Por Mónica Delgado
Ya hoy entra a su recta final el Sheffield International Documentary Festival, en su edición número 18°, y que comenzó el pasado 23 de junio. Este festival, realizado en Inglaterra, se ha convertido en ventana para estrenos y para fortalecer recorridos de documentales, sobre todo algunos salidos de las canteras de festivales como Berlinale o Sundance. En este texto abordaré dos largometrajes que no tiene relación entre sí, pero que son muestra de la orientación del festival y del espíritu que gobierna a algunos documentales post pandemia.
Hafreiat es el largometraje dirigido por el catalán Alex Sardà y es el retrato de Abu Deya, un trabajador palestino jordano en un centro arqueológico cerca a Petra. La particularidad de este registro de seguimiento al personaje en sus labores como obrero en una excavación está en los detalles de su vida familiar. Poco a poco sabemos que es un ex convicto, que está requisitoriado, que tiene 45 años de edad y su esposa (también de la misma edad) está embarazada de su segundo hijo. La precariedad de su situación es ratificada por distintos recuerdos que el cineasta registra en conversaciones con su esposa, madre, padre, amigos o incluso su pequeño hijo. La memoria de la infancia, de la adolescencia llena de maltratos de su madrasta y familia, su vinculación con vendedores de estupefacientes y demás datos truculentos, podrían hacer que la mirada de Sardà se oriente por lo efectista y excesivamente dramático (o pornomísero). Sin embargo, logra establecer una dimensión sanadora y que logra el personaje a partir la llegada del nuevo miembro de la familia.
La posibilidad de la reinserción social de un ex convicto en un ámbito donde priman algunas leyes islámicas, que fortalecen la separación y la desconfianza, no es puesta en duda por el mismo Abu Deya, sino que como espectadores vamos asumiendo este entorno hostil y que mantiene al protagonista con sueldos miserables y prácticamente en permanente estado de desclasado. Sin embargo, que el film llegue a su desenlace con el alumbramiento, no solo sintetiza el deseo del protagonista de renovarse, de querer acceder a nuevos trabajos, de insuflar algo de optimismo a su demacrada vida, sino que muestra también otra posibilidad de comprender a la cultura islámica, rompiendo con un prejuicio (al menos en el plano del film o de las representaciones del mundo islámico) en torno a las mujeres. La escena de Abu Deya y su madre en la sala de espera del hospital y del encuentro del protagonista con el miembro de su nueva familia construye otras lecturas en torno a la posición de las mujeres en el mundo musulmán, y que en las ficciones suelen verse como ciudadanas de segunda clase, más aún si son personas empobrecidas. Y allí constan los mejores momentos de Hafreiat, que sella luego el film con un final desencantado y simbólico.
En A Bunch of Amateurs, la cineasta inglesa Kim Hopkins (quien tiene en su haber ya varios largos documentales) propone una visita a la sede del club de cinéfilos más antigua del mundo. Se trata de The Bradford Movie Makers, uno de los grupos de cineastas amateurs creado en 1932, como The Bradford Cine Circle, y que está formado en la actualidad por varios habitantes de la ciudad, entre los cuarenta y ochenta años, que mantienen viva la cinefilia, incluso en tiempos de pandemia.
El musical y western Oklahoma! (1955) de Fred Zinnemann, protagonizado por Gordon MacRae, se convierte en el motor inspirador, a tal punto que su fetichización por parte del grupo de cineastas amateurs y cinéfilos se vuelve un motivo constante. La realización de un video que recupere el mismo espíritu de la secuencia en la cual MacRae canta ‘Oh, What a Beautiful Mornin’, en medio del campo, y cuya letra todos saben muy bien, se vuelve en el hilo conductor que Hopkins agrega para ver en acción la pasión de este grupo de cineastas (la mayoría hombres y alguna mujer que apoya en las gestiones). Y también conceden los momentos más jocosos del film, ya que hay que aplicar efectos especiales y demás recursos de ‘filmación’ (en digital) y de edición para lograr similitud con algunas escenas originales.
Más allá de este hilo conductor, lo que atraviesa A Bunch of Amateurs es un halo de decadencia mezclado con deseos de supervivencia (y variados momentos que arrancan carcajadas debido a la inocencia y pasión de los personajes), ya que debido a crisis económicas y a la pandemia del COVID-19 el futuro del cine club se vuelve cada vez más inviable, a tal punto que algunos eventos pro fondos que realizan a veces no cuentan con ningún aportante. Por un lado, se transmite los componentes de un tipo de cinefilia en extinción, de personas entregadas casi al 100% al acto de ver y producir películas solo por amor al arte en un contexto de desinterés. Por otro lado, es interesante cómo Hopkins desmantela el purismo que se atribuye a determinada cinefilia, y que transmite a través del interés de estas personas amantes del cine clásico hollywoodense, sobre todo, por nuevas cámaras digitales, lentes y programas de edición, como actos de resistencia que mantienen vivo el deseo de seguir haciendo obras (incluso han ganado algunos premios en festivales amateurs, y se muestra el interés también por el cine serie B y Z).
El tratamiento que emplea la cineasta para este documental es el de observación cercana y bajo un halo muy empático, siguiendo al grupo de cineastas amateurs en sus actividades para sacar adelante al club, en sus rodajes, en sus conversaciones sobre algunos films, en sus casas mientras usan camisetas de Capitán América, pero sobre todo, acciones concentradas en temas de gestión del lugar, que incluso vemos que se va cayendo a pedazos. Un local tipo galpón acondicionado con butacas rojas, una pantalla y algunos proyectores, y cuya fachada a veces es tomada como basural por los vecinos. El golpe de la pandemia y la posibilidad del cierre se vuelven hechos capitales parte de una dimensión universal de la anunciada muerte del celuloide, o del cine de antaño, y que estos personajes variopintos tratan de evitar. Y esta resistencia es vista por Hopkins como posibilidad absoluta de homenaje.
International First Feature Competition: Hafreiat
Director: Alex Sardà
Productores: Carlota Coloma, Jumana Saadeh, Adrià Lahuerta
Fotografía: Artur-Pol Camprubí
Edición: Ariadna Ribas
Sonido: Fares Al Werr, Eric Arajol
España, Jordania, 2022, 78 min.
Competencia internacional de largometrajes: A Bunch of Amateurs
Directora: Kim Hopkins
Productoras: Margareta Szabo, Kim Hopkins
Fotografía:Kim Hopkins
Edición:Leah Marino
Sonido: Terence Dunn
Inglaterra, 2022, 94 min.