SAN SEBASTIÁN 2020: SOBRE FALLING, EDICIÓN LIMITADA, WUHAI Y SENTIMENTAL

SAN SEBASTIÁN 2020: SOBRE FALLING, EDICIÓN LIMITADA, WUHAI Y SENTIMENTAL

Por David S. Blanco

La sexta jornada del festival de San Sebastián nos trajo más películas de la marca del festival de cine de Cannes 2020, y al protagonista del premio Donostia, Viggo Mortensen. La ópera prima del famoso actor, Falling, nos presenta un drama familiar en dos espacios y desde dos oposiciones. Por un lado, la relación entre un hijo homosexual y su conservador padre, quien parece estar perdiendo la cabeza poco a poco, y por otro lado, la intromisión que hará la vida imposible a su hijo y su pareja durante todo el metraje.

Viggo no se arriesga y articula un discurso estético bastante estandarizado, y poco sorprendente. Tirando de flashbacks para reforzar el presente, buceando en el pasado para que lo que vemos pueda ser comprendido con mayor fuerza, pero la realidad, es que poco aportan narrativamente a lo que vemos. Todo resulta ya visto en una, como si esta película hubiese sido rodada más de una vez por distintas manos, pero con resultados muy similares. Quizás lo más destacable, sean las actuaciones de Lance Henriksen y el propio Viggo Mortensen, pero lo cierto es, que, si no fuera de quien es, posiblemente habría pasado sin pena ni gloria por el circuito festivalero.

Y pudimos ver en esta jornada, en la sección Horizontes latinos, la argentina Edición ilimitada, de Edgardo Cozarinsky, Santiago Loza, Romina Paula y Virginia Cosin. Asistí con curiosidad e intriga a este experimento, ya que se trató de la premiere mundial de una película rodada a cuatro manos: cuatro directores y cuatro equipos técnicos diferentes, pero con una temática en común, el proceso creativo.

Pero rápidamente, la cinta pierde fuelle. La premisa del proceso de creación solo se cumple con cierta notabilidad en el capítulo número 3, el de la guionista y escritora Virginia Cosin, que habla de las implicaciones personales que tiene poder acceder a la élite cultural, de la identidad a la hora de escribir, de cómo es difícil tener tu propia voz y no una mera copia, o como incluso tiramos siempre como referentes hacia lo norteamericano. Es un relato que funciona como corto, pero que cumple sobradamente con su cometido, además de ser, estéticamente, y con mucha diferencia, el más estimulante. Pero el resto, se quedan muy a la mitad. En uno, asistimos a la operación de cataratas de un señor (en el episodio del escritor y cineasta Edgardo Cozarinsky); en otro, a la extraña relación de un poeta con su alumno (en el de Santiago Loza), y en el último, a una lectura de una obra de una alumna, en la que la realidad y la ficción se fusionan (de la actriz y cineasta Romina Paula). Este último toca el tema con relativo éxito, pero los otros dos nombrados, parecen mas gags sin gracia, poco elaborados, y sin ningún estimulo narrativo, visual, o sonoro. Una obra de estas características, ya pequeña e ilimitada, pedía indagaciones estimulantes, y no una edición, paradójicamente, tan limitada de un tema tan apasionante, abstracto y profundo, como es el proceso creativo en cualquier arte.

 

Otra de las sorpresas que nos tenía deparada la sección oficial, viene desde China, y ya van unas cuantas. La historia de Yang Hua y Miao Wei es un durísimo retrato social de la vida de una pareja situada en la Mongolia interior.

Rodada a través de largos y espectaculares planos secuencia, con algunas de las interpretaciones más intensas y memorables de la sección oficial, y algunos de los momentos estéticos más bellos a nivel de composición, recursos de montaje, y alguna que otra virguería que no quiero desvelar, Wuhai, de Zhou Ziyang, es un relato sobre dependencias económicas y cómo afectan a la vida de los personajes. De la violencia que acompaña a la desesperación, de las diferencias de clase que nos impiden avanzar, y de las deudas como un pozo sin fondo y un tren sin regreso. Una película poderosa, llena de estilo, y con muchas papeletas para llevarse algún premio importante.

Y cerramos el día con una comedia del catalán Cesc Gay, un habitual del festival de cine de San Sebastián, que este año vi en un pase especial se una sección fuera de concurso. Sentimental es una de esas películas que transcurre en un solo espacio, como podrían ser Carnage de Roman Polanski o The Party, de Sally Potter. En ella, asistimos a una decadente relación matrimonial de una pareja (Javier Cámara y Griselda Siciliani), que discute por absolutamente cada uno de los detalles mas insignificantes de su día a día. Rápidamente, asistimos a uno de los motores cómicos de la película, que es la invitación a cenar por parte de la mujer, a sus vecinos de arriba Salva (Alberto San Juan y Belén Cuesta), los cuales, no les dejan dormir por las noches, a raíz de sus sesiones intensas de sexo.

Todo esto sirve como preludio a una divertidísima -a la par que triste- cena para enmarcar. Sobre la mesa, Cesc Gay plantea cuestiones como la fidelidad, las relaciones abiertas, las orgías, los miedos a sentirse solo, el miedo al fracaso, la frustración sexual, o la necesidad de ser observado. Todas cuestiones ligadas a la sexualidad, pero, también al amor. Su increíble habilidad en la escritura, unido a su don para la dirección de actores, nos deja momentos absolutamente brillantes, transiciones casi invisibles de la carcajada a la tragedia, y retazos de autoidentificación con alguna de las cuatro partes presentes en esa casa. Una película divertidísima, que camufla su complejidad y su tridimensionalidad, a través del tono bajo, y que sin embargo es una de las mejores películas de esta edición sin apenas proponérselo.