SAN SEBASTIÁN 2020: FILMS DE OZON, BEN SHARROCK, NATALIA META Y JULIEN TEMPLE

SAN SEBASTIÁN 2020: FILMS DE OZON, BEN SHARROCK, NATALIA META Y JULIEN TEMPLE

Por David S.Blanco

La segunda jornada del festival de cine de San Sebastián confirma las buenas sensaciones de su jornada inaugural. Toda mi atención ha ido a recaer en la nueva película de François Ozon, Été 85. Ya avisaba José Luis Rebordinos, director del Zinemaldia, Festival de Cine de San Sebastián, y no se equivocaba. La nueva película de Ozon es uno de los títulos mas potentes del cine francés para 2020, y uno de las películas que habría participado en la sección oficial del festival de cine de Cannes. En palabras del propio Ozon, el verano de 1984 fue el más intenso de su vida, y planeaba hacer un homenaje a esos meses de calor, luces eternas, y música que se queda grabada en tu mente. Tuvo que titularla con el numero 85, como requisito de la banda The Cure, para permitirle usar su canción In Between Days, tema con el que arranca una película que sirve de buceo sobre la fragilidad de las relaciones emocionales durante ese periodo de adolescencia. Cuando eres inocente, todo es efervescente, y las dudas son excitantes, a la par que terribles.

La película, que ha sido comparada con Call Me By Your Name (2017) de Luca Guadagnino, va bastante mas allá que la cinta del cineasta italiano. Aleja la contemplación para situarnos en situaciones mucho mas estéticas, y artísticas. La relación entre sus dos chicos protagonistas está desarrollada de una forma brillante, y le sirve como mecanismo para desarrollar una tesis sobre la libertad sexual del individuo, frente al conservadurismo por miedo a ser abandonados. O, dicho de otra forma, la realidad, frente a la idealización.

Como ya hizo en su película En la casa (Dans la maison, 2012), -cinta con la que precisamente, ganó la Concha de Oro en este mismo festival-, vuelve a utilizar la estructura de un personaje que, mediante la escritura, consigue evadirse de su realidad externa, para aventurarse en la interna, y hacer que todos sus sentimientos, alocados, asilvestrados, y difícil de procesar, sean codificados en forma de lenguaje cinematográfico para los espectadores. Como la ficción, guiada al autoanálisis, puede ser un mecanismo de curación. Un homenaje al proceso que vivimos cada espectador cuando vemos una película que nos toca por dentro.

Rodada en 16mm, con una banda sonora que comprende música del 84-85, y estando en su germen una honestidad admirable, Été 85 es la primera gran película de esta edición. Una joya coming of age capaz de trascender, y a titulo personal, la mejor película del director francés. Veremos si Guadagnino, director del jurado este año, aprecia su trabajo igual que nosotros.

Limbo, de Ben Sharrock

Un viejo conocido del festival regresa a San Sebastián. El británico Ben Sharrock, que ya debutó con Pikadero (2015), viene con otra cinta con el sello del festival de cine de Cannes. Limbo nos cuenta la historia de uno refugiados sirios que llegan a una remota isla escocesa, donde tendrán que pasar el tiempo muerto aprendiendo lecciones para la integración cultural occidental, reflexionar sobre su pasado, y decidir sobre su futuro.

La cinta se construye mediante cuadros estáticos de formato reducido, optando por abrir el aspecto ratio solo en un momento de la película, en el que vivimos la liberación del personaje principal. Coloca a sus personajes en pantalla como figuras en un espacio creado de la nada. Figuras tridimensionales contenidas, llenas de sentimiento, pero que callan mas de lo que pueden decir. Con pequeñas pinceladas de humor, es una cinta pequeña pero rica en detalles, principalmente, desde el punto de vista del guion. Como ya hizo en Pikadero, Sharrock se pone de lado de los otros, pero nunca les juzga, ni los presenta con paternalismos o condescendencia. Opta por un punto de vista neutro, rígido, frio, y estático. Radiografía una mentira, para intentar contarnos una dura verdad. La de la dureza de la emancipación territorial, y los profundos cambios psicológicos que esta acarrea.

El Prófugo, de Natalia Meta

El segundo largometraje de la directora argentina Natalia Meta nos llega directamente desde el festival de cine de Berlín. La cinta, con tintes sobrenaturales, nos habla de los desordenes mentales de su protagonista, una dobladora de películas occidentales, y cantante de soprano de coro. Podríamos estar ante una suerte de Giallo de marca blanca, pues varios elementos del género aparecen en la cinta, pero nunca llegamos a ver la violencia que tanto brotaba en las películas de Argento o Baba. Dicha violencia es más psicológica que física, y plantea un juego directo con el espectador de capas en la que una realidad determina a la otra, pero nunca consigue penetrar con suficiente fuerza en ninguna de ellas.

El Prófugo es un intento de un tipo de cine que adoro, un thriller con tintes sobrenaturales y psicológico, pero cuyo desarrollo, evolución, y desenlace se sienten un poco pobres para todo lo que prometía en sus inicios. Una pena, porque la película tiene cosas bastante interesantes desde el plano formal.

Crock of Gold, a few Rounds with Shane Macgowen, de Julien Temple

Uno de los platos fuertes de la sección oficial de este festival de cine de San Sebastiánn es la aparición de Julien Temple sobre las pantallas. El director de documentales musicales tan extraordinarios como Glastonbury (2006), se alía con Johnny Depp (como productor) para contarnos la increíble historia de Shane Macgowen, el líder de la mítica banda irlandesa The Pogues.

Siguiendo un desarrollo apoyado en la animación, y documentos gráficos de archivo, el director británico nos presenta una reconstrucción de la vida del carismático artista desde su infancia, hasta su presente. Un estilo que podría recordar al Gimme Danger (2016), de Jim Jarmush, documental realizado sobre la figura de Iggy Pop y The Stooges, pero que, a diferencia de la cinta del norteamericano, aquí si que todo converge en una catarsis emocional, que ha hecho llorar a más de uno entre el público. No es un documental formalmente novedoso, llamativo, o impactante, pero la propia historia de Shane Macgowen, vale que inviertas tu tiempo en conocerla. Un músico en cuerpo de poeta, con alma de salvaje, y corazón de ángel.