortos de Valentina Alvarado, en el que se estrenó Propiedades de una esfera paralela (2020), formó parte de la sección Cámara Oscura de la (S8) Mostra Internacional de Cinema Periférico. En el festival de cine experimental de La Coruña también se presentó un performance de la venezolana y el chileno Carlos Vásquez, radicados ambos en España, en la sección Desbordamientos.
El collage es uno de los aspectos claves de la obra de Alvarado, mientras que en la de Vásquez tiene un peso significativo el documentalismo. Ambas cosas se integran en Paracronismos II (2019), que combina proyección multicanal de películas y diapositivas, tanto de archivo como personales, lectura de textos y música en sala de cine, y que tiene otra versión para exhibición en galerías.
El material visual está constituido principalmente por fragmentos de documentales científicos y en los textos hay partes del El juego de las nubes, de J. W. Goethe. El tema de la pieza es la meteorología, y su protagonista, por tanto, la atmósfera, con un acercamiento que comprende desde ensayos de laboratorio y pruebas hechas en aviones hasta la influencia de los fenómenos telúricos e interplanetarios en las variaciones del tiempo y el cambio climático.
Respirar es imprescindible para la vida y, por tanto, la atmósfera engloba el entorno y toda experiencia humana. Pero la ciencia solo puede tener conocimiento de esta totalidad sobre la base de la obtención de datos de aspectos particulares. Es imposible, también, filmar una película sobre la atmósfera que no esté integrada por fragmentos que de diversas maneras apunten hacia aspectos parciales de la verdad del todo. En la relación de esto con el collage está la belleza, la fuerza y la profundidad de Paracronismos II.
La cuestión de la percepción, el pensamiento fragmentario de lo real y la fragmentación del yo se conjugan también en las cuatro obras que Alvarado presentó en Camera Obscura y que son collages que de diversas maneras evocan la experiencia de la diáspora. Un puente de comunicación podría extenderse así entre la obra de la artista de Maracaibo y la de su más cocido compatriota caraqueño Andrés Duque, que vive, como ella, en Barcelona.
Los collages de las películas de Alvarado tienen como característica destacada que registran su propia construcción con las manos, que reiteradamente aparecen en campo. No se trata solamente de revelar los mecanismos de la creación de la obra sino de representar su constante recreación de sí misma y de su lugar en el mundo como inmigrante. De esta manera, la imagen se presenta, además, como resultado de una actividad que no queda “fija” sino en movimiento de la película. Los recortes con los que ella va formando composiciones frente a la cámara no terminan pegados en ningún papel.
Alvarado también hace uso de un recurso característico de la búsqueda de una mirada subjetiva de la vanguardia impresionista francesa: la intervención y distorsión de la imagen interponiendo elementos entre el objeto filmado y la cámara. El medio que utiliza con este fin son vidrios en los que derrama aceite para crear el efecto que busca. Pinta, además, sobre ellos, “rehaciendo” a mano la imagen que se registra mecánicamente en el soporte fílmico. Esto incluye, en diversos planos, la sutil intervención de su autorretrato filmado.
En El mar peinó a la orilla (2019), el “peine” que acicala el paisaje es, así, el pincel. En Levantamiento de una isla (2017) la artista “rehace” de manera similar la portada de un libro de título significativo, Prehistoria de Venezuela, pintando un vidrio colocado sobre ella. Los mapas del país y del mundo son otro tópico geográfico de sus cortos, junto con el calco que hace de ellos. El amasado de barro frente a la cámara lo es también de una “tierra” propia.
En Trópico desvaído (2016), que estuvo en la sección Bright Future del Festival de Rotterdam, cobra relevancia en el collage la relación imagen-sonido. La voz de una niña fuera de campo, captada accidentalmente, “interrumpe” el rodaje con preguntas sobre quién es ella y qué hace. Se escuchan, además, en el corto desde el canto del pájaro que en Venezuela se llama cristofué, y que permite situar rápidamente la imagen a quien conoce el país, hasta tambores que son emblemáticos de la región. Incluso hay una posible cita de una de las dos primeras películas venezolanas, Muchachos bañándose en la laguna de Maracaibo, de Manuel Trujillo Durán (1897), que se filmó y se estrenó en la ciudad natal de Alvarado, y después se perdió.
