UN CISNE QUE ACOMPAÑA AL CINE: FRANCIA CONTRA LOS ROBOTS DE JEAN-MARIE STRAUB

UN CISNE QUE ACOMPAÑA AL CINE: FRANCIA CONTRA LOS ROBOTS DE JEAN-MARIE STRAUB

Por Libertad Gills y Martin Baus

En estos tiempos de aislamiento donde la sala de cine parece un sueño distante, el blog Kinoslang ha inaugurado su primer programa online, a pesar de que su programador, Andy Rector, no se siente cómodo con la idea y advierte que solo será temporal. El primer film del programa es la más reciente película de Jean-Marie Straub, en su estreno mundial, titulada La France Contre les Robots (Francia contra los robots) y basada en el libro homónimo de Georges Bernanos, publicado póstumamente en 1945. El film tiene una duración de poco menos de diez minutos y consta de dos tomas de un mismo plano: un hombre (Christophe Clavert) camina a lo largo de un lago recitando –como una partitura bien definida, diría Straub- un fragmento del texto de Bernanos.

Es conocida la práctica de Danièle Huillet y Jean-Marie Straub de rodar –en la mayoría de sus trabajos- varias tomas de cada plano. Es tal vez menos conocida la práctica de remontar sus películas a partir de la variación de tomas, como hicieron, por ejemplo, con Der Tod des Empedokles (La muerte de Empédocles) en 1986, donde la filmación de múltiples tomas de cada plano con variaciones de óptica permitió el montaje de cuatro copias del film. Probablemente se daban esta “libertad” no tan solo porque contaran con múltiples “versiones” de cada plano, sino también para permitirse la posibilidad de encontrar algo digno en cada toma y no someterse a la selección de una toma única y definitiva. La selección de las tomas, por lo tanto, no se basaba solamente en la dicción más adecuada del texto –a pesar de que buscaran rigurosamente ciertas formas y entonaciones particulares para cada silaba o palabra recitada, sino que también por aquello que ocurría en el trasfondo y escapaba de su control: una mariposa que vuela frente a la cámara, una sonrisa esbozada en una mirada, una lagartija posada en una roca. Esto los llevó al silencioso y “secreto” oficio –¿hermosamente caprichoso también?-  de crear, distribuir y proyectar diferentes versiones de sus filmes, dejando que tan solo los más afortunados espectadores –aquellos que asistían a distintas proyecciones del mismo film- pudieran, tal vez, notarlo.

En la película que nos convoca, ocurre probablemente lo contrario: las diferentes tomas ya no siguen caminos y vidas separadas unas de otras, sino que conviven dentro del mismo film. Algo similar ocurre en Europa 2005, 27 de Octobre – película realizada en 2006 por Danièle y Jean-Marie, con la colaboración de Jean-Claude Rousseau y el mismo Christophe Clavert- donde vemos cinco tomas distintas de la “misma” panorámica sobre el sitio específico donde dos jóvenes (Zyed Benna y Bouna Traoré) murieron electrocutados mientras escapaban de la policía en las revueltas de 2005 en París. Este ejercicio de repetición provoca en la imagen lo que excavar provoca en la tierra: una profundización en el espacio, en la topografía y en lo que se almacena materialmente como evidencia de lo ocurrido ahí; o como diría Straub citando a Brecht: “Desenterrar la verdad bajo los escombros de la evidencia (…)”, cosa que podríamos afirmar como una de las principales preocupaciones y operaciones en cada una de las obras de Huillet y Straub.

En La France contre les robots, Straub sigue excavando: presenta una suerte de “dos películas dentro de una”, incluyendo incluso los créditos dos veces, una antes de cada versión. Esto crea en primera instancia la sensación de una falla -o bucle activado sin consentimiento- en el reproductor online, para luego dejarnos comprender que la película nos presenta sus dos versiones, una después de la otra. A pesar de que el actor, el texto, la duración y el movimiento de cámara –por cierto, una cámara en mano, poco común en el cine de Straub y Huillet- sean iguales, algo definitivamente ha cambiado. Lo más evidente es la hora del día y todo lo que conlleva: cambio en la tonalidad de la luz, sombras de distinta densidad, un lago con una vida diferente, el movimiento de las plantas y los animales; pero más allá de estas diferencias concretas entre las dos tomas, se deja en evidencia que este cambio de “contexto” puede -o no- alterar nuestra percepción y aprehensión del texto que estamos oyendo y leyendo -aquel que se mantiene “intacto” al cambio-, y que esto dependería en cierta medida de nuestra atención a él. Por supuesto, la voz de Clavert cambiará cada vez que recita las mismas palabras, pero ¿cambia el significado de estas palabras al cambiar el entorno en el que son entonadas?

