UTAMA: EL AMOR EN EL CONFÍN

UTAMA: EL AMOR EN EL CONFÍN

Por Juan Carlos Lemus

La queja bastante habitual sobre algunas óperas primas es aquella que se refiere a la ambición del director. Algo así como que el que mucho abarca poco aprieta. Si es valiosa la ambición, siempre será bienvenida. Y cuando se concreta los pasillos —virtuales en este caso— se llenan de adjetivos elogiosos para el nuevo talento y sobre su avidez para decir lo que tiene adentro.

Utama (Bolivia, 2022) fue una de las poquísimas películas latinoamericanas presentadas en el Festival de Sundance 2022 y es la ópera prima de Alejandro Loayza Grisi, un cinematógrafo y productor boliviano experimentado en cortos. La película está filmada en el Altiplano y cuenta la vida de Virgilio y Sisi, una amorosa pareja de ancianos quechuas que viven en el extrarradio: allá en la frontera boliviana con Chile. Allá en lo alto donde vuelan los cóndores y se pasean las llamas y no se ve más que el infinito del desierto, por un lado, y la montaña, descapotada de nieve, por el otro.

Loayza Grisi usa los 87 minutos de su película para  imbricar —a través de magistral fotografía de esos paisajes vacíos, solitarios, silenciosos— con delicadeza temas tan diversos como las relaciones intergeneracionales entre abuelos y nietos, entre citadinos y campesinos; el amor en la vejez; la muerte como parte esencial de la vida; el cambio climático y los desplazamientos que esta genera en comunidades indígenas y campesinas. Sin hacerse discursivo y mucho menos aleccionador. Así, les vemos levantarse y dedicarse miradas llenas de afecto. Las palabras en el guion son como las conversaciones con el abuelo cascarrabias, quien decía lo mínimo necesario para hacerse entender y enseñar. Lo otro, me repito, está en lo que vamos viendo. Sisi debe ir a buscar agua todos días, cada vez camina más. Virgilio pastorea —no conozco otra palabra, que debería haber cuando pastos no hay— sus llamas y también se afana por el agua para ellas. Sisi cocina, ellos cenan y conversan en quechua. Con apenas lo básico y sin necesidades creadas de más. Por supuesto, no hay televisión ni radio ni celulares. Es un viaje a un otrora donde el tiempo como recurso abunda.

Clever, su nieto, llega con un mercado, cosas enlatadas. La abuela Sisi le consciente, le habla con cariño, lo atiende. Hablan en español. El abuelo muerde las palabras en quechua para saludarle, en tanto escurre el abrazo que el nieto intenta. El director usa la hosquedad de Virgilio como una reacción al desplazamiento y desarraigo de su tierra con el único norte de llenar los cinturones no blancos que usualmente circundan las ciudades latinoamericanas. El abuelo ve en su lugar algo que el nieto no: si lo entiendo bien Utama significa “nuestro hogar”. La bronca del viejo es más con su hijo, que no los va a ver, que con su nieto, al que entiende como emisor y recadero del despojo propuesto como solución a una situación entendida como precaria. Pero, Clever también sabe leer otras señales, y al anciano ya se le escapan otras. ¿Qué le pasa al abuelo? Clever lo descubre, pero no le sobrepasa. Lo respeta con una ética que le permite reclamarle a Virgilio sin dejarle en evidencias incómodas.

Los paisajes son capturados por la lente de Bárbara Álvarez, la cinematógrafa, de forma majestuosa y sin ahorrarse un milímetro de inmensidad. Para un extraño estos paisajes son tan divinos como aterradores en su escasez; pero Utama no va por ahí y sí se planta en esa suerte de desierto para imponente hablar de soledades y silencios. Un desierto que metafóricamente habla de los vacíos internos de nosotros, los prepotentes citadinos sabelotodos, avanzados en TIC; porque Virgilio y Sisi tienen otras maneras de llenar los huecos del alma de una manera muchísimo más cercana y de efecto más prolongado que todos los juguetes y tecnologías en las que los habitantes de la urbe estamos empeñados.

Utama es cine mayúsculo. Utama es una demostración de que no es ambición lo que debe recortarse en una ópera prima. Es de esas películas por las que yo agradezco el privilegio de ir a festivales de cine. Ahora queda esperar que el peso del nombre de Sundance haga su trabajo y permita que más personas se acerquen a esta joya que llega de un cine tan desconocido para mí como su misma geografía.

Dirección: Alejandro Loayza Grisi
Guion: Alejandro Loayza Grisi
Música: Cergio Prudencio
Fotografía: Barbara Álvarez
Reparto:Luisa Quispe, José Calcina,Santos Choque
Bolivia, Uruguay, Francia, 2022, 87 min.