Las claves secretas de la venezolanidad son, sin embargo, pocas. La voluntad que predomina en los cortos de Valentina Alvarado es la de una comunicación de sentidos implícitos pero diáfanos. Lo que quiere decir con la mayoría de los recursos señalados es claro. Se les añade la reiterada aparición de palabras y frases escritas filmadas, y un montaje de evidentes asociaciones: a los planos iniciales del campo, sigue en Trópico desvaído el dibujo de una casa sobre un papel que se enciende en fuego real, por ejemplo. Un flip book con la misma forma pentagonal de casa es otro claro símbolo en sus películas.
En la obra que estrenó en la (S8), el “paralela” del título tiene una referencia explícita en el “montaje” simultáneo de las imágenes de los dos proyectores de 16 mm. Esto hace de la comparación la figura principal de la pieza, como ocurre con el collage de papel y la imagen de lo real en los respectivos canales, por ejemplo. El tema se relaciona también con la condición de emigrante de Venezuela: la tropicalización del Canadá, lo que Alvarado busca mediante el barrido con las manos para descubrir, en la nieve, hojas y objetos de colores.
Nacional-global –y también regional-global– son otros de los paralelismos en tensión que marcan los filmes de la artista. Es lo que está implícito en el título Propiedades de una esfera paralela, y con mayor sutileza se expresa en el vínculo entre esta pieza, sus otros cortos y el performance de temática cósmica que presentó junto con Vásquez. Es entre estos dos polos que se da la búsqueda de la identidad y el territorio de la artista. Eso la distingue del genus loci (espíritu local) que los cineastas del movimiento experimental del Super 8 venezolano de los setenta tomaron de la transvanguardia para afrontar la crisis de identidad de otra época, por un motivo contrario del que hace hoy emigrar a millones de venezolanos: la excesiva riqueza del boom petrolero.
La originalidad de la búsqueda identitaria de Alvarado está también vinculada con la catástrofe a la que el populismo llevó vertiginosamente al país, aunque no parezca. Su aspecto más singular es la ausencia de estridencia, que da cuenta de que la causa del éxodo no es una guerra del tipo que se presta para hacer documentales espectaculares, como los que registran la lucha de los sirios que decidieron tomar las armas contra la dictadura de Bashar al-Ásad.
Los cortos de Alvarado evocan lo que ha pasado y pasa en Venezuela sin que se levanten en ellos voces contra la miseria ni se alcen puños con gestos amenazadores porque se ha comprobado que no hacen mella en la tiranía. Lo que prima es el pragmatismo –un rasgo de la identidad nacional que ella sí comparte con los superocheros de los setenta–, y el deseo de autodeterminación personal que se forjó en democracia y que hoy impulsa a la gente venezolana a buscar sus propias soluciones para llevar adelante su vida. Si no es enfrentando al régimen, es construyendo al margen de su poder o fuera del país, con una voluntad que impulsa a irse de Venezuela de cualquier manera, incluso a pie. Lo mismo muestra Alvarado cuando filma sus manos: una voluntad de reconstruirse a sí misma y a su territorio con sus imágenes.
Desbordamientos
Paracronismos II
Voz, música, proyección de 16mm, Super 8, diapositivas y retroproyección en vivo: Valentina Alvarado y Carlos Vásquez
45 min.
Camera Obscura
Trópico desvaído
Realización: Valentina Alvarado
2016, Super 8, 6 min.
Levantamiento de una isla
Realización: Valentina Alvarado
2017, Super 8, 5 min.
El mar peinó a la orilla
Realización: Valentina Alvarado
2019, Super 8, 5 min.
Propiedades de una esfera paralela
Realización: Valentina Alvarado
2020, doble proyección en 16 mm, 20 min.