The Mesmerist (Bill Morrison, 2003)
Muchos son, Señor, mis enemigos;
muchos son los que se me oponen,
y muchos los que de mí aseguran:
«Dios no lo salvará.»
Pero tú, Señor, me rodeas cual escudo;
tú eres mi gloria;
!tú mantienes en alto mi cabeza!
Clamo al Señor a voz en cuello,
y desde su monte santo él me responde.
Yo me acuesto, me duermo y vuelvo a despertar,
porque el Señor me sostiene.
No me asustan los numerosos escuadrones
que me acosan por doquier.
¡Levántate, Señor!
¡Ponme a salvo, Dios mío!
¡Rómpeles la quijada a mis enemigos!
¡Rómpeles los dientes a los malvados!
Tuya es, Señor, la salvación;
¡envía tu bendición sobre tu pueblo!
Salmo 3
“I had imagined that Anne Frank – who loved movies and certain movie stars – had somehow managed to see The Golem, Frankenstein and M, and then dreamed this film.”
Phil Solomon
Por Nicolás Carrasco
A inicios de la década pasada, dos cineastas experimentales reflexionaron sobre la memoria del Holocausto a partir de material fílmico muy deteriorado, proveniente de películas anteriores al ascenso del fascismo en Alemania. Estas películas de género se adelantaron a los sentimientos de miedo, inseguridad y desesperación de esos años trágicos, reflejando el sentir de toda una generación de europeos. Estos cineastas fueron los norteamericanos Bill Morrison y Phil Solomon.
The Mesmerist de Bill Morrison es una reedición de una película muda de James Young, The Bells (1926), protagonizada por Lionel Barrymore y Boris Karloff. Cuenta la historia de un hombre (Barrymore) que es atormentado por los recuerdos de cuando asesinó a un judío para robarle. Al final, el hombre arrepentido es perdonado por una imagen de la Virgen María y por el propio muerto. A partir de una copia de nitrato muy deteriorada del film, Morrison logra un cortometraje que está estructurado como una pesadilla: comienza con el hombre durmiendo y termina con él despertando.
No hemos visto la película de Young, pero es claro que Morrison ha alterado el orden de los eventos y omitido otros para enfatizar el aspecto antisemita del film. Mediante el nuevo montaje, Morrison reinterpreta esta extraña historia con una visión más alineada con sensibilidades modernas. El hecho de que el personaje principal se deshaga del cadáver del judío incinerándolo en un horno se convierte en algo muy perturbador para el espectador familiarizado con el terror del Holocausto. De la misma manera, la absolución de la culpa por obra de la Virgen María, en nombre de la “religión”, se torna, para el espectador moderno, en algo más obsceno que sagrado. Al final, el espectro del judío le dice a su asesino “La paz sea contigo”. Lo que en el film original implica una señal de perdón y de absolución de los pecados, en el film de Morrison es algo irónico, dicho a la manera de un insulto.
Psalm III: Night of the Meek (Phil Solomon, 2002)
Psalm III: Night of the Meek de Phil Solomon también nos es presentada desde el comienzo como una pesadilla. Construida a partir de fragmentos deteriorados de El Golem (1920), Frankenstein (1932), M (1931) y de propaganda nazi, la película remite a la Noche de los Cristales Rotos (Kristallnacht). Pero, a diferencia de la de Morrison, es difícil comprender exactamente qué es lo que sucede. Distinguimos soldados marchando, estandartes nazis, y al Golem y al monstruo de Frankenstein (de nuevo Karloff). A diferencia de alguien como Stan Brakhage, quien debe recurrir al montaje para abstraer sus imágenes, Solomon recurre a la descomposición natural del metraje. Y el efecto que logra es como si alguien tratara de recordar una pesadilla luego de despertarse.
A diferencia de la película de Solomon, en la que el deterioro natural del celuloide ha convertido las imágenes en abstracciones, en las ideas centrales de sus films originales (miedo, confusión, locura), en la película de Morrison el metraje más deteriorado es colocado en las escenas situadas en la mundo físico, mientras que las escenas del sueño están construidas en base a metraje sin deterioro. Si para Solomon lo onírico es algo difícil de recordar y comprender, para Morrison es la realidad la que luce fragmentada, absurda y sin explicación. La única certeza, lo único claro, es lo que proviene de la pesadilla. Y a través de la pesadilla, y de una nueva idea de expresionismo, también se puede volver a contar la Historia.