Por José Sarmiento Hinojosa
Pensar el encuadre como una ventana.
Reencontrarse con los filmes de Richard Tuohy y Diana Barrie en el marco del S(8) Mostra de Cinema Periférico me ha despertado ciertas reflexiones sobre las posibilidades del cine estructural, o el cine como estructura, o el cine que se medita a sí mismo. Pensar el encuadre como una ventana, como una apertura a lo que se encuentra más allá de los límites de ese espacio rectangular que permite el ingreso de la luz -o que la vela, o la difumina – ¿Por qué no pensar en distintos tipos de ventanas? – ventanas abiertas, ventanas cerradas, ventanas con persianas, cortinas, etc.- Detrás de una ventana, yace la inminencia de una realidad irresoluta, la visión que se concreta al atravesar el umbral, una verdad inteligible que se nos devela solo al mirar a través de la misma. En el cine de Tuohy y Barre, podemos pensar el encuadre como una ventana, como el acceso inminente a una reflexión, o vista de lo que escapa a nuestra percepción, y que insiste en sí mismo deliberadamente en infinitos juegos caledoscópicos, de sobreimpresiones, de secciones; de una imagen que se trasvasa, una ventana que se cierra, se abre, se divide, se nos muestra en secciones, se voltea, se cierra y abre sobre si misma. Plantear una estética de la imagen en movimiento en el cine de Tuohy y Barre nos demanda pensar en las energías en ciernes que se encuentran detrás de esas ventanas.
¿Qué existe sino las fuerzas en ciernes inherentes al movimiento de una mano en Etienne’s hand (2011)? Deleuze nos habla de visibilizar las fuerzas invisibles en el acto pictórico. Pero estamos trasladados a la imagen dinámica, a la imagen en movimiento, a la repetición compulsiva de un gesto. La imagen cuestiona sobre las fuerzas que intervienen en la apertura de la mano, en el gesto mismo, en la acción. La interpretación de ese movimiento dinámico pasa a segundo plano: es la danza y el gesto lo que toman protagonismo, hermosamente estructurados bajo el trabajo sonoro de esta pequeña cajita de música que devela su melodía hacia el final del filme. Manos abiertas, manos superpuestas, manos en una pequeña danza, en un filme/miniatura de poco más de 10 minutos donde solo el guiño de la mano compone la obra. Las fuerzas invisibles están en ese guiño, en esa repetición que más que agotarse, crece exponencialmente hasta apropiarse del filme.
Ginza Strip (2014) y Valpi (2019) se convierten en un díptico de dos ciudades (o al menos la mitad de una tetralogía con Seoul Electric y China no China) intervenidas por el ojo/cámara de Tuohy. La lógica del prodigio técnico del montaje debe pasar a segundo plano. El ejercicio técnico, finalmente, responde a una estrategia de memoria en donde la imagen se reconstruye y se divide para simular este cruce del umbral. El encuadre como ventana escindida (blinds), el encuadre caleidoscópico, de pequeñas ventanas, pequeñas deformaciones que se dislocan y se vuelven a asociar. Un ejercicio de visualización, sí, pero mucho más aún de la repetición de la lógica visual del cerebro. En este ejercicio, Ginza y Valparaíso son nostálgicas, pero también dinámicas, en movimiento, son memorias que intentan concatenar en el cerebro, sinapsis que se repasan simultáneamente y que impiden mirar directamente. Mirar a través de una ventana significa también ver secciones, ubicarse, a cierta distancia, dar dos pasos a la izquierda, cambiar el punto de vista, ensayar con la visión personal a través del encuadre.
In and Out a Window (2021) de Tuohy y Barrie y blending and blinding (2018) ensayan más explícitamente esta intención de la potencialidad del encuadre/ventana. Ambas son obras maestras de las posibilidades de trabajar con la lógica del montaje de la imagen, y el encuadre se convierte cómplice de una voluntad lúdica sin límites, una voluntad que permite trasladar el espacio del encuadre/ventana por detrás y a través de la pantalla. Este espejismo, donde la imagen se simula contenida en otra imagen y luego se traslada para desbordar sus propios límites, es también el espejismo de las limitaciones de la imagen cinematográfica y de la bidimensionalidad de la misma. Las imágenes de Tuohy y Barrie estallan en múltiples dimensiones; a pesar de estar ancladas en la proyección, trascienden los límites tradicionales del encuadre. Las fuerzas fundamentales de la imagen se hacen visibles en su condición de multidimensionalidad, en sus posibilidades de pulsión, transitividad, velocidad, contención y estallido.
Las persianas que abren blending and blinding son las persianas que escinden la imagen en Valpi. Quizá el cine nos aproxime a una posibilidad de pensamiento que también abre ventanas. Obras como las de Tuohy y Barrie definitivamente lo hacen. Y es un triunfo del cine, un triunfo de la imagen en movimiento seguir pensando en las capacidades y posibilidades que tiene atravesar un umbral. Como en una ventana.