Por Nicolás Carrasco
Microbús (Perú, 2014) es una película que muestra la deriva de un grupo de cinco jóvenes de clase media, cuatro amigos de infancia y un desconocido, durante una noche de verano. Los personajes caminan sin rumbo por el malecón de Miraflores en Lima, conversan de tonterías, recuerdan aventuras pasadas, toman ron, se ríen, se enojan, y se molestan entre ellos. Su recorrido no tiene un objetivo determinado, solo el afán por divertirse y pasar el rato. “Es miércoles en la noche, ¿hay que chupar, no?”, dice uno de los personajes.
En un primer nivel, la película pareciera estar emparentada, no a algunos esfuerzos del Nuevo Cine Argentino, como han señalado algunos, sino del Nuevo Cine Chileno, especialmente al más influenciado por el Linklater noventero (pienso en Che Sandoval o en Claudio Polgati). Los jóvenes que muestra Small no suelen ser representados con tanta frescura y autenticidad en las películas peruanas, captando fielmente desde sus maneras de hablar hasta sus modos de perder el tiempo. La película funciona, de esta manera, como retrato sincero de una clase social, de una edad, y de un tiempo y lugar determinados.
Mediante un trabajo de cámara en mano que nunca deja de moverse, Small registra el recorrido de estos cuerpos por las calles limeñas. Sin embargo, la película trasciende y transgrede el mero realismo indie planteado desde un inicio, y separándose de las expectativas que uno pudiera tener como público. La neblina veraniega, combinada con la fotografía saturada por las luces amarillas del alumbrado público, da a los espacios un carácter acogedor y de ensueño. Además, Small privilegia el uso de la elipsis como medio para ocultar información que en otro film resultaría esencial (¿Se besan realmente Daniela e Isidro? ¿Qué le dice Nicolás a Mario en la bajada?). Por último, se apela a los planos oníricos que revelan las fantasías de sus personajes que, sin ser nunca obvios, son muy significativos de los anhelos de cada uno.
“En invierno nos vamos a ver menos que en verano”, dice en un momento el personaje de Daniela. Microbús tiene algo de final de una etapa. Los personajes son conscientes que se van a ver menos empezando las clases de universidad, pero también presienten, en el fondo, el final de la adolescencia largamente prolongada y el final del grupo (esta es la idea que, en el fondo, atormenta al personaje de Mario). Tal como dice la letra de una de las canciones de Turbopótamos en el soundtrack: “hoy descubrí que no estoy igual que ayer”, los jóvenes de Microbús sienten el inminente peso de la adultez.