Por Mónica Delgado
Los elementos del cine dentro del cine que borran las fronteras entre ficción y documento de rodaje, dentro de un juego de carácter metafílmico, es la base de Diarios de Otsoga (The Tsugua diaries) de Maureen Fazendeiro y Miguel Gomes. La intención es conocida, pero aquí el toque metatextual adquiere una dimensión lúdica debido al contexto pandémico y al añadido autorreferencial de los dos cineastas.
En Diarios de Otsoga no estamos ante los usuales Maureen Fazendeiro y Miguel Gomes que hemos conocido en trabajos previos. Es más bien un experimento a dos manos, aunque, efectivamente, aparece el humor y ludismo de los films de Gomes y la mirada detenida y observadora de los trabajos de Fazendeiro; aquí marcados por otra lógica, la de mostrar el detrás de cámaras de una producción en tiempos de pandemia. El film inicia con una escena de baile entre tres amigos y el anuncio de que estamos en el día 22, para luego en las escenas siguientes, del grupo construyendo un invernadero en una casa de campo o veraneando, e ir poco a poco descendiendo hasta el día 1. Es decir, estamos ante una narración de sucesos invertidos del supuesto final al inicio de esta historia, simbolizados además por la reconstrucción de un membrillo del huerto casero, que pasa de la putrefacción al frescor. Por ello, el nombre de Otsoga (o Tsugua en inglés), de agosto al revés, anuncia la recuperación de los eventos de todo un mes desde los últimos episodios hasta el primer día del registro. Esta lógica en retroceso del paso del tiempo es lo que define también el tránsito de la ficción hasta la irrupción de “lo real”, encarnado en la visibilización del crew en pleno trabajo (suceso que remite inevitablemente al influjo de Aquel querido mes de agosto de Gomes) y con la explícita relación de directores y actores/actrices ante la nueva fórmula de trabajo. ¿Cómo actuar en reversa? ¿Qué hacer con la función clásica del peso actoral que se basa en la progresión de las emociones, o en la idea de “evolución” de los personajes? Así, Gomes y Fanzendeiro develan el dispositivo que hace funcionar esta máquina de la ensoñación que se vuelve Diarios de Otsoga: la imposibilidad de discernir de si las escenas entre los tres personajes de la historia (Crista Alfaiate, Carloto Cotta y João Nunes Monteiro), inmersos en un trío amoroso sutil, son parte de estas nuevas exigencias de los cineastas ante el curso que toma el hecho de hacer films en circunstancias difíciles, como los protocolos que se exigen ahora en tiempos COVID-19.
Filmada en 16 mm, bajo el ojo de Mário Castanheira que saca el jugo a la textura y al espíritu vintage- reforzado además por la atmósfera al inicio y al final de una canción setentosa de Frankie Valli- este nuevo trabajo de la dupla Gomes-Fazendeiro también tiene varios toques de humor, al estilo de los films de Gomes, y que van surgiendo sobre todo desde la interacción del equipo de producción con los actores/personajes. Capital resulta la escena donde se leen los protocolos de salubridad impuestos por el gobierno y donde se va revelando las pautas para un tipo de producción de cine en confinamiento. ¿No es acaso confirmar que este tipo de cine independiente tuvo quizás un protocolo eterno e implícito, debido al bajo presupuesto, al equipo y reparto reducido?
Estrenada en Quincena de Realizadores de Cannes 2021 y presentada en el reciente festival de Toronto en la sección Wavelengths, Diarios de Otsoga (The Tsugua diaries) se percibe, ante todo, como un grato y amable ejercicio sobre el tipo de cine que extiende o moldea la pandemia: minimal, entre amigos y con bastante complicidad.
Wavelengths TIFF 2021
The Tsugua diaries
Director: Maureen Fazendeiro, Miguel Gomes
Fotografía: Mário Castanheira
Editor: Pedro Filipe Marques
Productor: Luis Urbano, Filipa Reis, Sandro Aguilar, João Miller Guerra
Productora: O Som e a Fúria, Uma Pedra no Sapato
Guion: Maureen Fazendeiro, Miguel Gomes, Mariana Ricardo
Sonido: Miguel Martins
Reparto: Crista Alfaiate, Carloto Cotta, João Nunes Monteiro
Portugal, 2021, 102 min