Los contextos en que estas palabras fueron escritas son bastante particulares; justo después de la Segunda Guerra Mundial y poco antes de su muerte, Bernanos escribió una serie de textos donde denunciaba las atrocidades del fascismo y arremetía contra la alienación y deshumanización de la sociedad en manos de una civilización cada vez más industrializada y mecanizada. ¿Por qué volver en el año 2020 al texto de Bernanos? Y de nuevo, ¿cambia el significado de sus palabras al cambiar el entorno en el que son entonadas? Es bueno en este punto recordar la cita de Charles Peguy que los cineastas incorporaron como encabezado del guion de su película Chronik der Anna Magdalena Bach (Crónica de Anna Magdalena Bach, 1968): “Hacer la Revolución es también volver a poner en su sitio cosas muy antiguas, pero olvidadas”. Prácticamente toda la filmografía de la pareja de cineastas se caracteriza por tener como punto de partida un texto previamente escrito, que si bien en algunos casos son textos contemporáneos (como los de Heinrich Böll o Franco Fortini), la mayoría son textos que marcan una brecha temporal extensa. Volviendo a la cita, es interesante pensar como el acto de traer un texto al presente, y a un espacio en particular, se relaciona también con el acto de “desenterrar la verdad bajo los escombros de la evidencia”; como si de alguna manera, el volver para atrás permitiera el desentierro desde el presente. En el caso de La France contre les robots, ¿podemos volver a las palabras de Bernanos y encontrar en ellas un nuevo sentido desde el presente? ¿Cómo podría este texto asistir en la excavación de los escombros? Está claro que no hablamos de una mera adaptación, sino de un diálogo entre el texto de Bernanos y el cine (compuesto de las imágenes, los sonidos, y el montaje) de Straub.

La Revolución es Absoluta dice Bernanos, dice Clavert. La Revolución es Absoluta y, sin embargo, nos dice la película, el plano no lo es. El plano es variable; el plano puede ser dos. La Revolución, dice Bernanos, no puede ser planificada (“dirigée” es la palabra utilizada en francés, es decir, lo que hace un “director”). De la misma manera, las distintas versiones del plano se modifican de acuerdo a distintos elementos que son, la mayoría de las veces, no-controlables. ¿Cuál es la relación entre la Revolución y el Cine? La película de Straub representa una posible tensión entre estos dos conceptos, entre una idea fija de lo que es una Revolución y una idea no fija de lo que podría ser el Cine. A través de la decisión de mostrar las dos versiones del mismo plano y de un mismo film, Straub resuelve (en el sentido de que cada film es una suerte de resolución de una serie de problemas) esta contradicción entre lo absoluto y lo no-planificado, con un cine meticulosamente realizado que simultáneamente hace evidente su apertura al azar: un cisne que entra el cuadro.

Gracias a la dedicatoria con que abre la película (para “Jean-Luc”) podemos imaginar, ahora quizás con más claridad, aquellos rumores sobre Jean-Marie Straub y Jean-Luc Godard caminando juntos de vez en cuando, a lo largo de ese mismo lago tal vez. Podemos verlos y escucharlos retomando una interminable conversación en torno a la Revolución; volviendo a las mismas ideas, citando a los mismos autores, recurriendo a las mismas palabras. El film nos permite evocar esa imagen -de hecho, la cámara que acompaña a Clavert lo hace evidentemente a pie, paseando junto a él- pero, al fin y al cabo, nos permite también volver a escuchar y leer aquel texto que parece ser tan necesario en estos tiempos. Suele sucedernos que, al terminar de ver una película Huillet-Straub, sentimos la necesidad de volver sobre ciertas secuencias para poder retener con más precisión aquello que palabras y voces lograron evocar en nosotros. Con este film Straub se asegura de que las palabras de Bernanos no se queden en la evocación.

Traducción del texto del film:

Francia contra los robots

La palabra ‘revolución’, para nosotros los franceses, no es una palabra vaga. Sabemos que la Revolución es una ruptura, que la Revolución es un Absoluto.  No existe la revolución moderada, no existe la revolución planificada –de la manera en la que se habla de la economía planificada. La revolución que anunciamos subvertirá completamente el sistema actual, o no será.

Si pensáramos que este sistema es capaz de reformarse, de romper por sí mismo el curso de la evolución fatal hacia la Dictadura – la Dictadura del dinero, de la raza, de la clase o de la Nación- ciertamente nos negaríamos a correr el riesgo de una explosión capaz de destruir las cosas preciosas que solo se reconstruyen con mucho tiempo y perseverancia, desinteresadamente y con amor. Pero el sistema no cambiará el curso de su evolución, por la buena razón de que ya no evoluciona; se organiza meramente en pos de durar un poco más, de sobrevivir. Lejos de pretender resolver sus propias contradicciones -que por cierto son probablemente irresolubles- parece cada vez más dispuesto a imponerlas por la fuerza, a través de una reglamentación -cada día más minuciosa y estricta- de actividades particulares llevadas a cabo por una suerte de socialismo de Estado, que es la forma democrática de la dictadura. Cada día, de hecho, tenemos mayor evidencia de que el periodo ideológico hace mucho que ha pasado, tanto en Nueva York, cómo en Moscú o Londres. Vemos la Democracia imperial inglesa, la Democracia plutocrática estadounidense y el Imperio marxista de Dominios soviéticos avanzando, si no de la mano –¡faltaría más!- al menos persiguiendo el mismo objetivo: mantener, cueste lo que cueste -incluso si aparenta combatirlo- el sistema dentro del cual han adquirido riqueza y poder. Porque al final de cuentas, Rusia se ha beneficiado del sistema capitalista no menos que Estados Unidos o Inglaterra; ha jugado el clásico rol del parlamentario que hace fortuna desde la oposición. En resumen, los regímenes una vez opuestos por la ideología, están ahora estrechamente unidos por la Técnica.

Un mundo donde ha ganado la Técnica, ha perdido la Libertad.